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domingo, 27 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (y XXXII)



10 Curiosidades botánicas.
Posidonio habla también de un árbol que hay en Gádira con las ramas dobladas hasta el suelo, cuyas hojas ensiformes miden a menudo un codo de longitud y cuatro dedos de anchura. Y de un árbol de cerca de Nueva Carquedón, que desprende de sus espinas una fibra con la que se fabrican hermosísimos tejidos. Nosotros hemos visto en Egipto uno parecido al de Gádira en la curvatura de sus ramas, pero de hojas diferentes y sin fruto, mientras que éste, según Posidonio, lo da. Las fibras de las espinas se tejen también en Capadocia, pero la espina de la que se saca la fibra no la produce un árbol sino una planta rastrera. Sobre el árbol de Gádira se cuenta además que al romperse una rama brota leche, y cuando se corta una raíz sale un jugo bermellón.

11. Las Casitérides. Ruta del estaño. 
Las Casitérides son diez; están próximas entre sí, al norte del Puerto de los Ártabros, en alta mar. Sólo una de ellas está desierta y en las demás viven gentes que llevan negras capas y visten túnicas hasta lo pies, llevan un cinturón en torno al pecho y pasean con bastones, semejantes a las diosas de la Venganza de las tragedias. Viven en sus rebaños, al estilo nómada generalmente. Como tienen minas de estaño y plomo cambian estas materias, así como sus pieles, por cerámica, sal y utensilios de bronce con los mercaderes. Antes eran los fenicios los únicos que explotaban este comercio desde Gádira, ocultando a todos su ruta; y en una ocasión en que los romanos siguieron a un navegante para conocer ellos el emporio, el navegante, por celo encalló voluntariamente en un bajío, y después de arrastrar a su misma perdición también a sus perseguidores, se salvó de entre los restos del naufragio y recibió del erario público el precio de las mercancías que había perdido. Pero los romanos lo intentaron muchas veces hasta que lograron descubrir la ruta. Y una vez que Publio Craso hizo la travesía y supo que los metales se extraían a poca profundidad y que los hombres eran pacíficos, indicó detalladamente la ruta a los que deseaban surcar este mar, aunque era mayor que el que los separaba de Britania.

Y esto es todo lo referente a Iberia e islas cercanas. 

jueves, 24 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXXI)



8 Explicación astronómica de las mareas.
Pero no comprendo cómo Posidonio, que en otros aspectos presenta a los fenicios como un pueblo extraordinario, les atribuyó en este caso más torpeza que perspicacia. Pues el día y la noche se miden por las revoluciones del Sol, que unas veces está bajo tierra y otras brilla sobre ella; y dice Posidonio que el movimiento del Océano está sujeto a un ciclo periódico semejante al de los astros y que, acorde con la Luna  se eleva sobre el horizonte a la altura de una constelación zodiacal, comienza el mar a hincharse y a inundar sensiblemente la tierra hasta que la Luna toca el meridiano celeste, mientras que al declinar el astro se retira de nuevo poco a poco hasta que la Luna está sobre su ocaso a la altura de una constelación zodiacal. Luego se mantiene al mismo nivel todo el tiempo que tarda la Luna en llegar a su propio ocaso, y, más aún, el tiempo que emplearía en alejarse del horizonte, bajo la tierra, a la altura de un signo. Después va subiendo otra vez hasta el momento en que el astro toca el meridiano bajo la Tierra, luego inicia su retirada hasta que la Luna, que sigue su marcha circular hacia Levante, está a un signo de distancia del horizonte, y se queda en ese mismo nivel hasta que se eleva un signo por encima de la Tierra, para iniciar de nuevo la subida. Éste, según Posidonio, es el ciclo diario. 

El mensual consiste en que los flujos y reflujos alcanzan su máxima amplitud durante las conjunciones de la Luna con el Sol y luego disminuyen hasta el cuarto creciente; de nuevo crecen hasta llegar al plenilunio y disminuyen otra vez hasta el cuarto menguante; luego recomienzan las crecidas hasta las conjunciones, siendo estas crecidas mayores en duración y rapidez.

Del anual dice que tuvo noticia por las gentes de Gádira, que aseguraban que tanto las crecidas como las retiradas del mar alcanzaban su punto máximo en el solsticio de verano. Imagina él que van disminuyendo desde el solsticio hasta el equinoccio, que comienzan de nuevo a crecer hasta el solsticio de invierno y que después vuelven a disminuir hasta el equinoccio de primavera, para crecer luego hasta el solsticio de verano. 

