Situada en un lugar privilegiado y estratégico, junto a Alepo, en
territorio Sirio, florece Ebla a mediados del III milenio a.C.,
alcanzando tal poder, que llegó a rivalizar (por momentos) con la
civilización mesopotámica y la egipcia.
El rey, En-Malik, era elegido por un consejo de ancianos denominado
Abbu, algo insólito para la época. La mujer eblaíta tenía una
papel destacado en la sociedad y la política, la reina, Maliktum,
era la que transmitía el trono. Se heredaba por línea femenina.
De la lengua eblaíta se han encontrado más de 15.000 tablillas.
Este estado fue destruído por los hititas hacia el 1600 a.C.
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