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lunes, 9 de junio de 2025

LOKET, FANTASÍA EN BOHEMIA.

 



Crecimos oyendo cuentos, leyendo novelas y viendo películas de aventuras, de capa y de espada. La Edad Media era para nosotros sinónimo de fantasía y de acontecimientos maravillosos. De niños soñamos con castillos como el de Loket.




Los propios brazos de Gea surgen de la tierra y se convierten en muros y torreones, la fortaleza forma parte intrínseca de la propia montaña. La formidable fortaleza debía parecer inexpugnable a los posibles asaltantes.




El río Ohre rodea, casi completamente la fortaleza, alrededor de la cual fue desarrollándose el burgo de Loket. Karlovy Vary está muy cerca , de manera que el castillo y el pueblo reciben un considerable número de visitantes.




Cruzamos el puente para dirigirnos al pueblo y a la entrada enseguida llama la atención un magnífico edificio de porte clásico, la Pivovar Svaty Florian, una de las cervecerías con más tradición de la zona.




Loket es un precioso conjunto arquitectónico que fueron creciendo al amparo de la fortaleza. Lujosos edificios de época convertidos en establecimientos para el esparcimiento y el turismo ( especialmente checo, alemán y ruso).





Este edificio me recuerda, muy lejanamente, a las casas gremiales de Flandes. Si alzamos la vista podemos distinguir una abeja en la parte superior de la fachada principal. ¿Un gremio de apicultores?.





La columna de la peste levantada para agradecer el final de la epidemia. Monumento muy característico de las ciudades de Europa Central.





Y la sociedad secreta mas popular, y por ende, menos secreta del mundo. El auge del turismo, las redes sociales y las teorías de la conspiración han provocado gran fascinación por este tipo de organizaciones. ¿O realmente fue la sede de una logia?.



El poeta Goethe se alojó en varias ocasiones en Loket, durante sus frecuentes visitas a Bohemia. La joven Ulrike von Levetzow rechazó al literato, cuando este tenía más de 70 años. Después de este desengaño, el genio del romanticismo alemán, jamás volvió a Bohemia.



El centinela custodia los caminos que llevan al castillo. El portazgo de cobra un poco más adelante, en un lugar que pone, taquilla.





Al otro lado de esta puerta comienza un viaje al Medievo. Pero a un Medievo adaptado a las exigencias del siglo XXI.



El desarrollo del castillo está estrechamente vinculado con la casa de Luxemburgo que dio a Bohemia varios reyes. Juan de Luxemburgo se casó con Isabel de Bohemia con la que tuvo varios hijos.




Uno de los hijos de Juan de Luxemburgo fue el futuro emperador Carlos IV. Siendo pequeño su padre desconfiaba de su madre y pensaba que preparaba un complot para destronarlo. Isabel de Bohemia fue apartada y Carlos, que aún era un niño, encerrado en el castillo de Loket.



A pesar de la sufrida infancia en el lugar, Carlos IV solía pasar temporadas en el castillo. Cuenta la leyenda que durante una partida de caza organizada desde aquí el rey Carlos encontró las aguas termales que serían origen de Karlovy Vary.




Y para tan ilustre inquilino, una letrina a la altura de su majestad.





Aunque la función primera de un castillo es la defensa, también desempeña otros cometidos como control del territorio, centro de redistribución, residencia o símbolo de una clase social, la nobleza.




Un curioso personajillo.



Y en la mazmorra más profunda, oscura y húmeda, algún pobre desgraciado estará sufriendo tormento.







El morbo, la violencia y el sufrimiento ajeno, tocan la fibra más morbosa del ser humano. Y eso vende. De manera que los museos de torturas proliferan como setas después de la lluvia.





En las mismas entrañas de la montaña, bajo los poderosos torreones del castillo, se encuentra el Nido del Dragón, el auténtico guardián del tesoro. La Europa medieval estaba plagada de ellos y hoy son muy pocos los que sobreviven.




El blasón de Loket.



Por cierto los que tengan a bien orinar en las calles de Loket, sufrirán un terrible castigo.




Loket, la fortaleza inexpugnable de Bohemia noroccidental.


miércoles, 28 de mayo de 2025

SAINT BERTRAND DE COMMINGES.




Occitana y jacobea, Saint Bertrand de Comminges, fue la ciudad romana de Lugdunum Convenarum.




Vinculada desde el alba de los tiempos al dios Lug, levantada como urbe por los conquistadores romanos y transformada en un destacado centro regional durante la Edad Media. Los peregrinos jacobeos que seguían la Vía del Piamonte pasaban por aquí.