Pues bien, si estos movimientos periódicos se producen cada día y cada noche, subiendo dos veces el mar y dos veces retirándose, y esto con regularidad, tanto de día como de noche, ¿cómo es posible que tenga lugar a menudo durante la bajamar la subida de nivel del pozo y raras veces la falta de agua, o muchas veces pero no con la misma frecuencia? O, admitámoslo, incluso con la misma frecuencia: ¿cómo se explica que los gadiranos no hayan sido capaces de observar este fenómeno que ocurre diariamente, cuando han podido observar los ciclos anuales a partir de hechos que sólo se producen una vez al año? Y, sin embargo, es evidente que Posidonio les da crédito, porque incluso colige que las sucesivas bajadas y crecidas del mar se producen de solsticio a solsticio y de ahí vuelta a comenzar. Y bien, no es en absoluto verosímil que siendo tan perspicaces no hubieran visto lo que sucedía y creyeran no obstante lo que no sucedía.

9 Influencia del Zodíaco en las mareas. 
Dice Posidonio que Seleuco, el del Mar Eritreo, refiere la cierta irregularidad y la cierta regularidad de estos fenómenos a las variaciones de los signos del Zodíaco; pues cuando la Luna está en los signos equinocciales se normalizan las mareas y cuando está en los solsticios se observa una irregularidad tanto en la extensión como en la rapidez, y en los demás signos la relación depende de su proximidad al equinoccio o al solsticio. Cuenta que habiendo pasado él mismo en el Heraclion de Gádira varios días durante el solsticio de verano en torno al plenilunio, no pudo constatar las variaciones anuales; sin embargo, en torno a la conjunción de aquel mes observó en Ilipa un gran cambio en el reflujo del Betis en relación con los anteriores, en los que ni siquiera cubría la mitad de la altura de sus orillas, mientras que en esa ocasión el agua se desbordaba hasta el punto de poder los soldados coger agua allí mismo (pero Ilipa dista del mar unos setecientos estadios); y que a pesar de que las llanuras costeras estaban cubiertas por la pleamar hasta una distancia de treinta estadios hacia el interior, de tal modo que incluso se formaban islas, midió la altura del agua en el basamento del templo de Gádira y en el del dique que protege el puerto y no cubría ni diez codos; y aunque se conceda el doble de esta longitud por las crecidas que se producen de vez en cuando, ni siquiera así presentaría el aspecto que presenta en las llanuras la magnitud de la pleamar. Este fenómeno, según se ha comprobado, es general en todo el contorno del litoral oceánico, pero lo que le ocurre al río Íber - asegura Posidonio - es extraño y peculiar, porque a veces sube de nivel independientemente de las lluvias y de las nieves cuando cobran intensidad los vientos del Norte, y atribuye la causa a la laguna que atraviesa, pues bajo el ímpetu de los vientos irían a parar a él las aguas lacustres. 

martes, 22 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXX)



6 Razonamiento sobre toponimia.
Pero también es natural que los lugares adopten esa misma denominación, sobre todo después de que el tiempo ha destruido los hitos establecidos; porque hoy día no subsisten los altares de los Filenos, pero el lugar ha adoptado su nombre; y dicen que tampoco se vieron en la India columnas de Heracles ni de Dioniso, y sin embargo, al ser denominados así y mostrados como tales ciertos lugares, los macedonios creían que eran columnas aquellos en los que encontraban algún indicio de lo que se contaba sobre Dioniso o Heracles. Así pues, no hay porqué dudar de que los primeros en llegar aquí utilizaran como hitos, en los lugares más alejados y visibles a los que llegaron, altares, torres o pequeñas columnas hechas con sus propias manos - y los más visibles para indicar límites y comienzos de lugares son los estrechos, las montañas que se ciernen sobre ellos y las islitas - ni de que, al desaparecer los monumentos construidos por los hombres, se transfiera su nombre a los lugares, bien a las islitas, bien a los promontorios que forman el Estrecho; pues es difícil determinar ya a cuál de los dos accidentes hay que atribuir esa denominación, puesto que las Columnas se asemejan a ambos. Y digo que se asemejan porque se alzan en lugares tales que hacen pensar claramente en confines, por lo cual se llama también "boca" este Estrecho, y como éste otros muchos: la boca es comienzo si se entra y confín si se sale navegando. Por consiguiente, como las islitas situadas en la boca tienen un contorno definido y están en situación señalada, se podría, no sin razón, compararlas con columnas. Lo mismo pasa con las montañas que se ciernen sobre el Estrecho y que presentan un aspecto prominente, como las columnitas o las columnas. En este sentido tendría razón Píndaro al hablar de las "Puertas de Gádira", si se supusieran las Columnas en la boca; pues las bocas parecen puertas.

