Tres años no habían terminado
del nuevo milenio cuando (…) se comenzaron a construir muchas
iglesias. Parecía que cada comunidad cristiana buscaba superar a las
demás por el esplendor de sus construcciones.
Casi todas las sedes
episcopales y monasterios levantaron iglesias consagradas a toda
clase de santos, incluso las pequeñas capillas de las aldeas fueron
reconstruidas por los fieles, ahora más grandes y hermosas.
Crónica del monje Raoul
Glaber, siglo XI.
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