martes, 19 de marzo de 2019

SAINT JEAN PIED DE PORT Y EL CAMINO DE SANTIAGO.




En los últimos tiempos esta apacible localidad pirenaica es el lugar elegido por miles de peregrinos para iniciar el camino de Santiago. San Juan al pie del Puerto (horrible traducción, sin gracia) presenta la morfología típica de muchas poblaciones pirenaicas que crecen alrededor de un río (como la catalana Camprodón), la calle/arteria principal se cruza perpendicularmente con el curso del río Niva (femenino en francés, La Nive). En el punto donde se cruzan (y/o cortan), el que vendría a ser el foro de una ciudad romana (intersección de Cardo y Decumano) se levanta la iglesia más destacada: Notre Dame du Bout du Pont.

El origen de la ciudad parece muy antiguo, pues una leyenda vincula su nacimiento con la figura del rey de Pamplona García Ximenez que la crearía en el año 716. Si queremos atenernos a los datos (y documentos) tenemos que esperar hasta el siglo XII para encontrar una prueba de la existencia de la ciudad. San Juan del Pie de Portus, capital de las tierras de Ultrapuertos, aparece en un documento con firma de Sancho VII. Saint Jean Pied de Port debe su nombre a su situación geográfica, la pie de los puertos pirenaicos (portus en latín) y a sus protectores (y santos patrones) primero San Juan Evangelista y luego San Juan Bautista.

Plaza fuerte, villa fronteriza, núcleo comercial a las puertas de los Pirineos, una histórica etapa entre España y Francia, antigua ruta, inmemorial, a los pies de los Puertos de Cize, un lugar ideal en la vía que atraviesa los Pirineos por la mítica Roncesvalles.


El Camino de Santiago procedente de Ostabat, vía St. Jean Le Vieux penetra en la ciudad a través de la Puerta de Santiago. Junto a esta entrada (abierta en la muralla) comienza la Rue de la Citadelle, que desciende en brusca pendiente para encontrarse con las aguas del río. Allí, junto a la iglesia mayor, se abre otra puerta, la torre-puerta de Notre Dame, que se comunicaba con el barrio de los españoles. Este barrio se extiende a ambas orillas de la Rue d'Espagna que se prolonga hasta la Puerta de España. Los peregrinos salían (y salen, y salimos) por esta puerta para encarar, sin miedo, el duro ascenso a los Pirineos.


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