En cambio Gádira no se alza en lugares tales que puedan indicar un término, sino que está más o menos a la mitad de un extenso litoral que forma un golfo. Pero relacionar con las Columnas las del templo de Heracles  que se encuentra allí es a mi parecer aún menos razonable, porque lo verosímil es que prevaleciera la fama de este nombre si se lo hubieran dado primero generales, no comerciantes, como en el caso de las columnas de la India; y argumento en contra de esta interpretación es sobre todo la inscripción, que dicen que muestra no una imagen sagrada sino una relación de gastos; pues las Columnas de Heracles deberían ser un recordatorio de su gran empresa, no de los gastos de los fenicios. 

7 Régimen de las fuentes y pozos del Heraclion
Dice Polibio que hay una fuente en el Heraclion de Gádira que tiene una bajada de unos cuantos escalones hasta llegar al agua, que es potable, a la cual le sucede en las mareas lo contrario que al mar, que se seca en los flujos y se llena en los reflujos. Aduce como causa el hecho de que el aire que se escapa del fondo hacia la superficie de la tierra, al ser ésta cubierta por el oleaje durante las crecidas del mar, no puede salir por sus vías habituales, y regresando al interior obstruye los conductos de la fuente y provoca la falta de agua; y al quedar de nuevo la tierra al descubierto, yendo directo al exterior, deja libres las venas de la fuente de forma que puede manar con facilidad. Artemidoro, por otro lado, contradice a Polibio y da al mismo tiempo su propia explicación, citando además la opinión del historiador Sileno, pero creo que no dicen cosa digna de mención porque tanto él como Sileno son profanos en la materia. En cuanto a Posidonio, que asegura que es falsa esta historia, dice que hay dos pozos en el Heraclion y un tercero en la ciudad; de los del Heraclion, el más pequeño se agora de inmediato si se le saca agua sin interrupción y si se deja de sacar agua se llena de nuevo, y el mayor, que da agua abasto durante todo el día,  aunque baja de nivel como todos los demás pozos, de noche se vuelve a llenar cuando cesa la extracción. Pero puesto que la bajamar tiene lugar muchas veces con ocasión de la subida del agua del pozo, los lugareños han creído sin fundamento en lo inverso del fenómeno; así pues, que se ha dado crédito a la historia no sólo lo ha dicho Posidonio, sino que nosotros la hemos encontrado también recogida minuciosamente en las Paradojas. 

Hemos oído decir también que existen otros pozos, unos delante de la ciudad en los huertos y otros dentro de ella, pero que a causa de la mala calidad del agua proliferan en la ciudad los aljibes para el agua de lluvia. No obstante, si alguno de estos pozos avala la suposición de lo inverso del fenómeno, eso no lo sabemos; las causas, si es que realmente la cosa sucede así, habría que situarlas entre los problemas de difícil solución; porque es verosímil que sea tal como dice Polibio, pero es verosímil también que algunas de las venas de las fuentes, al ser mojadas por la marea por su parte externa, cedan y permitan a las aguas derramarse hacia los lados en vez de empujarlas a brotar siguiendo su cauce primitivo hasta llegar a la fuente; y se mojan, por fuerza, cuando el oleaje inunda la tierra. Pero sí, como dice Atenodoro, lo que sucede en las pleamares y bajamares se asemeja a la espiración e inspiración, podría haber algunas corrientes de agua que tuvieran su desagüe natural en la superficie por unas salidas cuyas bocas llamamos fuentes y manantiales, mientras que por otras salidas fueran atraídas al fondo del mar, y subiendo con él al subir la marea, cuando se produce una especie de espiración, abandonaran su cauce habitual y regresaran a él de nuevo cuando también el mar comenzara a retroceder.

domingo, 20 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXIX)




4 Rebaños míticos.
Ferécides parece designar a Gádira con el nombre de Eritía, donde se sitúa el mito de Gerión. Otros sin embargo identifican ésta con la isla cercana a esas ciudad, separada de ella por un estrecho de un estadio, a la vista de sus buenos pastos, porque la leche de los rebaños que pacen allí no forma suero. Debido a la grasa que contiene hacen los quesos mezclándola con gran cantidad de agua, y en treinta días se ahoga el animal si no se lo sangra. La hierba que pacen es seca, pero engorda mucho. Se cree que a partir de esto se ha forjado el mito de los rebaños de bueyes de Gerión <...>. Sin embargo, todo el litoral está ocupado por fundaciones mixtas. 

