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martes, 19 de febrero de 2019

UNA BODA.


Los invitados lucen sus mejores galas, danzan y saltan, comen y beben, hacen palmas y cantan alrededor del fuego, todo el mundo parece disfrutar de la celebración. Una boda es un buen momento para tratar los asuntos familiares, como bien demostró magistralmente Vito Corleone. 

lunes, 1 de septiembre de 2014

KAI-PU-PTAH Y SU ESPOSA IPEP.



Para los egipcios, quizás mas que para cualquier otra cultura del mundo antiguo, el matrimonio era algo muy importante y especial, según se desprende del importante número de esculturas que nos legaron. Un ejemplo de ello es el grupo escultórico de Kai-pu-Ptah y su esposa Ipep, de la Dinastía V y hallado en la Necrópolis de Gizeh. Kai-pu-Ptah, de piel morena, más alto que su mujer, de piel amarillenta. Rostros de mentón y mejillas redondeadas. Ojos hundidos, narices pequeñas y labios carnosos.

martes, 29 de octubre de 2013

LA MUJER EN MESOPOTAMIA



La Tierra entre Ríos vio nacer las primeras ciudades de la historia y organizaciones sociales estatales. En estas civilizaciones jerarquizadas, potámicas y agrícolas, el papel de la mujer era de sumisión total al hombre.

Las leyes inscritas en el Código de Hammurabi, describen los derechos y las obligaciones de las féminas. Gracias a documentos de esta naturaleza nos podemos hacer una idea de como era su forma de vida.

Sumisión de la mujer. La mujer en Mesopotamia estaba totalmente sometida a la autoridad del hombre, normalmente al padre o al marido. En ausencia de ambos el tutor de la mujer podía ser un tío paterno o un hermano. El hombre era, por tanto, el cabeza de familia, de la misma manera que el rey, se situaba en la cúspide de la pirámide social.

Para la sociedad mesopotámica la legitimidad de la descendencia era esencial, por ello, se reprimía totalmente la libertad sexual de la mujer.

Matrimonio, dote y precio de la novia.. También en Mesopotamia van a nacer tres instituciones básicas para entender las relaciones entre hombres y mujeres.

Matrimonio. El matrimonio es un contrato que recoge las condiciones en que se establece la unión entre un hombre y una mujer, y por tanto, debe estar sancionado por la ley. En el caso de Mesopotamia tenemos el ejemplo del Código de Hammurabi que recoge las condiciones que debe cumplir un matrimonio para que se considerado legal. Los matrimonios normalmente eran acordados por los padres o los hermanos de los cónyuges. En el contrato matrimonial había (y aún se siguen manteniendo en algunas culturas) dos conceptos de gran importancia, dote y precio de la novia.

Dote. La dote es un dinero o conjunto de bienes que el padre de la novia otorga a su hija para el mantenimiento de su nuevo hogar. En realidad no será la hija quién administre esta dote, sino que pasará al conjunto de bienes de ese nuevo hogar (controlado por el marido o por el padre de éste). Las hijas no reciben herencia por que lo que le correspondería como tal, sería para la dote.

Precio de la novia. Se trata de una cantidad (dinero o especies) que la familia del novio tenía que pagar para que su hijo se pudiera casar. Esto cobra especial importancia en épocas y lugares donde escasean las mujeres

Divorcio. Un hombre podía divorciarse de su mujer sin necesidad de justificar su decisión. No obstante, si había tenido hijos con ella, esta se quedaba con la dote para poder mantenerlos.

Si era la mujer la que solicitaba el divorcio y el marido se negaba a concedérselo, entonces intervenían los tribunales. Si la mujer conseguía demostrar dejadez de sus funciones por parte del marido, podía irse con sus hijos y con la dote. Pero si se probaba que el matrimonio se deshacía por culpa de la mujer, perdía la dote, los hijos y el marido podía mantenerla como sierva.

La protección de las viudas. Cuando una mujer quedaba viuda, su situación de desamparo era realmente complicada. Por este motivo los babilonios establecieron leyes y medidas para paliar esta funesta situación y permitir a las viudas poder sobrevivir dignamente.

Se estableció que los regalos de boda debían guardarse en un depósito para ser utilizado en caso del fallecimiento del esposo para cubrir los gastos de la manutención de la viuda. Si no existían estos regalos, la ley permitía que la mujer heredara una parte proporcional a la de cualquier hijo de las posesiones del marido.

