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martes, 28 de junio de 2016

BENÓN DE MEISSEN



Al margen de ideología y creencias, las sociedades tienden a valorar, recordar y respetar sus símbolos. En el ayuntamiento de Munich (capital del estado de Baviera), junto a duques y reyes históricos, encontramos la figura de Benón de Meissen, patrón de la ciudad (y creo que de toda Baviera).

Monje alemán, capellán de Goslar, obispo de Messen, por deseo expreso del emperador Enrique IV, y patrónde los pescadores. A pesar de su vinculación con el emperador, Benón era defensor de una iglesia unidad, y mostró su apoyo a Gregorio VII durante la Querella de las Investiduras. Consecuencia: el emperador lo expulsó de su diócesis. Cuenta una leyenda, que antes de abandonar su sede episcopal, lanzó las llaves de la catedral al río Elba. Lo extraordinario sucedió cuatro años más tarde. Una mañana Benón fue al mercado, compró un pez y cuando lo limpiaba para cocinarlo, encontró las llaves entre sus tripas.

Más tarde se reconcilió con el emperador, apoyó (quizás a regañadientes) al antipapa Clemente III (cuyo nombramiento fue otro tejemaneje de Enrique IV) y hacia 1097 reconoció a Urbano II como papa legítimo. Benón trabajó activamente en su diócesis, introduciendo reformas según el modelo de Hildebrando.

La iconografía lo representa vestido de obispo, sin barba, con mitra, báculo, un pez y unos clavos. Después de su muerte, y tras ser venerado durante un timpo en la catedral de Messen, sus restos sufrieron diversos avatares, llegando a mediados del siglo XVI a la Catedral de Nuestra Señora en Munich.


miércoles, 30 de marzo de 2016

MATILDE DE TOSCANA



Matilde de Canosa, gran Duquesa de Toscana, una de las mujeres más poderosas e influyentes de su tiempo, sus dominios, que administraba desde Canosa, abarcaban gran parte de Italia al norte de los estados pontificios. A Matilde le tocó vivir en una época convulsa, mujer cultivada, ávida lectora y profundamente religiosa, apoyó al papa Gregorio VII, que la llamada “la más fiel servidora de San Pedro” en la Querella de las Investiduras. En una ocasión cumplió funciones de mediadora entre el citado papa y el emperador Enrique IV. Casada en dos ocasiones, ninguno de los dos matrimonios la hizo feliz. Mujer de armas tomar, valiente y guerrera, un ataque de gota acabó con su vida. Siglos después de su muerte fue sepultada en la Basílica de San Pedro bajo una tumba esculpida por el maestro del barroco, Gian Lorenzo Bernini.   

jueves, 19 de noviembre de 2015

SALOMÓN DE HUNGRÍA.



Salomón, hijo de Andrés I y Anastasia de Kiev, fue rey de Hungría el tiempo que pudo. Mejor dicho, fue rey cuando lo dejaron. Cuando murió su padre fue apartado del trono por su tío Bela I y buscó refugio en la corte de su cuñado, estaba casado con Judith de Baviera, el emperador Enrique IV. Allí en Alemania esperó Salomón el momento de regresar y reclamar su trono. La oportunidad llegó con otra muerte, la de Bela I. 

En 1063 fue coronado en Szekesfehervar , gracias a la ayuda de Enrique IV (y su ejército) que le presentó al pueblo húngaro, y que consiguió un acuerdo con su primo Geza, el hijo de Bela I. Geza reconocía rey a Salomón y a cambio recibia la tercera parte del territorio del reino, convirtiéndose en el segundo hombre más poderoso de Hungría. La ayuda de Enrique IV no era gratuita, pues pretendía extender su influencia sobre el reino magiar. 


Tras este acto de fraternidad Salomón contó con el apoyo de Geza y de su hermano Ladislado, con los que combatió a los extranjeros, en especial a los cumanos y a los pechenegos. Enfrentado también al Imperio Bizantino, Salomón tomó Belgrado, y posteriormente Nis. Tras la conquista surgieron serias desavenencias entre el rey y sus primos por el reparto del botín. No sabemos si Geza tenía preparada la pataleta, pero el caso es que aprovechó la coyuntura para romper sus relaciones amistosas y pugnar abiertamente por el trono húngaro. En 1074 Ladislao y Geza vencieron en la batalla de Mogyorod, Geza se proclamó rey, y Salomón volvió al exilio otra vez, llevándose con él la Santa Corona. 

Durante el reinado de Geza, Salomón contó nuevamente con el apoyo de su cuñado Enrique IV, al que prometió entregar el reino en vasallaje si le ayudaba a recuperarlo. Vencido al primer intento, el emperador decide retirarse de Hungría. Cuando murió Geza, fue sucedido por su hermano Ladislao. Se acababan las oportunidades para Salomón, que fue perdiendo también la confianza del emperador, aunque siempre estuvo presto a incordiar a su primo, confabulando con cualquiera que pudiese ofrecerle hombres armados, como fue el caso de los cumanos. Derrotados también por Ladislao I

La historia de Salomón tiene un final hasta cierto punto poético. Se le recuerda en los campamentos de los pechenegos combatiendo con ardor al Imperio Bizantino, y viviendo sus últimos trece años vagando como un eremita y durmiendo en el interior de una cueva.
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