sábado, 30 de septiembre de 2017

GALICIA CONTADA A UN EXTRATERRESTRE.




Querido Golf Óscar Delta: Me alegra que existas. Me alegra que se confirme la ecuación visionaria de Frank Drake sobre la estimación de civilizaciones en la Vía Láctea. Me alegra haber conocido a un paisano que trabajó de limpiador en el gigantesco radar de la Universidad de Cornell y me adiestró en las claves de la radioastronomía. Me alegra que tengas sentido del humor, por esa despedida en tu mensaje: “Si el teléfono no suena, soy yo”.

El planeta no se llama Galicia. El planeta es Tierra. Galicia es mi tierra, dentro de la Tierra. Pero Galicia está y no está en Galicia. Es un lugar y un deslugar. Como lugar, Galicia es pequeña. Bueno, depende. Es suficientemente grande. Galicia está al oeste de Europa, en la península Ibérica. Forma parte de España, con un Gobierno autónomo, y está al norte de Portugal. El gallego es español tranquilamente, pero si se pone tremendo puede exclamar: “¡Menos mal que nos queda Portugal!”.

A los gallegos les gusta poner nombres. Los geógrafos antiguos llamaban “bellas durmientes” a los territorios incógnitos. Una bella durmiente se despierta cuando le pones nombre. La tierra gallega, desde las montañas orientales hasta los fondos marinos, es un manuscrito miniado que no tiene margen en blanco. La toponimia es nuestra obra maestra literaria. La letra de un cósmico hip-hop. En un lenguaje estándar utilizamos 3.000 o 5.000 palabras. Sólo en cuanto a núcleos de población, la mitad del total de España, hay 250.000 nombres de lugar, y sin incluir bares, bodegas, mesones y tabernas, que eso ya es un mapamundi, una obra abierta, una gran estela de la emigración retornada. Eso explica que en la ronda de bares por un pueblo, digamos Vimianzo, pases del London al Montevideo, y del Montevideo al Zúrich, y del Zúrich al Happy Day, y de allí al Hilton, para terminar en el Por la Vía Rápida. El señor Ricardo, que atiende la barra, fue boxeador en Venezuela. A los clientes les trata de intelectuales, sea cual sea el oficio. Si un día vienes, con tus orejas puntiagudas y tus ojos de pez, de gran angular, el señor Ricardo te dirá con toda naturalidad: ¿qué le pongo, señor intelectual?.

Me gustaría regalarte por radioastronomía algunos topónimos de aldeas siderales. Tenemos un Transmundi. Y un Extramundi. Y valles que llevan el nombre de Mar, Amor, Ouro o Silencio. Y un Pico Sacro y una Boca do Inferno. Uno de mis preferidos es el de una floresta rayana con Portugal: A Fraga de Escuro Vermello (El Bosque de Oscuro Rojo). Mi bosque marciano en Galicia.

El ser vivo con más nombres en Galicia es el vagalume. Para la ciencia,Lampyris nocticula. La luciérnaga. Vagalume significa fuego errante. Pero se han recogido casi cien denominaciones. Algunas preciosas, todas metáforas:vella do caldo, lucencú, verme da noite, corcoño… ¿Por qué esta fijación del gallego hacia este pequeño insecto? Todas las formas emiten luz, incluso los huevos. Pero la luminosidad es especialmente intensa en la hembra. La más hermosa oración laica, de Aquilino Iglesias Alvariño, dice: “Danos, Señor, un techo bajo el que cantar y un camino de luciérnagas…”.

Me gustaría enviarte un vagalume.

Galicia, desde el cielo, a medida que reduces la distancia sideral, puede verse como una congregación de luciérnagas. Ciudades, pueblos, aldeas, lugares, hasta ese cuarto de millón de núcleos habitados, muestran una puntillosa intervención humana en un paisaje de pizarra, piedra, ve rdor y mar. Mucho mar. Galicia tiene 30.000 kilómetros cuadrados de superficie y 1.200 kilómetros de costa. El mar peleón de los altos acantilados y el mar que penetra por las venas, tierra adentro. Nuestro mejor camino. Casi todo llegó y se fue por el mar. Al Norte hay una isla que se llama Irlanda. Enfrente, un gran continente que se llama América. Las luciérnagas tienden a apagarse en el interior. Van concentrándose en la orla del mar. Por un lado, Galicia se despuebla. Las dos grandes urbes gallegas, Vigo y A Coruña, nacieron siendo nidos de pescadores. Ahora son polos de una gran ciudad difusa. No es ciencia- ficción. Pronto veremos una ciudad, quizá llamada Atlántida, que se extenderá desde Ferrol hasta Oporto.

Ese movimiento de luces, que se dispersan y agrupan, refleja una encrucijada sociológica. Cortocircuitos culturales. Contrastes y fusiones estéticas. Un gran puerto con retaguardia campesina. Una gran aldea que desciende al mar. Atlántico Norte Mediterráneo. Clima variable, gallego variable, Galicia variable. Por una carretera de curvas, un coche turbodiésel adelanta a un tractor que adelanta a un carro. Aceleración. Derrapaje. Sirenas. Tanatorios. Hiperferias. Verbenas. Pinchadiscos. Arqueología industrial. Pop-feísmo arquitectónico. Museo etnográfico. Body-art. Ondiñas veñen, ondiñas van. Piedras eternas. Puedes observar todo eso a la vez con tus ojos de pez, de gran angular.

El antropólogo dice: “Galicia es un mundo”. El gallego, cuando se pone cascarrabias, dice que Galicia es el culo del mundo. Sería un bonito culo. Cualquier parte del mundo puede ser el culo del mundo. Depende. Hay días. Hay siglos buenos y malos. Durante mucho tiempo, para las civilizaciones mediterráneas, Galicia fue el fin de la Tierra. Tenía enfrente el Mar Tenebroso, o sea, el Atlántico, y ahí se acababa todo, salvo para los de Fisterra, que creían que el cabo era el muelle de embarque hacia el más allá. Se cuenta que Julio César, el jefe del gran Imperio Romano, se acercó al far west gallego para ver cómo moría el sol crepitando en la fragua del océano, etcétera. Aquel imperio se hundió, pero Fisterra sigue ahí. Con su muelle, su faro legendario, una sirena que mugía en la bruma como una vaca y un cementerio futurista en el cabo.

Ahora, Galicia es y no es un far west. Un tal Pedro Fariña cobró, en 1736, 3.000 reales por llevar una carta urgente desde Santiago hasta Madrid. Regresó a los 18 días. Ese problema, el del transporte por carretera, se ha resuelto. Pero continúa pendiente el ferroviario. Se habla del tren como en la California del siglo XIX. Y tenemos un veterano presidente que admira a Búfalo Bill. Cada vez que se pone en duda su indudable buena salud, la fauna autóctona tiembla, porque sale de caza para acallar rumores. Ése es un toque far west.

Cuando se explica, parece que el gallego tiene que luchar contra la idea de Galicia como tierra remota. La distancia, tú lo sabes muy bien, es algo subjetivo. Oí a un campesino describir así el destino de dos de sus hijos, emigrantes: “Uno anda cerca, por Buenos Aires; el otro, lejos, en un sitio muy raro, Francfort o algo así”. Él sabía lo que quería decir. ¿Hay periferia y centro en el universo? Es una idea que tiene que ver con el poder.

