Un enjambre de rabiosos sarracenos
rodean al paladín,
pinchan, cortan, golpean
y huyen.
Suena el olifante
la espada quiebra la piedra
la sangre tiñe la yerba
a plomo cae el cuerpo.
Llora la cruz
llora Alda
llora el Emperador
llora el cielo.
El corazón vuela lejos
la carne estercola el suelo
el alma a la diestra del supremo
el valor a los inmortales versos.
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