El oso pardo (Ursus
arctos) dominaba libremente los bosques medievales europeos, era
frecuente para los hombres y las mujeres de la época tropezar con
alguno de ellos, no es de extrañar pues, que se convirtiese en el
animal simbólico de pueblos y ciudades.
Y si existe una ciudad de
los osos, esa es Berna. Estatuas, escudos, fuentes, pinturas, recuerdos e
incluso un foso, reflejan esta centenaria relación.
La vinculación de Berna
con el enorme carnívoro comienza en el mismo momentos de su origen.
El duque Bertoldo V de la Casa Zäharingen, fundador de la ciudad,
prometió que bautizaría la urbe con el nombre del primer animal que
abatiera en una expedición de caza.
Y el primer animal cazado por el
duque fue un oso, de tal manera que la recién nacida localidad
recibió el nombre de Bärn (oso en alemán). El documento más
antiguo que poseemos al respecto fecha esta fundación en 1121.
El oso forma parte del
escudo heráldico de Berna al menos desde 1220 y la primera
referencia a osos vivo en un foso está documentada, como pronto, en
1440.
Históricamente, el foso
de los osos, Barengraben, estuvo situado cerca del Puente Nyddeg y
siempre ha sido una de las atracciones preferidas por visitantes,
viajeros y más recientemente turistas.
Temido y admirado por igual, la figura del oso es inseparable de la configuración cultural de mucha regiones de Eurasia.
En el año 2009 se
inauguró un nuevo recinto para los osos, el Bärenpark, más amplio,
mejor acondicionado y junto a la orilla del río Aare.
No obstante, el primer foso para osos del que se tiene constancia estaba más cerca del corazón de la ciudad, una plaza céntrica que en la actualidad sigue denominándose Bärenplatz, la plaza de los osos. Un desgastada figura de Bertoldo, acompañado de un oso, se ubica en el mismo lugar donde antaño estaba el foso. El fundador, vigila la plaza desde un pilar. El peso de los siglos ha desdibujado su rostro.
En la Kramgasse,
céntrica calle, se encuentra Zähringerbrunnen,
una de las preciosas y policromadas fuentes típicas de Berna,
aparece un oso, ataviado con extraño yelmo y portando un estandarte,
es un homenaje tanto al duque fundador, como al propio animal
totémico.
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