En Galicia vivimos 2,8 millones de humanos, 1 millón de vacas, 500 lobos, 1 oso ilocalizable y 500 millones de árboles. Sólo de manzanos hay 77 variedades. ¿Quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos? Es una buena pregunta y el título de una canción del grupo musical más gamberro del rock español del siglo XX, los gallegos de Siniestro Total. Sobre todo gracias al mar, el mejor camino de la antigüedad, la humanidad gallega es un aluvión de aliens. Una tierra de llegada. Las primeras noticias hablan de los kallaikoi, que significaría algo así como: los que viven entre las piedras. Los célticos. Los romanos, que pusieron el nombre: Gallaecia. Los bretones de Maeloc. Los suevos, que en Galicia, según bonita frase del historiador Sánchez Albornoz, “abandonaron la espada y tomaron el arado”. Fueron derrotados, claro, por los visigodos. Los judíos. Los musulmanes. Los gitanos. Los maragatos. En el siglo XVIII, son catalanes los que impulsan la industria pesquera, y vascos, la de curtidos. Pero, sin duda, el alien más célebre es el apóstol Santiago, un pescador palestino discípulo de Jesucristo (de quien ya te informé en el primer mensaje). El hallazgo de su sepulcro dio lugar, por motivos religiosos, a la primera gran ruta turística del mundo: el Camino de Santiago. El descubrimiento lo hizo un tal Paio, hace mil y pico años, y no el actual presidente, como algunos creen. Durante siglos, Galicia fue lo que ahora llamamos un centro cosmopolita. Además de peregrinar, aquí se establecieron francos, genoveses, flamencos, provenzales… Es curioso. El primer texto escrito en gallego del que se tiene noticia aparece en un poema de autor provenzal: Rimbaud de Vaqueiras. Es un poema de amor.

La historia se enreda muchísimo. Se reinventa hasta el disparate. El palestino Santiago, decapitado por el poder romano, es convertido por el poder de la época en patrón de España y capitán matamoros. Te cuento esto porque en la tradición popular hay un cierto desapego por la historia y una confusión bastante más divertida que las doctas manipulaciones. Se escribe, con asombro, que “los gallegos no se reconocen en sus antepasados gentiles”. Los habitantes de los castros (poblados prerromanos, célticos) habrían sido losmoros. Digamos que Galicia es celta a partir del siglo XIX, cuando la historiografía romántica crea el mito del fundador Breogán, y más aún cuando a principios del siglo XX se funda el Celta de Vigo, club de fútbol. Pero un texto muy antiguo, de un tal Estrabón, describe a los kallaikoi como melenudos y amantes de la danza y la cerveza. Como los de mi generación en el I Festival de Música Celta de Ortigueira.

A mí me gusta esta visión un poco cómica de la historia. Recuerdo una conversación sobre el origen del puente en un pueblo. Uno de los que discuten afirma muy convencido: “La mitad del puente es goda, y la otra mitad, visigoda”. Una vez desengañado, el hombre sentencia: “La cagué, pero mantengo la cagada”.

Todos somos aliens. La más hermosa definición de gallego la dio un viejo emigrante entrevistado en televisión. Le preguntaron: “¿Está usted orgulloso de ser gallego?”. El hombre miró al público, miró luego a la cámara y dijo: “Estoy muy orgulloso porque gallego, gallego, lo puede ser cualquiera”. O esta otra frase, de un marinero que ahora trabaja de operario del ferrocarril en Nueva Zelanda: “Vi tanto mundo que soy más gallego que nadie”.

Y es que la historia de nuestros aliens tiene una segunda parte. El país de llegada se convirtió en el país del adiós.

La estrella más popular en la tradición gallega es Venus. Tiene muchos otros nombres: Lucero, Estrella de la Mañana, Estrella de la Claridad, Estrella de la Abundancia o Estrella Panadera. En San Salvador de Bahía, en Brasil, había una panadera gallega que se llamaba Estrella. Al escritor Jorge Amado le gustaba mucho aquel pan.

Galicia está y no está en Galicia.

La fotografía más famosa de la historia de Galicia es la de una despedida. Un tío y un sobrino lloran en el puerto de A Coruña. Lloran porque los suyos se van. A veces pienso que también lloran porque ellos no se van.

La palabra clave hoy en el planeta es globalización. Mundialización. La Tierra como aldea global. Se habla mucho de mercancías e información, pero el rasgo más definitorio de esta época son las migraciones, los éxodos masivos de gente de países pobres o en guerra hacia las fronteras de la abundancia. Galicia pertenece hoy a ese mundo de la abundancia, aunque sea como periferia del pastel. En cifras oficiales, y en parámetros europeos, en Galicia hay medio millón de personas que viven en la pobreza relativa, y un 5% de la población, en la extrema pobreza. Esto explica que la llegada de inmigrantes sea todavía mínima. Es muy escasa la oferta de empleo. Y el inmigrante busca, en todas partes, pan y libertad. Así de sencillo. Como hizo el gallego.

Es un momento muy contradictorio. Galicia está en el mismo lugar geográfico, pero ha cambiado de lugar en el mundo. Hace cincuenta años salían transatlánticos de A Coruña y Vigo cargados de emigrantes hacia Buenos Aires. En la embajada y los consulados de España en Argentina forman ahora largas colas los descendientes de gallegos. Se ha invertido la dirección de la flecha hacia la Tierra Prometida. Al mismo tiempo, miles de jóvenes gallegos han marchado en los dos últimos años a Canarias a trabajar en la construcción o en la hostelería. La novedad es que también, y a veces por delante, van empresarios.

Galicia es aldea global desde hace tiempo. Por la intensa emigración durante dos siglos, y hasta ayer mismo. Y por el trabajo en los mares. La flota pesquera es la primera en Europa, y hay barcos gallegos, o de sociedades mixtas, allí donde hay que pescar. Luis Menéndez, que ha recorrido el mundo siguiendo el rastro de la emigración gallega, cuenta la historia bastante alucinante de un juez de Nueva York. Se llama Segundo Díaz. Nació en una aldea rural, en Ourense. Trabajó de maletero en el hotel Lisboa de Vigo. Se embarcó y recorrió todos los mares, desde Shanghai hasta Rotterdam. Tenía un billete de 100 dólares en el bolsillo cuando decidió quedarse en Baltimore y emprender una nueva vida. Trabajó de descargador, de limpiador, de mozo de gasolinera. Por las noches estudió derecho. Ejerció de abogado. Luego hizo la carrera judicial. Cuando se lo encontró Menéndez era juez presidente de la corte de Elizabeth. Y le expuso un sueño: volver a Galicia como navegante solitario.

Detrás de la vida de muchos emigrantes hay una novela de dolor e ilusión. A veces tiene la forma de unas lápidas de mineros, en West Virginia, al pie de los Apalaches; a veces, el rostro hermoso de una mujer, en un taller de Londres, que hace invisible mending (zurcido invisible) en la codera de una chaqueta de Dustin Hoffman. La mayor ciudad de Galicia continúa siendo Buenos Aires. El mayor cementerio de Galicia, el de Cristóbal Colón, en La Habana. Más de dos millones de gallegos emigraron durante el siglo XX. El éxodo había comenzado en forma masiva con las hambrunas de mediados del siglo anterior, provocadas por la peste de la patata, como en Irlanda. Ahora hay elecciones y se discute sobre las garantías del voto de los emigrantes censados. El resultado parece que va a depender, en buena forma, de la Galicia de la diáspora. La oposición denunció que en la anterior elección votaron algunos muertos. Creo que no es justo. De votar, deberían votar todos los muertos. Celebrar mítines y colocar urnas en lo que Rosalía llamó “el inmenso camposanto de La Habana”.

Déjame que te cuente la historia de un edema en la piel.

A principios de los años sesenta, una joven marcha desde una aldea gallega hacia París. Trabaja duramente, en la limpieza. Vive la soledad. Al poco tiempo, ante el espejo, ve que le ha salido una mancha en la cara. Ningún médico es capaz de sacarla. La primera vez que regresa a Galicia de vacaciones, años después, le desaparece la mancha. Al volver a París, la mancha reaparece. Se casa con un obrero metalúrgico. Tienen una hija. Cuando van de vacaciones a Galicia, a la madre le desaparece la mancha. Cuando ya es adolescente, a la hija no le atrae ese viaje. Al llegar a Galicia le aparece una mancha.
No es ninguna metáfora. Sólo es una historia real.

