jueves, 6 de septiembre de 2018

HITITAS, UN IMPERIO COMERCIAL.



Estamos ante una de las civilizaciones de la antigüedad que más tarde ha entrado en la historia, pues durante siglos se ignoraba no solo su grandeza, sino incluso su propia existencia.

Su origen hay que relacionarlo con grupos indoeuropeos que llegaron hasta Anatolia. Más que ningún otro estado de la región próximo oriental, el Hitita fue una gran organización económica, favorecida por su situación de puente entre Asia y Europa, la riqueza minera del territorio donde se asentaba.


El reino antiguo (1750 – 1500 a.C.) fue fundado por Labarna, que ubicó su capital en Hattusas. Sus sucesores Hattusil y Mursil, extienden su poder e influencia, siendo Telepinu quien cierra este primer periodo de grandeza.


El imperio hitita fue obra de Suppiluliuma, seguido por Muwatali que se enfrenta al faraón Ramsés II en la célebre batalla de Kadesh (de incierto resultado), y consigue estrangular las relaciones entre Mesopotamia y Egipto. Todo ese poder se desintegra con la llegada de los misteriosos pueblos del mar.


Más tarde las ciudades neo-hititas, fundadas en el norte de Siria, aisladas entre sí, no pudieron unirse nunca.

Al frente del imperio se encontraba el rey, elegido por el dios (¿estamos ante una teocracia?), y con atribuciones judiciales, religiosas y militares, y una serie de estados aliados o vasallos que formaban una federación. La reina ocupaba un lugar preeminente, ni a la muerte del rey ella dejaba de reinar. Además ejercía funciones religiosas y diplomáticas.


La base de la sociedad era la familia monógama. En la cúspide estaba la familia real, le seguía la nobleza, a veces eran los gobernadores de las provincias con competencias civiles, religiosas y militares. La mayoría de la población eran campesinos libres. Pastores y artesanos no estaban muy bien considerados.

La agricultura estaba supeditada al medio físico, mientras que la ganadería, caprina, ovina y bovina disponían de buenos pastos. Entre los hititas destaca la ganadería caballar debido a su utilidad militar. En el terreno marcial jugaban un destacado rol los carros de combate y armas de hierro. Precisamente la metalurgia del hierro era la actividad artesanal más dinámica.

Los hititas se convirtieron en una auténtica potencia comercial, gracias al control de los metales de la zona, el comercio era la base del poder hitita y para mantenerlo era necesario un poderoso y preparado ejército.


Los arquitectos hititas destacaron en las construcciones defensivas, como la fortificación de Hattusas y religiosas como el Santuario de Yazilikaya. También desarrollaron una novedosa legislación, en la que van sustituyendo la pena de muerte y los castigos físicos por la restitución o multas económicas.

El Pueblo de los Mil Dioses; veneraban a multitud de deidades de las más variadas procedencias: Sumer, Babilonia, Asiria, Hurritas... la diosa del Sol Wurusemy, y su esposo el dios de la tempestad Taru O Teshub, eran los más destacados del Panteón.


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