"Sólo sé que no sé
nada". Esta sentencia encierra toda la doctrina socrática sobre
el conocimiento humano. Se hace necesario despojarse de la ilusión y
la opinión para comenzar a edificar los sólidos pilares de nuestro
conocimiento de la realidad.
Sócrates no dejó nada
escrito. De Sócrates, al igual que de Jesucristo, tenemos los
testimonios de sus seguidores, coetáneos y discípulos. Tanto el
griego, como el nazareno, alcanzaron sus conclusiones caminando entre
el pueblo y conversando con su gente. Dos milenios después, ambos
siguen siendo referentes de nuestra cultura occidental.
Un artesano romano
esculpió (c. 320 a.C.) al filósofo griego a partir de una obra
anterior. Gracias a la escultura, el de Sócrates, es uno de los
rostros más y mejor conocidos de la Antigüedad. Se expone en la Gliptoteca de Munich.
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