Por otro lado, la viuda contaba con la posibilidad, tenía derecho a ello, de permanecer en el hogar familiar el resto de su vida.

Si una mujer decidía volver a casarse, perdía los regalos de boda, la herencia y debía abandonar el hogar. Si tenía hijos, necesitaba de un permiso judicial para volver a contraer matrimonio.

Adulterio. Para los babilonios, únicamente la mujer cometía adulterio. No se consideraba adulterio las relaciones que un hombre casado pudiese mantener con otras mujeres solteras.

Si una mujer era sorprendida cometiendo adulterio, el marido podía atarla junto a su amante, y arrojarlos al río. Si el marido tomaba la decisión de perdonar la vida a su mujer, tenía que obrar de igual manera con el amante.

Si un marido acusaba, sin pruebas a su mujer, ésta podía jurar su inocencia delante de un sacerdote. En este caso podía volver a casa con su marido. Si además del marido, otra persona la acusaba de adulterio, la mujer debía superar una durísima prueba conocida como “ordalía” o “Jucio de Dios”.

La mujer debía primeramente jurar su inocencia ante personal religioso y luego arrojarse al río. Algunos textos dicen que se maniataba a la mujer. Si se salvaba, significaba que los dioses, sabedores de su inocencia la había ayudado. Por el contrario, si se ahogaba, quedaba demostrada su culpabilidad. Si tenemos en cuenta que pocas personas sabía nadar en esta época, nos podemos hacer una idea de lo desmedido del juicio.

Sacerdotisas. La mujer tenía un oportunidad de escapar de un matrimonio no deseado, ingresar como sacerdotisa en el templo de algún dios (o diosa). Cuando una mujer entraba en un templo también tenía derecho a la dote, que en este caso sería administrada o bien por su padre o bien por su hermano (en ausencia de ambos podía hacerlo un tío paterno).

Prostitución sagrada. Según Heródoto, las mujeres de Babilonia debían una vez en la vida acudir al templo a ejercer la prostitución. Esta noticia, como no podía ser de otra forma, ha dado pie a hipótesis y debates a favor y en contra de otorgarle verosimilitud al relado del padre de la historia.

Enhuduanna. Hija del rey Sargón de Acad, primera poetisa conocida de la historia. Suma Sacerdotisa del Templo dedicado a la Luna hacia el 2.300 a.C. en la ciudad-estado de Ur. Sus poemas fueron muy populares en su época y estaban dedicados a dioses y diosas, se trataba de oraciones y peticiones. Tras las muerte de Sargón, su sucesor, la relegó de su cargo de Sumo Sacerdotisa.

Semíramis. Legendaria reina de Asiria, cuya figura aparece en la leyenda y parece querer esconderse de la historia. Se le atribuye el embellecimiento de la legendaria Babilonia con sus famosos y hermosos Jardines Colgantes.

Una leyenda cuenta que Semíramis era hija de la diosa Decreto, que la abandonó en un desierto. Alimentada por palomas y rescatada por un pastor, de nombre Simas, se convirtió en la fundadora del Reino de Babilonia. Algunos autores la han identificado con la reina asiria Sammuramat.


Sammuramat. Reina de Asiria, esposa de Shamshi Adad V y regente de su hijo Adad-Nirari III. Una inscripción en Calaj cuenta como a la muerte de su marido gobernó el país hasta que su hijo pudo subir al trono. 

jueves, 25 de octubre de 2012

EL IMPERIO ESTEPARIO DE LOS XIONGNU


Los chinos consideraban a los xiongnu como el prototipo ideal de los pueblos nómadas de las estepas, personificación de la más absoluta barbarie.


El nombre xiongnu aparece en las fuentes chinas hacia el 230 a.C. , aunque probablemente la existencia de este pueblo se remonta a las más remotas dinastías. El primer problema con que nos enfrentamos es el nombre que vamos a utilizar xiongnu o hsiong-nu. Me decantaré arbitrariamente por xiongnu. La palabra para designar a los líderes es SHANYU. 

Los xiongnu desempeñaron en las fronteras orientales de las Estepas Euroasiáticas, el mismo papel, idéntico rol al jugado por los escitas en los límetes occidentales de las mismas estepas.

El historiador chino de la Antigüedad Sima Qian nos ofrece una descripción, seguramente cargada de tópicos.

"Vagan por las tierras en busca de agua y pastos. Sus ciudades no tienen muros ni son permanentes y tampoco llevan a cabo ningún tipo de cultivo".


