martes, 5 de noviembre de 2013

CASTILLO DE LA YEDRA



El Castillo de la Yedra, en el cerro de Salvatierra, situado sobre las aguas del río Cerezuelo, que fluyen con parsimonia por las calles de la localidad jiennense de Cazorla, se construyó en época bereber, pero la forma definitiva que podemos disfrutar en la actualidad es obra de los cristianos.



El rey de Castilla Fernando III “el Santo”, en el año 1231, junto al arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, conquistó el enclave de Cazorla. Tras la conquista, la albacara árabe, recinto amurallado de tierra y cal, se transformó en castillo, con muros de piedra y una enorme torre del homenaje.



Al amparo de la conquista cristiana de Cazorla, surgió la trágica leyenda de la Tragantía. El rey y señor del castillo, al enterarse que las huestes portadoras de la Cruz avanzaban rápidamente en dirección a su fortaleza, y para evitar que su hija fuese cautiva y ocultarla de los lascivos ojos invasores decidió ocultarla. Para ello, la encerró en una profunda mazmorra horadada en la roca, más profunda que los propios cimientos del castillo, y camufló perfectamente la entrada para impedir su localización.

El rey moro y su guardia personal partieron al encuentro de los soldados castellanos. Tras una sangrienta escaramuza, todos perdieron la vida. Las esperanzas de la princesa también quedaron sepultadas ese día.



La joven princesa, abandonada, y olvidada por todos, se vio embargada por una terrible tristeza y una inapetente melancolía. Poco a poco, día a día, fue cayendo en un profundo letargo reptiliano. La oscuridad absoluta y la humedad de la piedra provocaron un irreversible proceso de metamorfosis, y la hermosa princesa mora, terminó por transformarse en un ser fantástico, mitad mujer, mitad lagarto.

Desde entonces, vecinos del pueblo, e incluso incautos visitantes, han podido oír, durante las larguísimas noches serranas, los ahogados lamentos de la Tragantía, que se van haciendo más frecuentes a medida que se acerca la siempremágica Noche de San Juan, único momento del año que, por unas horas, escapa de su eterna prisión de rocas.

“Yo soy la Tragantía,
hija del rey moro.
El que me oiga cantar,
no verá la luz del día
ni la noche de San Juan”.

También se cuenta, que todos aquellos que la oyen cantar, van muriendo a consecuencia, de la dulce voz de la Tragantía.

Cazorla se utilizó como trampolín, para lanzar a las tropas cristianas sobre la campiña cordobesa, y terminar apoderándose de la antigua capital del Califato, Córdoba, tan sólo cinco años después, en 1236.


Gélidas y cristalinas aguas del río Cerezuelo. 



La construcción más antigua de la fortaleza es la muralla que rodea el recinto, y probablemente haya que remontarse hasta el siglo XI, para encontrar su origen.



La recia torre del homenaje se levantó en el siglo XIV, bajo el arzobispado de Pedro Tenorio, para realzar el poder y el prestigio de los Adelantados. No obstante su capacidad simbólica, la torre fue concebida para un uso estrictamente militar, y de ahí su estructura.


Como muchas construcciones de estas características, el Castillo de la Yedra, también se sirve de la orografía del terreno y de sus materiales rocosos. 



Fernando III, quizás como recompensa por la ayuda prestada, quizás por su incapacidad material para mantener abierto varios frentes simultáneos, cedió al Arzobispado de Toledo un señorío, el Adelantamiento de Cazorla, cuya función sería la protección del Valle del Guadalquivir.



Este Adelantamiento de Cazorla estaba compuesto por seis municipios; Cazorla, La Iruela, Villacarrillo, Iznatoraf, Villanueva del Arzobispo y Sorihuela del Guadalimar, que además eran centro y apoyo a un buen número de castillos rurales, atalayas y torres ópticas.



Desde el Mirador Riogazas vemos los restos del Castillo de las Cinco Esquinas (también conocido como Castillo de Salvatierra). Muy posiblemente una atalaya en relación directa con el entramado defensivo cuyo núcleo principal era el Castillo de la Yedra.



Omnipresente Castillo de la Yedra, protegiendo la localidad que aun duerme envuelta en brumas. 



La torre del Homenaje del Castillo de la Yedra se yergue como una prolongación de la montaña, bajo su atenta protección, y amparada por una enorme muralla granítica nació, creció y se multiplicó la pequeña Cazorla medieval, una localidad en que las viviendas robaron su espacio a la sierra, el hombre usurpó su lugar a la fauna, aunque no le quedó más remedio que aprender a convivir con la Naturaleza.

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