.
. . . y caminar para ver
y
leer para aprender,
leer
caminos
y
andar renglones,
pisar
donde otro pisó,
escribir
lo que otro va a leer,
y
hacer nuestro lo que otro sintió . . . .
Cada
paso que doy en solitario avanzo un poco más hacia el centro de mi
conciencia. Un peregrinar de autoconocimiento, enfrentar mis fuerzas
a la Naturaleza, no con el objetivo de vencerla, mas por el
contrario, conocerla y comprenderla. Me falta humildad para no querer
firmar las palabras escritas por Fray Luis de León.
“¡
Qué descansada vida
la
del que huye del mundanal ruido,
y
sigue la escondida senda,
por
donde han ido
los
pocos sabios que en el mundo han sido”
Ciertamente,
en este Camino de Santiago del siglo XXI, resulta misión imposible
escapar de ese mundanal ruido. Todo el mundo vocifera (una vez, yo
también fui uno de esos)
“[...]
indiferencia a todo lo que no sea el propio ego, nomadismo tan
gratuito como esencial: la forma más noble de emplear el tiempo que
hasta ahora se ha inventado. Obsesión machadiana; se hace camino al
andar. Así viajaban los caballeros andantes y los monjes giróvagos
. . . Es la aventura por la aventura; una fabulosa concepción
existencial que ya casi nadie alcanza a comprender” (Dragó).
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