jueves, 14 de marzo de 2019

LA ILUSTRACIÓN EN ESPAÑA.




La Ilustración y el Despotismo Ilustrado en España tienen nombre propio Carlos III. El monarca (hijo de Felipe V y que había sido rey de Nápoles) depositó su confianza en una serie de ilustrados reformistas como Campomanes, Floridablanca, Olvaide o Jovellanos para poner en marcha un ambicioso proyecto renovador:

Se potenciaron todos los sectores de la economía, establecimiento de la fisiocracia en el campo español y la creación de fábricas protegidas por el estado llamadas manufacturas reales.

Primeros intentos de Desamortización: expropiar las tierras que no estaban siendo explotadas. No se llegó a poner en práctica.

Se reformó la educación que estaba en manos del clero. Pretendían generalizar la educación y que fuera accesible a todos los sectores de la sociedad, y combatir a la Inquisición, que seguía siendo una infranqueable barrera para el progreso. Se crearon escuelas de Primaria y se renovaron los estudios universitarios, hasta entonces controlados por la Iglesia.

Se intentó acabar con los privilegios de la nobleza y el clero. En este aspecto lo más destacado fue la expulsión de los jesuitas de España.

Se fomentó el contacto con las nuevas corrientes culturales y se desarrolló (o al menos se pretendió) la investigación científica. Para ello se fundaron las Sociedades de Amigos del País para potenciar los nuevos saberes y difundir las ideas ilustradas.

“Los acompañantes de Carlos III darían vida a un proyecto modernizador que durante treinta años consumió las energías de la burocracia y el pensamiento. Procedente de Francia, el despotismo ilustrado, forma de gobierno por la cual un rey absoluto se rodeaba de una minoría culta para proyectar las reformas encaminadas al progreso cultural y material del país, irrumpía en la corte madrileña.
Una oleada de expectación acompañaba la llegada a España de Carlos III. La obra realizada bajo su tutela en el reino de Nápoles había erigido al hijo de Felipe V en un monarca ilustrado a los ojos de las clases más cultas y emprendedoras de España. Hombres de Estado, a veces filósofos o economistas, a veces poetas, los ilustrados españoles soñaban con sacar al país de su atraso y confiaban en que el monarca se convirtiera en el ariete con el que derribar las murallas del inmovilismo. En permanente conflicto con la Iglesia y los tribunales de la Inquisición, Campomanes, Floridablanca, Olavide, Cabarrús o Jovellanos creyeron encontrar en la monarquía la palanca ideal para levantar España. Todos defendían una política de reformas dentro de los márgenes del Antiguo Régimen. Nunca se imaginaron, sin embargo, que el absolutismo por ellos defendido acabaría siendo una rémora del tan buscado progreso”.
Historia de España. De Atapuerca al Estatut. Fernando García de Cortázar.

A pesar de la ilusión generada las políticas puestas en marcha por Carlos III y sus consejeros dieron pocos resultados. No se consiguió una reactivación significativa de la economía, nobleza y clero se oponían a cualquier medida que afectase al mantenimiento de sus privilegios. Las ideas ilustradas tampoco calaron en la sociedad, pues muchos aspectos se contradecían con el absolutismo monárquico.

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