Dentro del mundo de la emigración europea hay otras en sentido contrario. Son los hijos, educados como ingleses, franceses, alemanes o suizos, los que quieren finalmente volver. En la red hay un portal donde contactan hijos y nietos de emigrantes gallegos con diferentes experiencias (www.fillos.org).

Los gallegos somos como nos ven los demás, y al contrario. Son también los chistes de gallegos. En nuestros chistes, de pequeños, los gallegos eran unos fenómenos. Me gustaba mucho uno de un gallego capturado por una tribu caníbal. Mientras le cocían en la olla, el gallego pedía más sal y se comía las patatas de la guarnición. Al salir fuera de Galicia descubrí con sorpresa que, en los chistes de gallegos, los gallegos eran muy torpes. Después sabes que siempre es así. La historia se repite. El pobre sale siempre malparado. “¡Oiga, que soy pobre, pero honrado!”. Y el otro responde: “Las desgracias nunca vienen solas”.

Recuerdo una lectura de joven que me impactó mucho. Era una antología de textos, recogida por Xesús Alonso Montero en 1974, sobre lo que autores españoles o extranjeros había escrito sobre Galicia. Predominaban apuntes tremendos. Yo admiraba, y admiro, a algunos. Por eso la conmoción fue mayor. Por ejemplo, Mariano José de Larra dejó escrito: “El gallego es un animal muy parecido al hombre, inventado para alivio del asno”. Algunos autores del Siglo de Oro, como Góngora, Lope de Vega o Quevedo, eran especialmente hirientes. Más lecturas. Más impresiones de una identidad negativa. Para Paul Lafargue, autor de una obra simpática, El derecho a la pereza, el gallego es de una estirpe maldita por su sumisión al trabajo. “No hay tierra menos conocida ni más calumniada que Galicia”, dice en suViagem na Espanha (1923) Anselmo de Andrade. He vuelto a La Biblia en España, de George Borrow, una deliciosa obra, y allí se recoge una interesante conversación en una fonda de Lugo. Un viajero exclama apesadumbrado: “¡Ay, Dios mío! A bonita tierra hemos venido a parar”. Todavía me deja meditabundo la respuesta de Borrow: “No veo por qué les parece a ustedes tan malo un país que por su naturaleza es el más rico y abundante de toda España. Cierto que la generalidad de los habitantes está en la miseria; pero la culpa es suya, no de la tierra”.

La imagen es lejana. El gallego, la generalidad, ya no vive en la miseria. Pero tengo la sensación de que, en general, el gallego compartió siempre esa punzante contradicción formulada por aquel curioso vendedor de biblias. Galicia nunca fue pobre. La gente, sí. Pero, ¿la culpa? Habría que preguntárselo a Arsenio.

Hay una cosa muy importante que también llegó por mar, en un barco inglés: el primer balón de fútbol. Es un planeta en miniatura. El fútbol fascina porque es una guerra simbólica. Es el gran deporte mundial. He comprobado que a Galicia se le conoce mucho más en el mundo desde que el Deportivo de A Coruña hizo unas cuantas gestas importantes y juega en la Liga de Campeones. La vida es así. Para crear una identidad hay gente que tiene que escribir una enciclopedia de 50 tomos durante 50 años. El fútbol, en cambio, te crea una identidad en una tarde de gloria, de una patada virtuosa. Arsenio, que ahora entrena a niños, fue un hombre que invirtió algunos prejuicios en simpatía. Lo que muchos spin doctors saben sobre Galicia se resume en dos ideas: una, los percebes saben a Dios, y dos, si encuentras a un gallego en mitad de la escalera no se sabe si sube o si baja. Arsenio hizo saber, de forma entrañable, que una cosa es coger los percebes del plato, y otra, muy distinta, del mar, y que, por una escalera, a veces se baja cuando se cree estar subiendo.

Vayamos por tópicos.

El gallego es ciclotímico. Tiene momentos de euforia y de disforia. Comparable con el guerrero celta, del que se dijo que era tan bravo en la acometida como propenso al desaliento. Ésa es una conclusión a la que llegó Vicente Risco, pionero de la etnografía, después de escribir miles de páginas sobre el carácter gallego, y pocas, lástima, sobre sí mismo. Pero creo que es una conclusión que vale para todo el mundo, tanto para los celtas como para los ciclistas. En Galicia hubo buenos ciclistas. Por ejemplo, Delio Rodríguez, Álvaro Pino, que llegaron a la cima, y Raúl Rey, que siempre llegaba de último, lo que es complicadísimo. Te hablaba de Vicente Risco. Era un gran erudito. Sabía más que nadie sobre el demonio. Pero cuando se le presentó delante no lo supo ver. Se sumó al fascismo español y escribió algunos disparates sobre las razas que él mismo después procuró olvidar.

Galicia es morriña. Tengo morriña, tengo saudade. Es una palabra que exportamos. Que aparece en otros diccionarios. En el de la Real Academia Española. En el Collins inglés. Es una palabra que te regalo, para que difundas en tu planeta, pero adminístrala con prudencia. Morriña significa extrañar algo, nostalgia, melancolía. Está asociada a una historia de dolor, de pérdida, de emigración. Yo escuché, en algún centro de emigrantes, en la noche invernal de Suiza, alguna balada de morriña que hacía trabajar a cien el corazón. Como la saudade en el fado portugués o la morna caboverdiana. El gran baladista gallego fue Pucho Boedo, con su grupo Os Tamara, que recorrió los salones húmedos de los bailes de emigrantes.

Pero ten cuidado con la morriña. Le ha colgado al gallego un sambenito de pueblo triste. Y además es un comodín que lo mismo sirve para un discurso electoral que para un dolor de muelas.

Intentaré enviar por el emisor radioastronómico Mi tierra gallega cantada por Pucho Boedo.

Pucho Boedo es uno de los héroes secretos de Galicia, querido como la voz de un pueblo. En la guerra española, que empezó en 1936 y se prolongó en una larga dictadura, a Pucho le asesinaron a sus mayores, y el niño se puso a cantar como un petirrojo. En el arrabaldo coruñés, la gente suspendía las labores cuando él pasaba cantando. Y ya no paró hasta la muerte. Hoy es un tipo venerado. Sus casetes son música barata, de la que se vende en gasolineras y ferias. Los jóvenes músicos llevan flores a su estatua.


Ahora que lo pienso, hay muchos héroes en la memoria sentimental del pueblo que no figuran en los libros. Déjame citarte algunos. Está Foucellas, un maquis convertido en leyenda, muy galán, que asistía a los partidos de fútbol de Riazor disfrazado de cura. Lo cazaron afeitándose en el espejo de un río y lo condenaron a morir por garrote. La prensa destacó, no sé si en honor al reo, que se había traído para la ocasión al “mejor verdugo”. Está Ramón Sampedro, un marinero que se quedó tetrapléjico y que conmovió al mundo ejerciendo ante una cámara de vídeo lo que los tribunales le habían negado: el derecho a morir dignamente. Otro héroe es Chichi Campos. Se murió joven. Un despido totalmente improcedente, porque Chichi Campos era el humorista gráfico de nuestro tiempo. Un humor crítico, heterodoxo y sutil. La vanguardia irónica. Contra el complejo de inferioridad, Chichi publica una parodia de anuncio publicitario: “En Suiza existe una clínica ultramoderna que te opera de gallego por 10.000 duros”.

La fórmula de un presunto carácter gallego sería H + M = I (humor más morriña, o melancolía, igual a ironía). Melancólicos somos todos, pero lo que de verdad tiene prestigio en Galicia es el humor.