El apogeo xiongnu se inicia son el shanyu Maodun (209 - 174 a.C.), que se aupó al liderazgo tras asesinar a sangre fría a su propio padre. Para continuación lanzarse a vencer a todos sus vecinos y enemigos, siendo los más difíciles de doblegar los temibles yuezhi, sentando las bases del Imperio Xiongnu.

La principal ambición de Maodun era equipararse a los soberanos de la dinastía Han, para ello se pusieron en marcha una serie de tratados, llamados heqin.

Por estos tratados, heqin, el shanyu recibía como esposa a una "auténtica princesa china" y regularmente eran agasajados con ricos presentes y ostentosos regalos. Como contrapartida, los xiongnu se abstrendrían de atacar los territorios de los Han. Este tipo de acuerdos, han sido históricamente muy frecuentes, en toda época y lugar, entre los estados sedentarios y las sociedades nómadas; especialmente en momentos de creciente poder de los grupos nómadas. 


Los xiongnu eran un pueblo nómada de las inabarcables estepas del Asia Central, eficaces guerreros, excelentes jinetes y buenos pastores de caballos. Su principal fuerza militar eran los arqueros a caballo, propicios para rápidos ataques y veloces retiradas. Utilizando estas tácticas de hostigamiento, conseguía confundir y agotar a los ejércitos más organizados. Los varones aprenden desde su infancia a montar a caballo y a disparar con el arco.

En palabras del propio Maodun "Apenas divisan al enemigo, se abaten sobre él como una bandada de pájaros, ansiosos por el botín".

Las estepas no son buenas tierras para el cultivo, por tanto la actividad económica de los xiongnu giraba en torno al caballo. Comerciaban con las sociedades sedentarias, ofreciendo caballos y pieles, a cambio de grano, para su alimentación, y objetos suntuosos y de prestigio, como por ejemplo la seda, productos ambicionados por la clase dirigente xiongnu.

Adoraban al cielo, al que llamaban Tengri, nombre que posteriormente adoptaron turcos y mongoles, al Sol y a la Luna, y rendían culto a sus antepasados, a los que habían enterrado en cajas de madera en el interior de cámaras funerarias.


La cohesión de este vasto imperio siempre fue problemáticas, y en el año 54 a.C. se produjo la división en un estado del Norte, y otro estado en el Sur.

El estado del Sur, pronto se convirtió en tributario de los Han y hacia mediados del siglo IV d.C., ya había perdido totalmente su identidad étnica.

El estado del Norte, bajo el liderazgo del shanyu Zhizhi, mantuvo su base en Mongolia, pero enfrentado continuamente a múltiples problemas. Los conflictos eran constantes y los enemigos múltiples. Atacados por los chinos, varios pueblos del Asia Central, como los xianbei, y por sus propios "hermanos del sur", los xiongnu desaparecieron de la historia hacia el siglo II d.C.

martes, 23 de octubre de 2012

GERMANIA DE TÁCITO (VII)



18  Sin embargo, el matrimonio es allí muy respetado y no podría alabarse más otro aspecto de sus costumbres. En efecto, son casi los únicos bárbaros que se contentan con una sola mujer, excepto unos pocos, quienes, no por su ardor amoroso, se ven solicitados para muchas uniones por su condición de nobles.
La mujer no aporta la dote al marido, sino el marido a aquélla. Intervienen en la ceremonia los padres y parientes y dan su aprobación a los presentes dotales, regalos que no tienen como fin el deleite femenino ni su uso como adorno para la recién casada, sino que consiste en bueyes, un caballo embridado y escudo con una framea y una espada. A cambio de estos presentes es aceptada la mujer, quien a su vez, regala a su hombre algunas armas; a su juicio, éste es el mejor vínculo, éstos los misterios sagrados, éstos los dioses del matrimonio. Para que la mujer no se considere ajena al valor militar y a los avatares de la guerra, bajo los auspicios del incipiente matrimonio se le advierte que pasa a ser compañera de penalidades y peligros; que ha de soportar y arriesgarse a lo mismo, tanto en paz como en guerra: esto es lo que significan los bueyes, el caballo preparado y las armas entregadas; así han de vivir, así han de llevar el papel de madres: lo que reciben han de entregarlo intacto y sin menoscabo a sus hijos, para que lo reciban sus nueras y vaya a parar más tarde a sus nietos