5 Fundación de la ciudad. Las Columnas. 
Acerca de la función de Gádira recuerdan los gaditanos cierto oráculo que según ellos les fue dado a los tirios ordenándoles enviar una colonia a las Columnas de Heracles; los que fueron enviados para inspeccionar, cuando estuvieron en las proximidades del Estrecho de Calpe, creyendo que los promontorios que forman el Estrecho eran los límites de la tierra habitada y de la expedición de Heracles y que constituían lo que el oráculo había designado con el nombre de Columnas, se detuvieron en un lugar del lado de acá del Estrecho, donde se encuentra ahora la ciudad de los saxitanos; y como quiere que, realizando un sacrificio allí no les resultaran favorables las víctimas, se volvieron. Un tiempo después, los enviados avanzaron unos mil quinientos estadios más allá del Estrecho hasta una isla consagrada a Heracles situada junto a la ciudad de Onoba de Iberia, y creyendo que estaban allí las Columnas hicieron un sacrificio al dios, pero como las víctimas volvieron a resultar desfavorables, regresaron a la patria. Los que llegaron en la tercera expedición fundaron Gádira, y levantaron el templo en la parte oriental de la isla y la ciudad en la parte occidental. Por esto creen unos que las Columnas son los promontorios del Estrecho, otros que Gádira, y otros que están situadas aún más allá de Gádira. Algunos supusieron que las Columnas eran Calpe y Abílix, la montaña situada enfrente de Calpe en Libia, la cual dice Eratóstenes que se eleva en el Metagonio, un pueblo nómada; otros, que eran las islitas cercanas a una y otra montaña, a una de las cuales dan el nombre de Isla de Hera. Artemidoro menciona la Isla de Hera y su santuario, pero niega que exista otra, un monte Abílix y un pueblo Metagonio. También las Errantes y las Entrechocantes las trasladan algunos aquí, pensando que son ellas las Columnas, que Píndaro llama "Puertas de Gádira" cuando afirma que Heracles llegó hasta ellas como al último confín de las tierras. Y tanto Dicearco como Eratóstenes, Polibio y la mayoría de los autores griegos sitúan las Columnas en los alrededores del Estrecho, mientras que los iberos y libios dicen que están en Gádira, puesto que la zona del Estrecho no se asemeja nada a unas columnas. Otros las identifican con la columnas de bronce de ocho codos de altura del santuario de Heracles en Gádira, en las cuales están grabados los gastos de construcción del templo, porque los que llegaban a ellas al finalizar su travesía y hacían un sacrificio en honor de Heracles hicieron que se propagara la creencia de que éste es el límite de la tierra y del mar. También Posidonio considera esta explicación como la más plausible, y en cambio el oráculo y las diversas expediciones, una invención fenicia.

Ahora bien, acerca de las expediciones, ¿qué argumento podría esgrimirse como refutación o prueba, si ninguna de las dos opiniones es contraria a la razón? Y en cuanto a afirmar que las islitas o las montañas no parecen columnas, y buscar en cambio los límites de la tierra habitada o de la expedición de Heracles en unas columnas en sentido estricto, hay cierta razón en ello, pues era costumbre antigua establecer tales límites; por ejemplo, los de Regio construyeron la columnita, una especie de torrecilla, situada sobre el Estrecho, y frente a esa columnita está llamada Torre de Péloro; los llamados Altares de los Filenos se hallan más o menos en medio del territorio que hay entre las Sirtes, y sobre el Istmo de Corinto se tiene memoria de una columna que se alzaba antiguamente, que erigieron a medias los jonios que ocuparon el Ática y la Megáride, tras su expulsión del Peloponeso, y los que ocuparon el Peloponeso, grabando en la parte que mira a Megáride: 

Esto no es el Peloponeso, sino Jonia,

y en la otra: 

Esto es el Peloponeso, no Jonia.

