A
mediados del siglo XVI los patricios venecianos comenzaron a mostrar
gran interés por las tierras de cultivo, como un medio eficaz para
mantener la independencia económica de la república, y asegurarse
el abastecimiento de los productos del campo, y no tener que
depender (en exclusiva) de los grandes proveedores de grano del
Norte.
Con
esta finalidad se mejoraron las tierras pantanosas a través de
sistemas eficientes de drenaje y se desarrollaron nuevos métodos de
cultivo. Además se experimentaron cosechas de otras especies, en
particular el maíz, que había llegado a Europa unas décadas antes,
tras el descubrimiento de América. Podemos rastrear el origen de la
polenta, contorno típico de los platos venecianos, en esos momentos.
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Frescos de Villa Caldogno. Escena de la vida en la villa. |
A
raíz de esta novedosa situación comenzó una frenética etapa
constructiva. Andrea Palladio fue el arquitecto que con más éxito
respondió a la demanda de villas desde las que administrar estas
haciendas agrarias, construyendo una serie de villas a lo largo de
todo el territorio continental veneciano (Dominio de Terraferma). El
arquitecto proyectó edificios de la máxima dignidad y lujo, que
pudieran construirse con la fuerza de trabajo local disponible,
utilizando para ello materiales sencillos y baratos: ladrillo simple
recubierto con estuco, y con escasa (o nula) necesidad de piedra
tallada. El uso de frontones clásicos producían un efecto señorial
en las fachadas principales de los edificios.
“Con
frecuencia las mismas familias que encargan a Palladio la
construcción de su palacio en la ciudad le hacen construir también
su villa en el campo: palacio y villa representan dos caras de la
misma realidad social. La casa urbana se inserta en una condición
espacial dada, la perspectiva de la calle; la villa se inserta en un
ambiente paisajístico siempre distinto, abierto a todas direcciones.
Con respecto a la calle, el palacio es una fachada, un plano frontal;
con respecto al horizonte y al paisaje que la rodea, la villa es un
organismo articulado, condicionado por la variedad de los puntos de
vista, el carácter del emplazamiento, las pendientes del terreno,
etc.”
Giulio
Carlo Argan.
Renacimiento
y Barroco. II. De Miguel Ángel a Tiépolo
[Storia
dell'arte italiana].
En
el caso de la Rotonda, Villa Capra, uno de sus obras más celebradas,
ubicada a las afueras de Vicenza, era más un lugar de retiro
suburbano que una villa rural propiamente dicha. Estamos quizás ante
la realización más perfecta del ideal renacentista de construcción
aislada de planta central. La concepción de la Villa Capra es fruto
de un afán geometrizador exacerbado, basado en proporciones
matemáticas exactas.
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Villa Foscari |
Aún
siguen en pie una veintena de villas diseñadas por Palladio, más
sencillas que la Rotonda, pero perfectamente armonizadas con el
paisaje. Se trata, por lo general, de construcciones rústicas
anejas. Y si bien, no hay dos que sean exactamente iguales, todas
ellas son armoniosamente proporcionadas. Entre las más destacadas
podemos citar la Villa Foscari o de la Malcontenta, y la villa
Barbaro de Maser.
Estas
villas o casas de campo, productos del genio creador palladiano,
tratadas a veces como auténticos templos, el arquitecto consigue
integrar como nunca se había logrado la arquitectura y el paisaje.
Se piensa que estas villas con pórticos de entrada parecen haber
sido el origen, a través de Inglaterra, del tipo de mansión del sur
de los Estados Unidos (reinvención constante de las formas
artísticas).
“Acaso
en este sentido la villa palladiana, nacida de una exigencia social
completamente veneciana, constituye el campo más libre de su
fantasía. Cada una es una solución nueva e inesperada. Superficies
claras interrumpidas por logias, torrecillas que delimitan el espacio
intermedio con cadencia métrica y pórticos que surgen en los
costados son los principales motivos de su sintaxis. No sólo las
galerías que cubren toda la fachada hacen a ésta aérea y ligera,
sino que se extienden y se proyectan hacia fuera, captando por todas
partes el espacio para rimarlo o multiplicarlo como en su obra
maestra, la Rotonda de Vicenza”.
El
Arte y el Hombre.Volumen II
dirigida
por René Huyghe.