Esencia occitana y medieval. Sus duras rampas, sus murallas, sus calles estrechas, su enorme iglesia y su propio nombre, reúnen todas las características de lo que solemos identificar con una ciudad medieval.




En medio de la llanura sobresale el promontorio donde se ubicaba la Lugdunum Convenarum, y sobre las ruinas romanas se yergue la Catedral.






Un templo que encierra varias curiosidades, como la tumba de Hugues de Castillon, las reliquias de Saint Bertrand y un cocodrilo disecado.




El cocodrilo de la catedral de Saint Bertrand de Comminges se relaciona con una leyenda que implica al santo, aunque la realidad, más prosaica, parece recordar que lo trajo un caballero cruzado desde Tierra Santa.




En el tímpano de la portada podemos disfrutar de un bonito relieve de la Adoración de los Magos.




La catedral, visible desde muy lejos, debía ser algo así como un faro para los peregrinos, fatigados caminantes, que durante meses, de sol a sol, andaban en dirección al Sol Poniente, al encuentro con la tumba del Apóstol Santiago.


sábado, 5 de abril de 2025

EL PACTO FRANCO-VENECIANO Y EL DOMINIO DEL COMERCIO EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL.

 



En los inicios del siglo X bizantinos y árabes seguían dominando el mar Mediterráneo, pero estaba comenzando a producirse un fenómeno que terminaría cambiando esta tendencia, “la contraofensiva comercial y militar de la Europa Occidental”. Palabras de Roberto Sabatino López, citadas por Gerald A.J. Hodgett en “Historia social y económica de la Europa medieval”.


Los antiguos puertos de larga tradición urbana y comercial, como Nápoles, Pisa y Rávena, y también los de reciente creación como Amalfi y Venecia, y ciudades como Pavía y Milán empezaron, poco a poco, pasito a pasito, a desplazar a bizantinos y árabes como los intermediarios entre Oriente y Occidente. Primeros pasos, décadas complicadas, un conflicto de intereses, la pujanza occidental, el caso es que hacia finales del siglo XII y comienzos del XIII, los italianos dominaron, incluso, el Mediterráneo Oriental. Con Venecia a la cabeza.


Amalfi, Gaeta, Salerno, Bari y algunas otras ciudades italianas de pequeño tamaño, que se habían abierto al comercio doscientos años antes, fueron pioneras en este renacimiento comercial en la Europa Occidental. Los ataques de los lombardos habían obligado a las ciudades que todavía se encontraban bajo dominio bizantino, a practicar el comerio para conseguir un medio de subsistencia. Los centros urbano italo-bizantinos adquirieron una importancia primordial desde las primeras décadas del siglo X. Sobre todas estas ciudades destaca una, Venecia. Anteriormente Venecia era simplemente un asentamiento modesto de pescadores, pero a finales del siglo IX mantenía un activo y lucrativo comercio con Constantinopla. Gracias a las ganancias que le proporcionaba esta actividad comercial, los venecianos podían comprar el cereal y el vino, que ellos no producían, en la cercana Lombardía.


Venecia, y el resto de ciudades italo-bizantinas tenían capacidad para recoger toda clase de productos y enviarlos a Constantinopla, la flamante y próspera capital del Imperio. Como ciudadanos bizantinos, los venecianos gozaban de ciertos privilegios por encima de comerciantes de otras procedencias. En ese sentido tenían acceso a los almacenes locales situados por las autoridades en los términos de los caminos y en los principales puertos, además de alojares en las casas de huéspedes ubicadas en la capital.


Bizancio dispensaba un trato excepcional a los venecianos, puesto que esos cedían sus barcos al gobierno imperial para el servicio de correos y el transporte de tropas. Los venecianos fueron los más avezados intermediarios en aguas del mar Mediterráneo. Gracias a estos favores, los bajeles venecianos únicamente debían pagar dos nomismata de oro al pasar el estrecho de los Dardanelos, mientras el resto de naves debían pagar quince.


Además del comercio legal, mercaderes y marineros practicaban un intenso contrabando, con Constantinopla como centro de salida y de recepción. Pese a los decretos imperiales que prohibían este tipo de actividades, el tráfico ilegal (como ha ocurrido y seguirá ocurriendo a lo largo de la historia) fluía libremente. Los contrabandistas italianos introducían esclavos en tierras del Imperio y sacaban toda clase de telas de lujo (cuya exportación estaba prohibida), oro, material de guerra y alimentos básicos. La demanda de ciertos productos en determinados lugares y momentos contribuyeron a forjar la imagen romántica del contrabandista, hombre libre y valiente que se mueve con destreza entre los estrechos márgenes de la ley.