Y Alejandro levantó, como hitos de su expedición a la India, unos altares en los lugares más orientales a los que llegó, imitando a Heracles y a Dionisio. Por tanto, existía esta costumbre.

sábado, 19 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXVIII)





2 Plaga de conejos.
A la fecundidad de la tierra se suma el hecho de no hallarse allí fácilmente ninguno de los animales dañinos, pues dicen que ni siquiera los lebratos son indígenas, sino que alguien llevó desde la costa de enfrente un macho y una hembra, que engendraron una prole que desde el principio fue tan numerosa que derribaban casas y árboles con sus galerías subterráneas, y, como dije, las gentes se vieron obligadas a recurrir a los romanos. En cambio ahora la facilidad de su caza no permite que prevalezca el daño, sino que los propietarios disfrutan con provecho de su tierra. éstas son pues las islas del lado de acá de las llamadas Columnas de Heracles.

3. Gádira.
Junto a las Columnas hay dos islitas, a una de las cuales denominan isla de Hera, incluso hay quienes llaman Columnas a éstas. Del lado de allá de las Columnas a éstas. Del lado de allá de las Columnas está Gádira, de la cual tan sólo hemos dicho que dista de Calpe más o menos setecientos cincuenta estadios; se halla en las cercanías de las desembocadura del Betis. Pero hay mucho más que decir sobre ella; pues sus habitantes son los que envían una flota más numerosa y de mayores barcos tanto el Mar Nuestro como al Exterior, a pesar de no habitar una gran isla, de no ocupar mucho de la costa de enfrente y de no haberse apoderado de otras islas, sino que la mayoría viven en el mar, siendo pocos los que se quedan en casa o pasan su tiempo en Roma. Y sin embargo, por su población parecería que no va por detrás de ninguna ciudad, exceptuada Roma; al menos, he oído decir que en uno de los censos recientes se estimó en quinientos el número de gadiranos del orden ecuestre, número que no se da en ninguna de las ciudades itálicas salvo en Patavium (Padua). Y, con ser tantos, ocupan una isla de no mucho más de cien estadios de longitud, y de anchura en algunos puntos incluso de sólo un estadio. Al principio habitaban una ciudad muy pequeña; pero Balbo Gaditano, el que logró el triunfo, les construyó otra que llaman Nueva, y a la ciudad constituida por ambas, Gemela, que a pesar de no tener más de veinte estadios de perímetro no padece estrechez. Porque son pocos los que residen en ella, debido a que todos pasan la mayor parte del tiempo en el mar y a que otros viven también en la costa de enfrente, y sobre todo, por sus ventajas naturales, en la islita vecina, de la que, contentos con el lugar, han hecho como una "ciudad enfrentada" de Gemela. Pero, en comparación, vive poca gente en ésta y en el puerto que Balbo les edificó en la costa continental. La ciudad está emplazada en la zona oeste de la isla, y muy próximo a ella, en el extremo, está el santuario de Crono, junto a la islita; el Heraclion se encuentra al otro lado, al Este, por donde la isla se aproxima más al continente, estando separada de éste por un estrecho de alrededor de un estadio. Y dicen que el santuario dista de la ciudad doce millas, haciendo coincidir el número de trabajos con el de millas; sin embargo la distancia es mayor, casi tanta como la longitud de la isla. La longitud de la isla se mide de Poniente a Levante. 

jueves, 17 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXVII)



5 LAS ISLAS

1. Pitiusas y Gimnesias 
De las islas próximas a Iberia, las dos Pitiusas y las dos Gimnesias (las llaman también Baliarides) están frente al litoral comprendido entre Tarracon y el Sucron, en el que se alza Sagunto. Las más alejadas de la costa con las Pitiusas, situadas al occidente de las Gimnesias. De ellas, una recibe el nombre de Ebuso y tiene una ciudad del mismo nombre; el perímetro de la isla es de cuatrocientos estadios y su longitud y anchura son semejantes. La otra, Ofiusa, deshabilitada y mucho más pequeña que la anterior, se encuentra cerca de ella. De las Gimnesias, la mayor tiene dos ciudades, Palma y Polentia, una al este, Polentia, y la otra al oeste. La longitud de la isla es de poco menos de seiscientos estadios y la anchura de doscientos, pero Artemidoro ha cifrado en el doble tanto la anchura como la longitud. La menor dista de Polentia unos doscientos setenta estadios, y si bien en extensión la mayor le saca mucha ventaja, por sus excelencias no es en nada inferior a ella; pues ambas son fértiles y tienen buenos puertos, aunque sus entradas están minadas de escollos, de manera que exigen la atención de los que arriban a ellos. Debido a la fertilidad de los lugares viven en paz sus habitantes, lo mismo que los de Ebuso; pero en una ocasión en que unos cuantos malhechores hicieron causa común con los piratas del mar, cobraron mala fama todos y tuvo que hacer una expedición naval contra ellos Metelo, el apodado Baliárico, que fue también el que fundó las ciudades.