Déjame que te cuente otra historia. Aparece en Contos da Coruña, de Xurxo Souto. Ocurre durante un recital del grupo La Flor de la Poesía. El público escucha con emoción el poema de un vate que tiene por tema la desesperación de un amante no correspondido. Despechado, decide poner fin a su vida y se arroja al asfalto desde un quinto piso. En el límite del patetismo, el rapsoda termina: “Y el reloj en su muñeca / latía todavía”. Entonces, de entre el público surge una voz: “¡Manda carallo! / Y ¿de qué marca sería?”. Era la voz del gran pintor del surrealismo marino Lugrís Freire, quien un día tuvo la osadía de subirse a un barril en el puerto, en tiempos de la dictadura, y arengar a la muchedumbre que despedía a los emigrantes embarcados en el Auriga hacia Venezuela: “¡Madres y esposas gallegas que me escucháis! No lloréis a vuestros hijos y esposos que se van, pues aún nos queda el Caudillo”.

Franco, el dictador, era gallego. También lo eran Pablo Iglesias, el fundador del socialismo español, y Ricardo Mella, del anarquismo. Según una encuesta, para los gallegos de hoy el personaje gallego más popular del siglo XX fue Castelao.

Hay dos grandes revoluciones en la historia de la mirada gallega. Rosalía de Castro encarna la melancolía, pero es una melancolía activa, rebelde contra el estado de cosas. Denuncia “a los que sin razón ni conocimiento nos desprecian”. El gallego es el negro de España. Castelao, el padre fundador de la nación gallega, aquel hombre tan popular muerto en el exilio, era un humorista. Es más cosas. Pero rompe el círculo minoritario de la cultura galleguista gracias al humor. Cada viñeta en prensa, cada estampa del álbum Nós, equivale a un fogonazo de verdad e ironía que todavía emite luz, tantos años después.

El caciquismo no es un producto típico de Galicia, como algunos piensan, pero arraigó por culpa del jamón. Ahora se habla mucho de los líderes de opinión. El cacique era líder de opinión y del jamón. Un poderoso parásito del hombre y del cerdo, que respondía en sus actos al principio formulado por Leck: “El conocimiento de las leyes no exime de su cumplimiento; su conocimiento, sí”. La cabaña porcina se ha incrementado mucho en Galicia, pero el caciquismo ha tenido que metamorfosearse para conservar el poder. Hay un poscaciquismo en el que el valor del voto ha desplazado al jamón, y hay que ganárselo. Galicia ya no es abstencionista. En general, el comportamiento político de los gallegos no difiere mucho del resto de Europa. La forma en que se ejercer el poder, sí. El veterano presidente fue ministro radiactivo de la dictadura, y eso se nota. Ha cocido un menú populista con muchos ingredientes típicos. La elección es democrática, pero la realidad, intimidatoria.

Galicia envejece. Castelao decía: “El gallego no protesta, emigra”. Ahora diría: “El gallego no protesta, no nace”. El índice de natalidad figura entre los más bajos del mundo. El rasgo electoral más específico es que la tendencia aparece muy ligada a la edad. No es la pertenencia al mundo rural o urbano. La mayoría de los mayores son conservadores. Y la mayoría de los jóvenes son reformadores. En el campo y en la ciudad. Ocurre que la mayoría son los mayores. A un alcalde conservador le hicieron notar que había perdido votos en su municipio. Y él respondió con naturalidad: “No perdí votos, se me murieron”.

Me preguntas cuánto vale Galicia. Veo que sois una civilización técnicamente muy avanzada.

La catedral de Santiago, que es la gran joya de Galicia, fue tasada por el catastro en 6.000 millones de pesetas. Se consideró una ofensa. Y no me extraña. ¿Vale el Pórtico de la Gloria menos que el contrato anual de un futbolista? Y eso sin contar el Botafumeiro.

Los economistas distinguen entre rendimiento y riqueza, entre cuenta de resultados y activos. Y afirman que el rendimiento, la producción, en Galicia no se corresponde con la riqueza, con los activos. Que Galicia vale más de lo que parece, como le ocurre a la catedral con los del catastro. Comparándola con situaciones similares en Europa, Galicia está estacanda. La poesía lo expresa mejor que muchos informes: “Un paso adelante y otro atrás, Galicia”. Se mira con un ojo a Irlanda y con otro al norte de Portugal. Se han desarrollado más. Como en los pasos de la danza tradicional, Galicia se mueve en progresión retardada. Pero hay que ser optimista. Hay abundante agua, el bien más escaso del planeta. Y hay buen vino.

Me gustaría enviarte una botella de vino.

La cosecha de este año será excelente. Los vinos gallegos han mejorado mucho. Los blancos albariño de las Rías Baixas, godello de Valdeorras o Ribeiro figuran entre los mejores amigos del ser humano. Son imaginativos. Y Álvaro Cunqueiro aconsejaba que, además de catarlos, había que oírlos: en unos se escucha el mar, y en otros, el brincar de las truchas en el atardecer del río.
Hay más milagros, donde Galicia rompe el estigma de periferia. De las dos empresas que más facturan en Galicia, una es una multinacional francesa que fabrica coches (Citroën, en Vigo) y la otra es una multinacional de cuna gallega que fabrica ropa (Zara-Inditex). Amancio Ortega, el fundador, que aparece en la lista de hombres más ricos del mundo, comenzó su carrera textil pedaleando una bicicleta como repartidor de una camisería coruñesa. Todo nació en un pequeño taller de costura. Ortega es la pura intuición, y su caso se estudia en las universidades de todo el mundo. Pero el milagro de Zara tiene otro secreto, que no sé si lo explican en los masters. Las costureras gallegas. Zara encontró la base en miles de mujeres cualificadas. Las campesinas sabían coser.

Los milagros económicos, cuando se basan en el ingenio y en el trabajo, no son milagros. Hay otros casos que demuestran que el problema del atraso de Galicia ha sido culpa del mal gobierno. Pescanova y Zeltia. Pescanova fue pionera en la venta de pescado congelado. Pero además puso en marcha su propio sistema de diplomacia internacional, ante la inoperancia de la administración. Por ejemplo, se adelantó en reconocer a los independentistas de Mozambique y Namibia, y en constituir formas de cooperación que no pasaran por la simple rapiña de recursos. Zeltia, hoy una empresa puntera farmacéutica en el mundo, empezó su andadura en la posguerra con un grupo de investigación constituido por republicanos desplazados de la docencia.

El gallego, en quien creyó siempre fue en la vaca. El mundo no se vendría abajo si la vaca estaba sana. La vaca, con su mirada pacifista, fue la que conquistó a todas las oleadas de aliens que formaron Galicia. Ese tótem protector se ha tambaleado por una peste causada por la codicia. Y por la locura. La vaca carnívora. También en eso Galicia está en el mundo. Si salva ese tótem será, de nuevo, gracias a la “invencible resignación de la hierba”.

Hay otras tres cosas, tres fetiches que me gustaría enviarte. Son muy antiguos y muy futuristas a la vez. Me darías la razón si los vieses. Un amuleto de san Andrés de Teixido, una gaita y un pulpo.

Bueno, el pulpo no es una cosa. Es una criatura del mar, con toda la pinta de proceder de otro planeta, que el gallego convirtió en delicatessen. El marisco, emblema de la gastronomía gallega, nace de un principio: todo ser extraño es susceptible de ser comestible. Cuanto más raro, más rico. No hay nada en el mundo que odie más el gallego que el pasar hambre. Disfruta comiendo, y sobre todo invitando a comer. Si el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional estuviesen en manos de gallegos seguirían mandando las multinacionales, pero ten por seguro que nadie se moriría de hambre en el mundo.

Cuando las hambrunas de 1850, coetáneas con las de Irlanda, por la peste de la patata, y el largo periodo de hambre de la posguerra española, que impulsaron grandes migraciones, la gallega juró, como Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó, que nunca, nunca jamás ella y los suyos pasarían hambre. Y lo cumplió.