19   Viven, pues, envueltas en su recato, sin echarse a perder por ningún atractivo de los espectáculos ni por las provocaciones que suscitan los banquetes. Hombres y mujeres desconocen por igual los intercambios de cartas a escondidas. Para ser un pueblo tan numeroso, los adulterios son escasos; su castigo es inmediato y queda en manos de los maridos: en presencia de los parientes, expulsan del hogar a la culpable, desnuda y con el caballo cortado, y la conducen a latigazos por todo el poblado. No hay ningún perdón para la honestidad corrompida; no podrá encontrar marido ni valiéndose de su hermosura, juventud y riqueza. Nadie ríe allí los vicios, y al corromper o ser corrompido no se le llama "vivir con los tiempos". Mejores aún son aquellas tribus en las que sólo las vírgenes se casan y se cumple de una vez por todas con la esperanza y el deseo de ser esposa. Reciben un solo marido, a la par que un solo cuerpo y una sola vida, a fin de que no haya lugar para otros pensamientos ni para caprichos tardíos, y lo amen no como a un marido, sino como al matrimonio. Limitar el número de hijos o matar a un agnado se considera un oprobio, y más fuerza tienen allí las buenas costumbres que en otros lugares las buenas leyes.   

20     En todas las casas crecen desnudos y sucios, hasta alcanzar esos miembros y contextura que nos causan admiración. Cada madre cría a su hijo a sus pechos y no lo deja en manos de esclavas o nodrizas. No puedes distinguir al amo del criado por las exquisiteces de su crianza. Viven entre los mismos animales y en el mismo suelo hasta que la edad separa a los hombres libres y su valía los distingue.
El deseo sexual es tardío en los jóvenes, y de ahí que su primera virilidad quede intacta. Tampoco es muy precoz en las doncellas; la misma lozanía y semejante desarrollo. De la misma edad y vigor que el hombre con el que se casan, y los hijos reproducen la robustez de sus progenitores. Los hijos de las hermanas gozan de la misma consideración ante su tío que ante su propio padre. Algunos estiman este lazo de sangre más sagrado y estrecho y lo prefieren a la hora de recibir rehenes, pensando que ata con más fuerza el ánimo y afecta a más miembros de la familia. Sin embargo, los herederos y sucesores son los respectivos hijos y no hay testamento. Si no hay hijos, los grados inmediatos en la sucesión son los hermanos, tíos paternos y maternos. Su vejez está tanto mejor atendida cuanto mayor es el número de parientes consanguíneos y afines; la falta de descendencia no ofrece ninguna ventaja.   

21      Es obligatorio asumir tanto las enemistades como las amistades del padre o del pariente. Pero no permanecen implacables, pues incluso el homicidio se purga con un cierto número de cabezas de ganado mayor y menor, y toda la familia se da por satisfecha, con provecho público, puesto que las enemistades son más peligrosas en un clima de libertad.
Ningún otro pueblo se entrega con mayor pasión a convites y a relaciones de hospedaje. Se tiene como impiedad el negar albergue a cualquier ser humano. Cada cual acoge con la mesa dispuesta según sus posibilidades; cuando éstas se agotan, el que ha dado albergue acompaña al otro y le muestra un nuevo hospedaje. Se encaminan a la casa más cercana, sin estar invitados. No importa. Son acogidos con igual generosidad. En lo tocante al hospedaje nadie hace distinción entre el conocido y el extraño. Es costumbre conceder lo que pida al que se va y, viceversa, la misma posibilidad hay de exigirle cualquier cosa. Les gustan los regalos, pero no tienen muy en cuenta los que dan ni quedan obligados por los que reciben.    

martes, 15 de mayo de 2012

TOMYRIS, REINA DE LOS MASÁGETAS




El rey persa Ciro, en su pretensión de expandir su imperio, había puesto sus ojos en los territorios dominados por los maságetas. En aquellos tiempos, una mujer, tras la muerte de su marido, era reina entre los maságetas, su nombre, Tomyris.

Ciro envió una embajada a la bella Tomyris, con el pretexto de pedirle matrimonio. La inteligente reina, descubrió el ardid, pues Ciro pretendía su reino, no amarla a ella. Encolerizada ante la insolencia del persa, Tomyris le negó la entrada a su reino.

Envalentonado por anteriores éxitos, Ciró dedició invadir las tierras maságetas e hizo marchar su ejército hacia el río Araxes, que establecía la frontera entre ambos reinos. Esta vez fue la reina de los maságetas la que envió un heraldo a Ciro con el siguiente mensaje: "Rey de los medos, abandona este demencial proyecto, pues no estás seguro de que acabe bien. Gobierna lo que es tuyo y deja que yo gobierne lo que es mío".