El comercio legal y reglado era lo suficientemente atractivo y lucrativo, como para inducir a mercaderes de Venecia, Amalfi, Gaeta y Salerno a desplazarse a Constantinopla, aunque no era posible asentarse de forma permanente en la ciudad. El permiso de residencia que expedía el gobierno bizantino en la xenodochia o casas de alojamiento tenía una validez de tres meses (en cada viaje).


El dinero y los recursos son más valiosos que las diferencias culturales y religiosas. El pragmatismo por encima de las creencias y los fanatismos (sean de la naturaleza que sean). Todos estos puertos italianos también mantenían relaciones comerciales con los países islámicos. La abundancia de monedas árabes halladas en Europa occidental, parece corroborar que este comercio con el mundo islámico era más productivo y beneficioso que el que se mantenía con el Imperio de Oriente. Se importaban especias, perfumes, marfil, textiles y aceites, mientras que se exporaban esclavos, madera, hierro y herramientas. El hecho de comerciar con un potencial enemigo, como era el caso del Islam, no importaba demasiado a los mercaderes italianos.


En el siglo X el papel fundamental en la actividad comercial correspondió a Venecia. Este monopolio comercial del que disfrutaban los puertos italo-bizantinos podía haberse amenazado en el supuesto que las negociaciones de Carlomagno con Bizancio o con el califa abasí Harun-al-Rashid de Bagdad se hubiesen llegado a materializar. Al no concluir con éxito estas negociaciones, los derechos que el Emperador de Occidente hubiese otorgado al Imperio de Occidente como un todo, le fueron concedidos por entero a la República veneciana.


El pactum franco-veneciano del año 840 está en la base de la supremacía de la que disfrutó Venecia por encima del resto de puertos comerciales italianos, en lo que respecta al comercio occidental. Ciudades como Amalfi, Nápoles y Gaeta desarrollaron una poco inteligente política a ojos bizantinos, al seguir colaborando con los musulmanes. Esta colaboración socavó los privilegios comerciales que estas ciudades disfrutaban en los dominios del Imperio de Oriente.


“A los tres años de su elección [Pietro Tradonico de Jesolo], lo vemos encabezando una expedición naval a Dalmacia, y en el 840, fortalecida su posición por el relativo éxito de tales operaciones, envió un embajador a los francos con la misión de firmar un tratado con el nieto de Carlomagno, el emperador Lotario. Gran parte de dicho tratado no era sino la simple confirmación de acuerdos anteriores, pero resulta notable por dos motivos. En primer lugar, el manuscrito original aún existe, y se considera como el más antiguo documento diplomático veneciano que se conserva. En segundo lugar, contiene el compromiso explícito del dogo de responsabilizarse de la defensa del Adriático frente a los eslavos o cualquier otro enemigo, así como el reconocimiento implicito por parte de Lotario de su propia debilidad naval y de los consiguientes derechos de los venecianos sobre el Mediterráneo central”.

Historia de Vencia.

John Julius Norwich


A comienzos del siglo XI la preponderancia de Venecia era absoluta, al tiempo que se producía el declive de los puertos de la región como Comacchio e incluso Rávena, que en su momento disfrutó del puerto más grande del Adriático. En la práctica Venecia era completamente independiente de Constantinopla, y sin embargo sus mercaderes conservaban el privilegio de la ciudadania bizantina. Y por otro lado mantenían relaciones diplomáticas con todas las potencias del Islam. Los negocios por encima de todo. Cuando existe el interés – especialmente el economico – las diferencias religiosas dejan de tener importancia. Para Venecia todos eran clientes y socios comerciales, de manera que trataban de igual a igual a los reyes lombardos, a los posteriores – y efímeros – reinos de Italia y a los emperadores de Occidente (a los carolingios y a los del Sacro Imperio).


Los mercaderes extranjeros eran tratados en Vencia de la misma manera a como lo hacian en Constantinopla, eran controlados por el estado y tenían que redidir obligatoriamente en las xenodochia. Hasta el siglo XI, Venecia no sufrió la rivalidad de otros puertos italianos, pues a partir de esta centuria comenzó Génova a recuperarse lentamente de los destrozos causados por los lombardos. Por otro lado, Pisa, la única ciudad que había continuado realizando actividades comerciales, nunca supuso un serio peligro para la poderosa República de San Marco.


martes, 1 de abril de 2025

ROMANCE DE LA GENTIL DAMA Y EL RÚSTICO PASTOR.

