Cae
el Imperio Romano de Occidente, cunde el pánico y las ciudades
quedan aisladas e indefensas. En el siglo VII la ciudad de Nimes se
repliega sobre sí misma y sus habitantes buscan refugio en el
anfiteatro, que han convertido en fortaleza. Las antiguas defensas
romanas sirven de cantera, donde cada uno puede servirse y
abastecerse para construir sus viviendas, talleres....
Durante
este tiempo Nimes sufre las visicitudes de una época turbulenta,
conquistada sucesivamente por visigodos, por musulmanes y por
carolingios. Pasó a manos de los Condes de Toulouse, hasta que en
1271 fue incorporada por la corona.
Hacia
el año mil Nimes despierta de su letargo, construyéndose un nuevo
recinto amurallado. La ciudad vuelve a prosperar gracias a los
intercambios comerciales de productos de la tierra: vid, olivo y
cordero.
Cuando
finalizó la Edad Media y comenzaron las guerras de religión durante
el siglo XVI Nimes volvió a resultar gravemente perjudicada.
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