Un sueño gallego es criar en las rías la mayoría de los peces que consume. Pronto sería posible si evitase la contaminación. En los últimos años se han multiplicado las granjas marinas. Y sería bueno que los pescadores encontrasen un futuro en tierra sin apostar la cabeza, a veces en semiesclavitud, donde ya nadie se la juega.

El amuleto de san Andrés de Teixido, figurillas de pan duro tintadas con colores vivísimos, es un símbolo del animismo latente en el cristianismo gallego.

La mayoría de Galicia se confiesa católica. Las instituciones autonómicas, como parte del estado español, son aconfesionales, es decir, más católicas. Si el veterano presidente imprimiese papel moneda, rezaría como en los billetes de dólar: “We trust in God. Y punto”.

El primer sermón dirigido especialmente a los gallegos, De corretione rusticorum, fue para amonestarles por creer que las fuentes, los árboles y las piedras hablaban. Siglos después vino Rosalía de Castro con sus poemas, y volvieron a hablar las fuentes, los árboles y las piedras.

En cada lugar de culto pagano se alzó una ermita, un templo, un cruceiro o un peto de ánimas. Yo creo que el gallego se hizo cristiano por el gusto de hacer iglesias. Se ha dicho que los canteros gallegos hicieron románico con el granito como hacían hilos de seda los gusanos de las moreras. La más hermosa arquitectura de Galicia. Miles de templos que fueron de piedra policromada y hoy tienen el verde y oro que pinta la lluvia. De Galicia podemos decir lo que un personaje de un relato de Marcial Suárez sobre Allariz: “No hay en el mundo lugar con más iglesias por católico cuadrado”.

La religiosidad gallega la protagonizan los santos. Y los santos tienen que ser productivos. Uno de los santos más queridos es el Santo dos Croques de la catedral de Santiago: era el mestre Mateo, el arquitecto. Según cuenta Quico Cadaval, un sacerdote, harto de que se confundiese la jerarquía, quiso dejar claro que en el vértice de todo estaba Dios. Y dijo en la homilía: “¡Ya está bien de tanto san Antón, san Antoniño! San Antón, al lado de Dios, es un mindundi”.

Con una gaita arrasarías en tu planeta. Fíjate en la forma. Te hablo de la gaita de verdad, la que hay que tocar con todo el cuerpo. Es un instrumento galáctico.

El gaitero es el verdadero héroe popular en la tradición gallega. Lo es también en la modernidad. Sobre todo si es gaitera. Como Susana Seivane, Cristina Pato y Mercedes Peón.

Al gaitero de Ventosela, una de las leyendas, fueron a recibirle miles de personas cuando volvió de una gira por América. Bajó del barco. En un hombro traía la gaita; en el otro, muy pinturero, un loro. En Galicia hay 50.000 gaiteros. Cansados de tener miedo, en el último terremoto, en Triacastela, salió un gaitero y la gente pasó la noche bailando.

La gaita se ha subido a todos los escenarios, adaptado a todos los estilos. Es un buen símbolo de una fecunda reinvención cultural. Milladoiro, Carlos Núñez, Budiño, Luar na Lubre o Berrogueto son hitos en la proyección internacional de la música gallega. Pero la última revolución que rompe moldes en la llamada música étnica es el Isué de Mercedes Peón.

Intentaré que te lleguen por radioastronomía otros muchos estilos, desde elfolk hasta el rap de Pinto de Herbón y Marisol Manfurada o el hip-hop de Jarbanzo Negro o Cinco Talegos, pasando por el mix inclasificable de A caricia da serpe, de Lino Braxe. Galicia es música. Se dice que los gallegos son insolidarios, pero lo primero que hace un gallego, sea donde sea, es intentar montar un grupo, aunque sea de flamenco.

La i del alfabeto gallego es de ironía, pero también de imaginación. Como referentes fundamentales en los últimos años, la nación Reixa y el movimiento bravú, que dio lugar a un rock indómito, pero que se ramifica en todos los ámbitos creativos. Una buena forma de aterrizar en ese planeta es el portal www.bravu.net. Otro genérico, para ahondar en la cultura gallega, es www.vieiros.com. En expresiones artísticas, la factoría más atrevida de Galicia, totalmente autónoma, es la sala Nasa, en Santiago. Allí, como en otros sótanos de la creación, late el espíritu libre y carnavalesco que es ellogo de la cultura y el arte gallegos desde las górgolas burlescas de los canteros y las poesías de escarnio de los cancioneiros medievales.

En la proyección Galicia 2010 se cifran muchas esperanzas en la llamada industria de la cultura y el entretenimiento. Las factorías de la imaginación están conjurando el estigma de la periferia y el provincianismo. La literatura gallega ha tenido grandes escritores, pero ahora también tiene un público. Existe una industria audiovisual, que produce para televisión, pero que ya se aventura en el cine. A Galicia le hace falta cine. Verse en el cine, con sus vaqueros y sus gánsteres anfibios.

Galicia no es taurina. En el inconsciente gallego sigue vigente el comentario de Castelao ante un cartel taurino: “¡Lástima de bueyes!”. Hubo un torero gallego que era cojo, Celita, y otro un poco indeciso, Caramés, al que le cantaban en A Coruña: “Sal a torear, Caramés, / no seas torero de otoño, / mira que te están mirando / las chavalas de Vioño”.

Galicia es televisión, como todo el mundo. El gallego se pasa una media de tres horas ante la televisión. Gracias a la televisión hay tresillo en casi todas las casas. La televisión gallega no es peor que las otras, aunque hay demasiadas interrupciones publicitarias del veterano presidente. Pero también salen Bogart e Ingrid hablando gallego en Casablanca. Y eso puede salvar una lengua.

Dicen que en un plazo corto desaparecerá el 60% de las 8.000 lenguas que se hablan en el mundo. El gallego no estará entre ellas. Sobrevivirá bien. Tiene también “la invencible resignación de la hierba”. La iniciativa más importante de los últimos años para promocionar el gallego no ha surgido de la Administración, sino en la Red, de forma independiente, sin apoyo oficial alguno y coordinada desde Buenos Aires por un informático argentino, Roberto Abalde, descendiente de gallegos. El Grupo Galego 21 es un modelo fascinante. Una especie de ONG de la lengua gallega, con gente colaborando en todo el mundo, desde casa o desde cibercafés. Han desarrollado, entre otros logros, el Proyecto Rianxo (un traductor castellano-gallego para Internet), una Biblioteca Virtual Galega y un servidor educativo llamado Lapis de cores. Si mejora la educación, un niño escolarizado en Galicia podrá manejarse bien en al menos tres lenguas: el gallego, el castellano y el inglés. Y descubrirá que la suya le permitirá entenderse bien en Portugal, Brasil, Mozambique o Timor Este.
La historia de Galicia no se puede confundir con la del galleguismo, y menos con la del nacionalismo. Pero sin ese movimiento, Galicia continuaría tras el río del olvido. Los ilustrados galleguistas empezaron bien. Las Irmandades da Fala definieron así el país: “Galicia, célula de universalidad”.

Quizá no sea casualidad del todo que tengan origen gallego dos de las figuras que mejor encarnan una mundialización alternativa: Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, y el cantante Manu Chao.

En Galicia hay un sentimiento fuerte de identidad, pero no excluyente. El independentismo es muy minoritario. Cuando es nacionalista, el gallego prefiere un nacionalismo tranquilo. El 55% de los gallegos se siente tan gallego como español; un 27%, más gallego que español, y un 7,8%, únicamente gallego. Supongo que hay días. Yo a veces me siento de Nueva Zelanda, en los antípodas, como Manuel Novoa, un gallego que vive entre ciervos al pie del monte Cook.

Me ha emocionado tu primera pregunta y la he dejado para el final. ¿Qué tiempo hace por ahí?