 



Estase la gentil dama
paseando en su vergel,
los pies tenía descalzos,
que era maravilla ver;
desde lejos me llamara, 
no le quise responder.

Respondile con gran saña:
-¿Qué mandáis, gentil mujer?
Con una voz amorosa
comenzó de responder: 

-Ven acá, el pastorcico,
si quieres tomar placer;
siesta es del mediodía,
que ya es hora de comer,
si querrás tomar posada 
todo es a tu placer.

-Que no era tiempo, señora,
que me haya de detener,
que tengo mujer y hijos,
y casa de mantener, 
y mi ganado en la sierra,
que se me iba a perder,
y aquellos que me lo guardan
no tenían qué comer.

-Vete con Dios, pastorcillo, 
no te sabes entender,
hermosuras de mi cuerpo
yo te las hiciera ver:
delgadica en la cintura,
blanca soy como el papel, 
la color tengo mezclada
como rosa en el rosel,
el cuello tengo de garza,
los ojos de un esparver,
las teticas agudicas, 
que el brial quieren romper,
pues lo que tengo encubierto
maravilla es de lo ver.

-Ni aunque más tengáis, señora,
no me puedo detener. 

sábado, 25 de enero de 2025

CAZEAUX DE LARBOUST. MODESTO ROMÁNICO PIRENAICO.

 



Estos valles pirenaicos están repletos de pequeñas joyas del románico que suelen pasar desapercibidas y son desconocidas para el gran público. Pequeños pueblos que viven agazapados en la ladera de la montaña, enclaves semiaislados cuyas gentes se dedican a las típicas actividades del sector primario.





De un lado la montaña y el bosque, del otro los campos de cultivo y los pastos para el ganado. Y como testigo de su historia, la iglesia y el camposanto.





Una sacudida a mi yo curioso, los ojos abiertos como el dos de oros al pasar al interior de la iglesia de Santa Anne de Cazeaux de Larboust, en la vertiente francesa de lo Pirineos, construida en el siglo XIII. Interesante ejemplo de románico pirenaico.




Se trata de un templo de pequeñas dimensiones, construido alrededor de una capilla del siglo XII. La iglesia está catalogada como de estilo lombardo que se extendió por esta región del Pirineo.




Las pinturas de su interior, datadas en el siglo XV, son una auténtica maravilla. Estuvieron ocultas varios siglos. Hoy asombran a los visitantes, que como yo, exploran estos valles.





Las maravillosas pinturas murales fueron redescubiertas en 1873. Durante dos siglos habían permanecido ocultas bajo una espesa capa de cal. Podemos imaginar la sorpresa que causó en las personas que las descubrieron y las volvieron a sacar a la luz del mundo.



Las pinturas murales de sus viejos muros nos trasladan al Medievo.




En el ábside, justo encima del altar, aparece representada la Asunción de la Virgen. Todo el conjunto pictórico ,de inspiración, y simbolismo medieval, ha sido fechado en la segunda mitad del siglo XV.




En la cima de la bóveda el Pantocrátor en el interior de la mandorla mística rodeada de los tetramorfos y los Evangelistas, mortales que pusieron por escrito la vida y obra del Nazareno.




Estas pinturas murales recuerdan lejanamente a las realizadas en las catacumbas por los primeros cristianos.




El Crucificado es coetáneo a las pinturas murales.




Esta pequeña iglesia es una auténtica joya del arte sacro rural pirenaico.




Luz de la Creación. La Creación de Eva, pintura mural datada en la segunda mitad del siglo XV.





San Jorge, patrón de la caballería andante, vistiendo los hábitos de la Orden de Malta.




El arcángel Miguel, guerrero y espada de Dios, también luce el hábito de los caballeros de Malta.




El pecado original y la expulsión del Edén.




El Juicio Final, segunda mitad siglo XV, representado en tres niveles. En el Cielo (superior) los ángeles tañen sus instrumentos y llaman a los muertos. En el medio Cristo enviado a la Tierra establece el vínculo entre los dos mundos.





En el plano inferior, el arcángel San Miguel pesa las almas y arroja al Averno a los pecadores. Los condenados son engullidos por un enorme Dragón, la puerta a los Infiernos, donde sufrirán tormentos por toda la eternidad.





Cazeaux en el valle de Larboust, naturaleza, arte y gastronomía. A través de esta cordillera, estos pasos naturales de montaña, llegó el arte románico a Iberia.




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