Como a causa de su misma fertilidad son objeto de asechanzas, tiene fama, a pesar de ser pacíficos, de ser los mejores honderos, y según dicen se ejercitaron en esta práctica sobre todo a partir de que los fenicios ocuparan las islas. También se dice que fueron éstos los primeros que vistieron a sus gentes con túnicas de bandas anchas; pero iban al combate sin ceñirse, llevando al brazo un escudo de piel de cabra y un venablo endurecido al fuego, raramente provisto también de una pequeña punta de hierro. Llevan alrededor de la cabeza tres hondas hechas bien de meláncranis [una especie de junco con el que se trenzan las cuerdas; dice Filitas en la Elegía a Hermes:

es mugrienta la túnica y raída; y alrededor del talle delgado se enrolla un trozo de meláncranis,

como diciendo "ceñido con un junco"], bien de crines o de nervios, una larga para los lanzamientos a gran distancia, otra corta para los tiros a corta distancia y otra mediana para los medianos. Se ejercitaban desde niños con las hondas de tal modo que ni pan se les daba si no le acertaban con la honda. Por eso precisamente Metelo, cuando se acercaba a las islas por mar, extendía pieles sobre las cubiertas como protección contra las hondas. Introdujo como colonos tres mil romanos procedentes de Iberia. 

miércoles, 16 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXVI)



19 Nombres de la Península
Así pues, como dijimos, algunos afirman que este país se divide en cuatro partes, mientras que otros dicen que en cinco. Pero es imposible en este caso dar razón de ello con exactitud debido a las transformaciones y la oscuridad de los lugares. Pues en los lugares famosos y célebres son conocidas tanto las migraciones como la distribución del territorio, así como los cambios de nombre y cualquier cosa de este tipo, por ser tratada por muchos autores y principalmente por los griegos, que son los más prolijos de todos. Pero sobre todas las regiones bárbaras, apartadas, pequeñas y subdivididas, las noticias que hay no son ni seguras ni abundantes, porque en todo lo que queda alejado de los griegos aumenta el desconocimiento. Los historiadores romanos imitan a los griegos, pero no llevan muy lejos su imitación, pues lo que dicen lo traducen de los griegos sin aportar de sí una gran avidez de conocimientos, de forma que, cada vez que hay un vacío de información por parte de aquéllos, no es mucho lo que completan los otros, y ocurre esto especialmente en la cuestión de los nombres más conocidos, que son griegos en su mayoría. Por ejemplo: toda la región de más allá del Ródano y del istmo configurado por los golfos galáticos fue denominada Iberia por los autores antiguos, y en cambio los contemporáneos le señalan como límite el Pirene y dicen que Iberia   e Hispania son sinónimos; otros daban ese nombre de Hispania sólo a la región de más acá del Íber. Y otros aún anteriores llamaron a estos mismos igletes, que no ocupaban un gran territorio, según dice Asclepiades de Mirlea. Los romanos por su parte, llamando indistintamente Iberia o Hispania a todo el territorio, dieron a una parte la denominación de Citerior y a la otra la de Ulterior; pero a veces se sirven de otra división, adaptando su política a las circunstancias. 

20 La división y administración romanas.
Actualmente, de las provincias asignadas al pueblo y al Senado por una parte, y al Emperador romano por otra, la Bética corresponde al pueblo y se envía a ella un pretor asistido por un cuestor más un legado; han establecido su límite oriental cerca de Castalon. El resto pertenece al César. Éste manda dos legados, uno pretoriano y otro consular, estando el pretoriano asistido a su vez de otro legado, y tiene la misión de administrar justicia a los lusitanos, que limitan con la Bética y llegan hasta el río Durio y su desembocadura; pues al presente el nombre de Lusitania está restringido a esta región. Allí se encuentra también Augusta Emérita. El resto, que constituye la mayor parte de Iberia, se halla bajo el gobernador consular, que dispone de un considerable ejército de tres legiones y de tres legados, de los cuales uno, al mando de dos legiones, ejerce vigilancia sobre todo el territorio al norte del Durio, a cuyos habitantes antes llamaban lusitanos y ahora calaicos. Los delimitan las cordilleras septentrionales, con los astures y los cántabros. 