¡El tiempo! Lo primero que hace un gallego al levantarse es buscar una vista al cielo. Hay gente que hace veinte flexiones, que se preocupa por la cotización del yen, que se santigua o que se toma un prozac. El gallego, no. Antes que nada, elabora su parte meteorológico. Creo que es el único lugar de España donde la transmisión en directo del paisaje celeste alcanzaría el máximo nivel de audiencia y competiría con Crónicas marcianas. “Atención, señores, ¡conectamos con un vendaval en Ortegal! ¡Ahora, un chaparrón en Escairón! ¡Magnífico orballo en Carballo! ¡Cuando llueve y calienta el sol anda el demonio por Ferrol! ¡El valle de Fragoso, muy luminoso; el de Miñor, mucho mejor, y el del Rosal, no tiene igual!”. El gallego permanecería hipnotizado ante la pantalla, murmurando como Baudelaire: “¡Ah, las nubes! ¡Las maravillosas nubes!”.
La impresión general fuera de Galicia es que Galicia es lluvia. Lamentablemente, sólo llueve una media de 150 días al año.

“Isto non é Hawai, nin falta que fai!”, cantaba Johny Rotring, de Radio Océano, abanderado de la movida atlántica. Fai un sol de carallo fue la memorable canción de antiverano de la Galicia Caníbal de Antón Reixa. “Al llegar el fin, que la vida nos dé un rayo de sol como último sacramento natural”, escribe Antonio Tovar Bobillo, que se define como “ateo solitario” en un asombroso Diario íntimo dun vello revoltado (Diario íntimo de un viejo rebelde).

La ciencia dice: “Dentro del dominio atlántico, el clima gallego presenta rasgos diferenciales que le asemejan a climas atlánticos subtropicales”. Eso es. Entre los fiordos y Bora-Bora. El paraguas como antena paranoica. El clima como metáfora. La vida como un fenómeno atmosférico.

Un gran pintor, Pablo Picasso, que vivió dos años de su infancia en A Coruña, se llevó como recuerdo el viento. Hay una psicología de los vientos. Los vientos tienen nombre. El más peligroso es el que los pescadores llaman el viento de las viudas. Víctor Omgá, un joven de Camerún que acaba de publicar en gallego su odisea de inmigrante, As calexas do medo (Los callejones del miedo), aprecia el repique de la lluvia que le acompañó en la soledad de tres años clandestino. A un compatriota suyo, maravillado por la nieve, le pasó por la cabeza enviar un puñado por correo.

La niebla, oficialmente, reside en Londres. Pero un londinense de cuna, filólogo y traductor del gallego al inglés, Jonathan Dunne, dice que la primera vez que vio la niebla de verdad fue al apearse de un tren en Lugo. Se sintió en un planeta extraño. Hasta que un día, en una cafetería, se fijó en un anciano que, a su vez, contemplaba la lluvia por el ventanal. Llovía y llovía desde hacía rato. En un momento determinado, el viejo se volvió y le dijo: “¿Qué? Parece que llueve”.

Me gustaría enviarte un fardo de niebla. A veces la niebla sirve para ver mejor.

Manuel Rivas. 


viernes, 29 de septiembre de 2017

LA MUJER EN EL ANTIGUO EGIPTO.



La situación de la mujer en Egipto era sensiblemente mejor que sus vecinas de Mesopotamia. La mujer egipcia tenía, en teoría, una situación legal igual a los hombres. Sin embargo, la supuesta igualdad teórica, no tenía un reflejo en la realidad social cotidiana.

La mujer en Egipto. “Legalmente la egipcias poseían numerosos derechos e, incluso, era frecuente que los hijos se designaran por el nombre de la madre. Podían entrar y salir cuando querían; sus ocupaciones eran variadas: tocaban instrumentos, cantaban, tejían y dedicaban mucho tiempo al cuidado de su persona. Casi todas las egipcias se casaban. La mujer acompañaba a su marido en diferentes actividades y juntos administraban los bienes del matrimonio” (Diccionario de civilización egipcia. Larousse).

Familia y matrimonio. También en Egipto la mujer estaba sometida a la autoridad del marido, aunque algunos investigadores están convencidos que las egipcios pasaban por ser de las mujeres mejor tratadas de toda la antigüedad.

Por otra parte, los egipcios consideraban que un matrimonio debía basarse, en gran medida, en el amor, el afecto y el respeto. Por este motivo era posible el divorcio cuando un matrimonio no funcionaba.

Mujer propietaria. La posición de la mujer egipcia era bastante próxima a la del hombre, no existiendo restricciones legales que imposibilitaran el desarrollo de actividades económicas por parte de la mujer. Las féminas podían tener propiedades, comprar y vender, pedir (y conceder) préstamos, recibir herencias, e incluso interponer pleitos.

Hombres y mujeres podían testar y legar sus bienes a quienes ellos hubiesen decidido. En caso de no existir testamento, la herencia se repartía a partes iguales entre sus hijos. Existía una condición legal; el hijo (o hija) que no ayudase a cubrir los gastos del entierro, perdían sus derechos hereditarios (y por tanto la parte correspondiente de los bienes).

Trabajo. En función del sexo, existía en el Antiguo Egipto una clara división del trabajo. A las mujeres se les reservaba tareas concretas en determinados ámbitos; el campo y el hogar.

Las tareas agropecuarias específicas de la mujer eran, la recolección, separar el trigo de la paja, el esquilado de las ovejas y la preparación de la lana.

En el hogar, puesto que se consideraba indigno que un hombre realizase cualquier tarea doméstica, la mujer horneaba el pan, cocinaba otros alimentos, elaboraba combustible a partir de excrementos de vaca, fabricaban la cerveza, tejían y confeccionaban los vestidos y preparaban las medicinas.

Dueñas del Hogar. Como en todas las sociedades clásicas y tradicionales (antiguas y modernas), el marido (y padre) era el cabeza de familia, mas tenemos evidencias que en Egipto (y en muchas otras sociedades mediterráneas), la mujer era la auténtica “dueña del hogar”, y el marido jamás interviene en los asuntos domésticos (tácitamente no debe interferir en nada que tenga que ver con el funcionamiento del hogar).

Por otro lado, las dueñas del hogar podían obtener ingresos extras de diferentes fuentes, como la explotación de un pequeño huerto o la fabricación de ropa y otros complementos textiles.

No obstante, aunque las mujeres podían administrar sus propiedades, la realidad era que no tenían grandes posibilidades de desarrollarse y proyectarse fuera del hogar. Incluso en el caso de heredar tierras, precisaban de la intervención de un hombre (marido, hermano y otro familiar) para llevar a cabo las tareas relacionadas con la explotación agrícola.

Y como no podían encontrar trabajo fuera de la casa, su situación real terminaba siendo de total dependencia del hombre (marido o padre).

Títulos femeninos. Al igual que los hombres, las mujeres también podían poseer títulos de nobleza; los dos más importantes eran la madre y la mujer principal del faraón. El faraón todopoderoso podía tener muchas mujeres y un multitudinario harem con concubinas, pero siempre había una esposa principal que contaba con un estatus especial, como fue el caso de Nefertary, la esposa favorita de Ramsés II.

Las hijas y las hermanas del faraón también formaban parte de esa nobleza. En realidad se trataba únicamente de menciones honoríficas, cargadas de connotaciones de prestigio, pero carecían totalmente de cualquier prerrogativa, poder o autoridad real.

Sacerdotisas En la sociedad egipcia, las mujeres sacerdotisas también gozaban de una importante posición y prestigio.

Espejos y cosméticos. Atendiendo a los numerosos hallazgos arqueológicos, las mujeres egipcias, especialmente las de las clases altas, pasaban parte de su tiempo entre espejos, ungüentos y cosméticos. Mantener la belleza, como en cualquier época y lugar, era de gran trascendencia para la mujer egipcia.

