Romy Schneider, metida una vez más, en la piel de Sissi, navega por los canales de Venecia, en una serie de bellísimas escenas que cierran la afamada trilogía protagonizada por la actriz germano francesa, dirigida por Ernst Marischka. La vida de la actriz fue casi tan desgraciada (depresiva y amargada) como la de la propia emperatriz Isabel de Baviera.
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