Pero Ciro, no retrocedió, muy al contrario dirigió su ejército al interior del país maságeta, atravesando inmensas y desoladas llanuras, y tras una jornada de marcha, escogió a sus tropas más fuertes y veteranas y retrocedió, dejando allí acampados a los soldados más débiles, jóvenes e inexpertos.

No tardaron en se descubierto por los merodeadores maságetas que se abalanzaron con violencia sobre el desprotegido ejército persa, pasándolos a todos por el filo de la espada. Viendo los fatigados maságetas las mesas que estaban prestas para un banquete, se sentaron y se hartaron de comida y vino, embriagándose con el fruto de la vid y cayendo en un profundo sueño.

Cuando la noche hubo caído, el resto del ejército persa, la mejor parte del mismo, liderados por el propio Ciro, regresaron y sorprendiendo al enemigo dormido, mataron a muchos de ellos. A pesar de la matanza, hubo algunos supervivientes, entre ellos Espargapises, el hijo preferido de la Reina.

Tomyris, enterada de lo acontecido envió a Ciro un mensaje que contenía la siguiente advertencia; "Ciro, bestia insaciable de sangre, devuélveme a mi hijo y retírate de mi reino. Si no lo haces, te juro por el dios del Sol, señor supremo de mi pueblo, que te saciaré de sangre !oh, Ciro, el insaciable¡.

Ciro, hizo caso omiso al mensaje. Mientras, Espargapises, despierto y liberado su juicio de los efectos del vino, comprobó con rabia y tristeza, que había caído en desgracia, y suplicó a Ciro que le liberase. Una vez Espargapises volvió a ser dueño de sus manos, empuñó una espada y se dio muerte.

Enfurecida, Tomyris reunió a todo su ejército y lanzó todo su odio materno contra las huestes de Ciro, entablándose la batalla más cruente y reñida habida entre naciones bárbaras. El combate fue feroz, ningún soldado abandonaba la lucha, muchos valientes regaron el suelo con su sangre y a la postre resultó vencedor el aguerrido ejército maságeta.

El propio Ciro halló la muerte en tierras maságetas. Tomyris llenó un odre de sangre humana, con sus propias manos cercenó la cabeza del cadáver de Ciro y la introdujo en el odre, profiriendo estas lapidarias palabras: "Me mataste a mi hijo, pero yo aún sigo viva, y tal como te prometí, te saciaré de sangre". 

(Adaptación libre de lo narrado por Heródoto, Libro I, 201 - 215). 




miércoles, 30 de junio de 2010

PALMIRA, LA CIUDAD DE LAS PALMERAS.

En una encrucijada
de rutas caravaneras,
se levanta Palmira,
la ciudad de las Palmeras.

Arena, cientos de kilómetros de rutas de caravanas a través de polvorientos desiertos convergen en Palmira, la ciudad de las Palmeras. Lugar de ricos comerciantes, convertidos en los indispensables intermediarios entre dos mundos opuestos, contradictorios pero complementarios, Oriente y Occidente. Los palmiranos pusieron en contacto el exotismo, los perfúmenes, las especies y aromas del Lejano Oriente, con el pragmático, militar y político Imperio Romano.
 
Caravanas cargadas de especias de la India, sedas de China, perfumes y ungüentos de Arabia, cruzaron con frecuencia las calles de esta floreciente ciudad del desierto en la actual Siria.


Debido a su posición estratégica en un nudo de comunicaciones, la ciudad de Palmira poco a poco fue engrandeciendo su fama y su poder. La actividad comercial enriqueció a muchos mercaderes palmiranos y por supuesto a su élite gobernante. Gracias al comercio, a sus múltiples influencias culturales, árabe, helenística, persa, romana, Palmira se convirtió en uno de los más importantes estados de la Península Arábiga durante la Antigüedad, siguiendo la estela de los reinos helenísticos de la zona Próximo Oriental.
De entre toda esta élite, sobresale su famosa reina Zenobia. Esposa del príncipe Odenato, rompió su alianza con Roma al quedar viuda de éste y se enfrentó abiertamente al más poderoso imperio de la Antigüedad. Pocas veces una mujer había plantado cara al Imperio Romano. Derrotada finalmente acabó sus días plácidamente en una villa romana casada con un Senador.

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