domingo, 5 de octubre de 2014

GRAN PRÍNCIPE GEZA DE HUNGRÍA



El Gran Príncipe Geza, descendiente del noble linaje de Arpad puso los cimientos del reino de Hungría que fundó su hijo Esteban I. Geza continuó la obra política de sus antecesores y supo ver que la nación húngara no podía seguir siendo un pueblo pagano y destructor de pueblos. Para llevar a buen puerto su estrategia política, envió una delegación a la dieta imperial para negociar la paz y la cooperación de Otón I en el año 973, solicitando además que le enviase misioneros cristianos que acometieran la labor de evangelizar el país, así como la ayuda de caballeros feudales que le ofreciesen su apoyo militar.

Príncipe Geza en Szekesfehervar
Para consolidar y centralizar su poder necesitaba dominar lugares estratégicos, que eran además los territorios de señores triabales, lo que le obligaba a combatirlos. Convirtió Esztergom en la capital de sus dominios y contrajo matrimonio con Sarolta, la hija de Gyula de Transilvania, consiguiendo de esta manera el control de las regiones más orientales del país. No obstante también se sirvió de Szekesfehervar como residencia. En la Edad Media era bastante frecuente que las cortes fuesen itinerantes, al igual que la capitalidad de los reinos.


Geza se encargó de preparar el terreno para su hijo y sucesor, el futuro Esteban, al que puso como maestros y preceptores al obispo Adalberto de Praga y al abad Astrik (San Anastasio), para que lo educasen en la fe cristiana, por la que había apostado ciegamente. Además para reforzar sus relaciones con Occidente lo desposó con Gisella, la hija de Enrique II de Baviera, "el Pendenciero".


Las dos fuentes que siguen muestran la evolución histórica de la opinión acerca de Géza:
Enormemente cruel, en su furia repentina asesinó a muchos. Trató a su pueblo duramente y abusando de su autoridad […] a los que encontró en una ruta diferente, les subyugó con amenazas e intimidación. […] De burla presentó sacrificios al Dios Todopoderoso y a otros varios dioses. Cuando su prelado le reprochó por eso, respondió que era suficientemente rico y poderoso como para hacerlo.” (Thietmar, obispo de Merseburgo)

Hubo entonces un príncipe de nombre Géza quien, aunque se hundió en la forma de vida pagana, al acercarse la luz de la gracia espiritual atentamente empezó a negociar la paz que antes nunca apreció con todas las comarcas a su alrededor; permitió a los sacerdotes y monjes que se presentaran delante de él, les escuchó con gozo, encontró gusto en que la semilla de la fe verdadera plantada en su alma germinase. […] junto con su Corte creyó y se bautizó jurando poner a cada súbdito suyo al servicio de la fe cristiana.” (De la leyenda mayor del rey Esteban)



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