A través de territorio astur discurre el río Melso, un poco más lejos está la ciudad de Noiga, y cerca, un estero del Océano que separa a los astures de los cántabros.

La región que viene a continuación, paralela a las montañas hasta el Pirene, la tiene a su cargo el segundo de los legados con la otra legión. El tercero ejerce su vigilancia sobre el interior y gobierna los asuntos de los llamados ya togados, que es como decir que son pacíficos y que han pasado a un género de vida civilizado y al modo de ser itálico con su togada indumentaria. Son éstos los celtíberos y los que viven cerca del Íber a ambas orillas hasta las zonas marítimas. El propio gobernador pasa el invierno en la región costera, principalmente en Carquedón y Tarracon, atendiendo los pleitos, y en verano recorre el país supervisando constantemente las cosas necesitadas de mejora. Hay también procuradores del César, del orden ecuestre, que son los que distribuyen a los soldados las cantidades necesarias para su mantenimiento. 

martes, 15 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXV)



17 Tocados. Dureza de los iberos
También podría considerarse de índole bárbara el tocado de algunas mujeres que ha descrito Artemidoro: pues dice que en algunos lugares llevan collares de hierro que tienen unos ganchos doblados sobre la cabeza que avanzan mucho por delante de la frente, y que cuando quieren cuelgan el velo en estos ganchos de modo que al ser corrido da sombra al rostro, y que esto lo consideran un adorno. En otros lugares se colocan alrededor un disco redondeado hacia la nuca, que ciñe la cabeza hasta los lóbulos de las orejas y que va poco a poco desplegándose a lo alto y a lo ancho. Otras se rapan tanto la parte delantera del cráneo que brilla más que la frente. Otras mujeres, colocándose sobre la cabeza una columnilla de un pie más o menos de alto, trenzan en torno el cabello y luego lo cubren con un velo negro.

Además de estas insólitas costumbres se han visto y se han contado muchas otras cosas de todos los pueblos de Iberia en general, pero especialmente de los del Norte, relativas no sólo a su valor, sino también a una crueldad y falta de cordura bestiales. Por ejemplo, en la guerra de los cántabros, unas madres mataron a sus hijos antes de ser hechas prisioneras, y un niño, estando encadenados como cautivos sus padres y hermanos, se apoderó, por orden de su padre, de un acero y los mató a todos, y una mujer a sus compañeros de cautiverio lo mismo. Y uno, al ser llamado a presencia de unos soldados borrachos, se arrojó a una hoguera. Estos rasgos son comunes también a las tribus célticas, tracias y escitas, y es común también la valentía de sus hombres y mujeres; pues éstas trabajan la tierra, y cuando dan a luz sirven a sus maridos acostándolos a ellos en vez de acostarse ellas mismas en sus lechos. Frecuentemente incluso dan a luz en las tierras de labor, y lavan al niño y lo envuelven en pañales agachándose junto a un arroyo. En Ligústica, dice Posidonio que le refirió su huésped Carmoleon, una masaliota, que había contratado hombres junto con mujeres para cavar una fosa, y que, al llegarle los dolores, una de las mujeres se apartó no lejos del trabajo y regresó inmediatamente al mismo, después de dar a luz, para no perder su salario. Y él, que la veía realizar las faenas con fatiga sin conocer al principio la causa, lo supo ya tarde y la dejó ir, luego de darle el salario; y ella, llevando al niño a una fuente, lo lavó y lo envolvió en lo que tenía y lo llevó sano y salvo a su casa.

18. Plagas. Matriarcado. Devotio. 
No es exclusivo de los iberos el ir de dos en dos a caballo y que en las batallas uno de ellos lucha a pie, ni tampoco es exclusiva la cantidad de ratas, a las que muchas veces han seguido epidemias. Esto es lo que les sucedió en Cantabria a los romanos, hasta el punto de que los cazadores de ratas percibían unas primas según un baremo hecho público gracias a lo cual consiguieron a duras penas salvarse; les sobrevino junto con esto la escasez de trigo y de otras vituallas, y recibían víveres de Aquitania no sin dificultad por lo accidentado del terreno. De la insensatez de los cántabros se cuenta también lo siguiente: que unos que habían sido hechos prisioneros y clavados en cruces entonaban cantos de victoria. Cosas como ésta podrían, pues, servir como ejemplos de cierta rudeza en las costumbres; pero otras, quizá poco civilizadas, no son sin embargo salvajes, como el hecho de que entre los cántabros los maridos entreguen dotes a sus mujeres, que sean las hijas las que queden como herederas y que los hermanos sean entregados por ellas a sus esposas; porque poseen una especie de ginecocracia, y esto no es del todo civilizado. Es ibérica también la costumbre de llevar encima un veneno, que obtienen de una planta parecida al apio, indoloro, para tenerlo a su disposición en situaciones indeseables, así como el consagrarse a aquellos a quienes se vinculan hasta el punto de morir voluntariamente por ellos.