Cortesanas. Un camino para verse libre de la tutela de los hombres era convertirse en cortesana o mujer de compañía. Algunas cortesanas egipcias, famosas por su exotismo y belleza, consiguieron gran fama y poder al convertirse en personas de gran influencia entre las clases más poderosas.


jueves, 28 de septiembre de 2017

BATALLA DE RONCESVALLES.



La tropa avanza despacio por el tupido bosque, los hombres están exhaustos por el prolongado ascenso, garganta seca y piernas pesadas, las bestias que cargan con la impedimenta deben ser azuzadas para que continúen caminando, los árboles van cerrando el paso, la senda es cada vez más estrecha. El Sol hace mucho rato que alcanzó su cénit y comenzó a descender lentamente. Todo estaba en calma y nada hacía presagiar lo que estaba a punto de suceder. Un grito estridente, un rumor de pasos y una profusa lluvia de piedras y dardos que cayó sobre la columna. Enormes rocas bajan rodando la ladera desbaratando la formación y una horda de aguerridos vascones, surgida de las entrañas mismas de la tierra, se lanza ululando a masacrar a los sorprendidos soldados. Un par de horas más tarde los cadáveres francos aparecen esparcidos por las cumbres pirenaicas, mientras sus verdugos regresan con premura a sus refugios.

Verano del 778, 15 de Agosto, la retaguardia del ejército de Carlomagno, dirigida por Roldán (y los Doce Pares de Francia) es aniquilada por los vascones en algún angosto desfiladero de los Montes Pirineos. Aquella escaramuza, pues no puede denominarse batalla a lo que en realidad fue una emboscada, acabó convertida en obra cumbre de la épica literaria medieval, el Cantar de Roldán – Chanson de Roland – y en la partida de nacimiento del Reino de Navarra.

"Mientras se combatía contra los sajones en esta guerra interminable y sin apenas tregua, Carlos hizo colocar guarniciones a lo largo de los puntos estratégicos de las fronteras y a continuación atacó Hispania con el mayor contingente bélico de que dispuso. Atravesó el desfiladero de los Pirineos, acepto la rendición de todas las fortalezas y castillos que asaltó y volvió con el ejército sano y salvo si se exceptúa que, a su regreso, tuvo ocasión de experimentar súbitamente la perfidia vascona en las mismas cumbres de los Pirineos. En efecto, cuando el ejército avanzaba en larga columna, a lo que obligaba el desfiladero, los vascones, emboscados en lo alto de los montes -pues éste es un lugar idóneo para preparar emboscadas dada la espesura de sus numerosos bosques- se precipitaron sobre los carruajes que marchaban en último lugar y sobre los que protegían el grueso del ejército cubriendo la retaguardia y los arrojaron al fondo del valle. Una vez entablado el combate, mataron a todos sin excepción y, después de saquear los bagajes, se dispersaron con gran rapidez al amparo de la noche que ya empezaba a caer. En este caso favorecía a los vascones la ligereza de su armamento y la disposición del terreno en el que la batalla tuvo lugar; a los francos, por el contrario, la pesadez de su armamento y la irregularidad del terreno los dejó en situación de total inferioridad frente a los vascones. En esta batalla hallaron la muerte, entre otros muchos, el senescal Egihardo, el conde de palacio Anselmo y Roldan, prefecto de la marca de Bretaña. Y ni siquiera se pudo vengar de inmediato este revés porque el enemigo, al acabar el combate, se dispersó tan rápidamente que no quedó indicio alguno de dónde se le podía buscar".
Eginardo. Vida de Carlomagno.

Del mismo modo que los asturianos tienen Covadonga, los navarros tienen Roncesvalles. Los vascones para defender su independencia dieron a Carlomagno una lección que tardaría en olvidar.

Prólogo en Alemania.
En el año 777 los musulmanes del Valle del Ebro mandaron una embajada a Carlomagno encabezada por el valí Sulayman al – Arabí. El encuentro se produjo en Paderborn. Por aquella época el rey de los Francos presumía de una trayectoria victoriosa en sus guerras contra sajones, lombardos y gascones, de manera que Sulayman al – Arabí pensaba que era el aliado ideal para enfrentarse al emir cordobés Abderramán I. Como recompensa el embajador musulmán ofrece a Carlomagno un suculento presente, la ciudad de Zaragoza.

Una campaña estival.
Carlomagno decide inmiscuirse en los territorios transpirenaicos y de paso desplazar sus frontera más hacia el sur, para ello organiza una expedición al valle del Ebro. Esta maniobra se corresponde con la típica campaña estival que solían emprender los reyes francos.

El futuro emperador reúne un heterogéneo ejército formado por lombardos, francos, burgundios y frisones, y emprende la marcha. Las tropas serán divididas en dos cuerpos de ejército, que atravesarán la cordillera pirenaica por dos lugares diferentes, para en un movimiento de tenaza, converger en Zaragoza. Uno de ellos, dirigido por el duque de Tolosa, atravesó los Pirineos por Gerona, para llegar a Zaragoza vía Barcelona. El otro, encabezado por el propio emperador, cruzó la cordillera por Roncesvalles y Pamplona. La ruta que siguió Carlomagno es posible que se corresponda con el itinerario que utilizaban los peregrinos jacobeos al cruzar los Pirineos.

“El rey Carlos, nuestro emperador, el Grande, siete años enteros permaneció en España: hasta el mar conquistó la altiva tierra. Ni un solo castillo le resiste ya, ni queda por forzar muralla, ni ciudad, salvo Zaragoza, que está en una montaña. La tiene el rey Marsil, que a Dios no quiere. Sirve a Mahoma y le reza a Apolo. No podrá remediarlo: lo alcanzará el infortunio”.
Cantar de Roldán.

Carlomagno se presentó ante las murallas de Zaragoza con la intención de tomar posesión de la ciudad, pero el valí Marsil, se negó a dejarlo pasar. Carlos encolerizado puso sitio a la plaza. Los francos se estrellaban una y otra vez contra la vieja muralla romana. Y así transcurrió un largo mes.

Casus belli.
El tiempo corría a favor de Zaragoza, el verano se iba acabando y pronto los pasos pirenaicos estarían intransitables. No quedaba más remedio que levantar el sitio y regresar a casa. El proyecto de Carlomagno de establecer la frontera al sur de los Pirineos había fracasado.

Ofuscado, y para liberar tensión entre sus hombres, en la retirada ataca Pamplona y destruye sus murallas, para doblegar su voluntad y poner fin a la oposición de los vascones. Buscaba una victoria para subir la moral y volver a casa con algo en los bolsillos. Los deseos de venganza no tardarían en ser satisfechos.


Emboscada.
El 14 de agosto el ejército franco, esta vez en un sólo cuerpo, acampó a los pies de los Pirineos, en un algún lugar amplio y llano, última barrera entre este tierra inhóspita y el hogar.


 El grueso del ejército madrugó para encarar los terribles puertos por la mañana temprano. La retaguardia iniciaría la marcha bien entrado el medio día.

Trescientos vascones esperaron pacientemente emboscados en el bosque la llegada de la retaguardia que estaría compuesta por unos mil hombres. Los vascones tenían experiencia militar suficiente y supieron sacar ventaja del conocimiento el terreno. Una andanada de piedras y dardos sirvió para desorganizar el ejército, cuyos hombres acumulaban cansancio tras varias horas de marcha por la montaña. Un ejército que había conquistado media Europa, pero que llegó fatigado a la cumbre, fue completamente aniquilado en poco tiempo.


Los Annales Regii escritos en el 801 es la fuente más antigua que tenemos sobre la batalla: "En el somo del desfiladero, los vascones, emboscados en las alturas, atacaron al ejército en tumulto. Aunque los francos eran manifiestamente superiores a los vascos en armas y en valor, fueron dominados por ellos a causa del carácter desigual de las posiciones y de la manera también desigual de combatir. La mayor parte de los capos [altos oficiales] de palacio, a los cuales había dado el rey el mando de sus tropas, perecieron en esta acción; fueron robados los equipajes, y el enemigo, favorecido por el conocimiento que tenía del lugar, se dispersó de inmediato".



A partir de aquí la bruma del tiempo cubrió lo sucedido, no existe documento que señale el lugar de la batalla, la tradición oral se convirtió en cantar de gesta (donde los vascones mutaron en sarracenos) y de boca a boca Roncesvalles fue celebrada como la batalla más famosa de toda la Edad Media. Aunque para ser justos, la importancia del Cantar de Roldán es infinitamente superior a la batalla en sí.




miércoles, 27 de septiembre de 2017

EL PLANETA DE LA VIDA.





Comparado con el resto de planetas (y satélites) del Sistema Solar el Planeta Tierra presenta una significativa peculiaridad, es el único que alberga vida (al menos que tengamos constancia). Ahora bien ¿qué circunstancias han hecho posible la existencia de vida en nuestro planeta?.

- La Tierra se encuentra dentro del Sistema Solar en una zona de habitabilidad, a una distancia justa del Sol. Si estuviésemos más cerca las temperaturas serían demasiado elevadas, y si estuviésemos un poco más lejos, esas temperaturas descenderían de tal manera, que el desarrollo de la vida (tal como la conocemos) sería imposible.

- Presencia de agua líquida. En relación a la distancia al Sol y a la temperatura, en la Tierra se produce un hecho determinante, la existencia de agua líquida, un elemento imprescindible para la vida. Los seres vivos surgimos del agua y las reacciones químicas de nuestro metabolismo tienen lugar en un medio acuoso.

- Existencia de atmósfera. La Tierra se encuentra envuelta por una capa gaseosa llamada atmósfera. En la atmósfera encontramos gases esenciales para la vida, como el oxígeno, y además funciona como barrera protectora contra las radiaciones mortíferas del Sol.

martes, 26 de septiembre de 2017

PLANETA TIERRA, UN SISTEMA GLOBAL.




La Tierra, el Planeta Azul, es el único del Sistema Solar donde se dan las condiciones necesarias para que exista la vida. Observada desde el exterior, podemos diferenciar cuatro capas, ámbitos o partes, que forman un sistema global.


♠ Atmósfera, es la capa gaseosa que envuelve y protege al Planeta.

♠ Geosfera, se trata de la parte rocosa, la parte dura que conforma la Tierra.


♠ Hidrosfera, ocupa la mayor parte de la superficie terrestre y es el conjunto de todas las aguas del planeta, incluyendo océanos, ríos, lagos y aguas subterráneas.


♠ Biosfera, es el elemento más característico del planeta y se refiere al conjunto de todos los seres vivos que habitan la Tierra.

lunes, 25 de septiembre de 2017

LAS FORMAS DEL RELIEVE TERRESTRE.



La acción combinada de los agentes internos (terremotos, volcanes y orogénesis) y externos (agua, viento y vegetación) del modelado terrestre va creando diferentes formas de relieve. Este relieve terrestre lo podemos clasificar en tres grandes grupos; el relieve continental, el relieve costero y el relieve submarino.

A.- Relieve Continental.



El relieve continental presenta múltiples formas: 


♠ Montaña. Una elevación natural del terreno más o menos abrupta. Cuando las montañas son antiguas presentan formas redondeadas y desgastadas y se denominan macizos. Si son de formación más reciente tienen formas más puntiagudas.

Las montañas aisladas, o picos, son el resultado de la acción de un volcán, o de los agentes erosivos que han desgastado todo el entorno y han dejado en resalte las rocas más duras.

La sierra es una unidad de relieve constituida por un conjunto de montañas de escasa extensión y altitud respecto a las zonas llanas que la rodean.

Los Sistemas Montañosos son un conjunto de sierras que están separadas por zonas más bajas que se intercalan entre ellas.

Las Cordilleras son las formaciones montañosas más destacadas, de mayor importancia, extensión y altitud. Presentan formas y pendientes muy escarpadas y conforman las mayores altitudes del planeta.



♠ Valle. Es una forma de depresión del terreno que suele tener forma alargada. Existen valles fluviales (excavado por la acción de un río) y valles glaciares (abierto por un glaciar).


♠ Llanura. Superficie llana, o ligeramente ondulada, y de considerables dimensiones, situada a escasa altitud con respecto a nivel del mar (menos de 150 metros). Los materiales que forman una llanura son fruto de los procesos geológicos de transporte y sedimentación. Las llanuras fluviales se extienden por la cuenca de un río, mientras que las llanuras litorales se desarrollan en la cercanía de las costas. 

  ♠ Meseta. Elevación del terreno caracterizada por una superficie más o menos plana situada a cierta altitud con respecto al nivel del mar, generalmente por encima de los 650 metros. En ocasiones presentan una gran extensión. También se denominan zócalos o escudos. Las mesetas son fruto de la erosión continua a lo largo del tiempo. Las mesetas situadas entre importantes sistemas montañosos se denominan altiplano. 


♠ Depresión o cuenca. Un terreno hundido, de cierta extensión, con respecto a las formaciones del relieve que la rodean. En ocasiones las depresiones, o cuencas, son resultado de la acción erosiva de un río. Otras veces es la consecuencia del hundimiento de una falla (fosa tectónica)

B.- Relieve Costero. 


El litoral o costa es la zona donde entran en contacto la tierra y el mar, que interactúan entre sí para dar lugar a las diferentes formas del relieve costero. En general las costas pueden ser bajas y suaves, o elevadas y acantiladas.



♠ Playa. Superficies de suave inclinación a orillas del mar, formada por arenas o piedras sueltas. 

♠ Península. Superficie de tierra rodeada de agua por todas partes excepto por una. La península está unida al resto de la masa continental por el istmo. 


 ♠ Cabo. Un promontorio (o saliente) que penetra en el mar. Cuando un cabo posee dimensiones reducidas recibe el nombre de punta. 

  ♠ Golfo. Una entrada del mar en la costa, habitualmente de forma redondeada. La bahía es similar al golfo pero de menores dimensiones. 


  ♠ Isla. Superficie de tierra rodeada de agua por todas partes. Un grupo de islas próximas entre sí, y con una serie de características comunes (origen, clima, relieve…) conforman un archipiélago. 

  ♠ Ría. Una lengua de mar que ocupa el último tramo de una valle fluvial. La acumulación de rías en una región le confiere un aspecto de costa recortada. 


♠ Fiordo. Un fiordo se forma cuando un brazo de mar ocupa un valle glaciar.


♠ Estrecho. Un brazo de mar que separa dos masas de tierra. 

C.- Relieve Submarino. 


Cuando hablamos de relieve submarino nos referimos a la zona de la corteza terrestre que se encuentra sumergida bajo las aguas de mares y océanos.



♠ Plataforma continental. Es la zona marítima que desciende muy suavemente hasta los 400 metros. La amplitud hasta la costa oscila entre unos pocos metros y algunos kilómetros. Es la prolongación submarina de los continentes.



♠ Talud continental. El talud es un pronunciado escalón que une la plataforma continental con los fondos oceánicos. 


♠ Llanura abisal. Terreno llano y extenso en la zona más profunda de mares y océanos. Se localiza a una profundidad de entre 3000 y 7000 metros. Representa la mayor parte del relieve submarino. 


♠ Dorsal oceánica. Cordillera submarina de gran extensión. Las dorsales se sitúan en las regiones centrales de los océanos. Las zonas más elevadas de algunas dorsales pueden emerger y formar islas o archipiélagos. 


♠ Fosa marina. Gran depresión en los fondos oceánicos. Profundidad entre 6000 y 11.000 metros. En las fosas se alcanzan las mayores profundidades del planeta. En ellas, la presión del agua es enorme y la luz solar nunca alcanza su fondo.
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