lunes, 14 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXIV)



15 Iberia y los iberos. 
Los iberos eran, por decirlo así, todos peltastas y de armamento ligero debido a su vida de bandidaje, como dijimos de los lusitanos, y usaban venablo, honda y puñal. A las fuerzas de infantería se había sumado también la caballería, estando adiestrados los caballos en marchar por montaña y en arrodillarse prontamente a una orden cuando la ocasión lo exigía. 
En Iberia hay muchos corzos y caballos salvajes. En algunos lugares las lagunas se llenan de cisnes y especies afines, y también muchas avutardas. Los ríos crían castores, pero este castóreo no tiene las mismas propiedades que el póntico, pues son exclusivas del póntico las virtudes medicinales, como sucede con otros  productos. Por ejemplo, según dice Posidonio, el cobre chipriota es también el único que lleva calamina, vitriolo azul y espodio. Particularidad de Iberia ha dicho Posidonio que es el que las cornejas no sean negras y que los caballos de los celtíberos, que son moteados, cambien de color cuando se trasladan a la Iberia exterior. Dice que se parecen a los caballos partos, pues son veloces y mejores corredores que los demás. 

16 Algunas costumbres raras.
Hay un gran número de raíces útiles para tintes. En cuanto al olivo, vid, higuera y plantas de este tipo, la costa ibérica del Mar Nuestro las procura todas en abundancia, y con profusión también la costa exterior. Sin embargo el litoral oceánico del Norte se ve privado de esto a causa del frío, y el resto más que nada por la negligencia de sus gentes y por vivir no según un ritmo ordenado sino más bien según una necesidad y un impulso salvajes, con costumbres envilecidas; a no ser que se piense que viven ordenadamente los que se lavan y se limpian los dientes, tanto ellos como sus mujeres, con orines envejecidos en cisternas, como dicen de los cántabros y sus vecinos. Esto y el dormir en el suelo es común a iberos y celtas. 

Algunos dicen que los calaicos no tienen dioses, y que los celtíberos y sus vecinos del norte hacen sacrificios a un dios innominado, de noche en los plenilunios, ante las puertas, y que con toda la familia danzan y velan hasta el amanecer. Y que los vetones, cuando entraron por primera vez en un campamento romano, al ver a algunos de los oficiales yendo y viniendo por las calles paseándose, creyeron que era locura y los condujeron a las tiendas, como si tuvieran que o permanecer tranquilamente sentados o combatir. 

domingo, 13 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXIII)



13 Tribus y ciudades celtíberas.
Divididos los propios celtíberos en cuatro partes, los más poderosos en general, situados al Este y al Sur, son los aruacos, vecinos de los carpetanos y de las fuentes del Tago. Su ciudad más renombrada es Numancia. Demostraron su valor en la guerra de los celtíberos contra los romanos, que duró veinte años, pues fueron destruidos muchos ejércitos con sus generales, y los numantinos, cercados, se mantuvieron firmes hasta el final a excepción de unos pocos que entregaron la muralla. Al Este se hallan también los lusones, vecinos asimismo de las fuentes del Tago. A los aruacos pertenecen las ciudades de Segeda y Palancia. Numancia dista de Cesaraugusta, que dijimos se alzaba a orillas del Ìber, unos ochocientos estadios. También Segóbriga y Bílbilis sosn ciudades de los celtíberos, junto a las que lucharon Metelo y Sertorio. Polibio, al enumerar las tribus y localidades de vacceos y celtíberos, incluye también, junto a las otras ciudades, Segesama e Intercatia. Por otra parte, Posidonio afirma que Marco Marcelo percibió de Celtiberia un tributo de seiscientos talentos, de lo que puede colegirse que los celtíberos eran numerosos y dueños de abundantes riquezas, a pesar de vivir en una región poco fértil. Pero cuando Polibio dice que Tiberio Graco destruyó trescientas de sus ciudades, Posidonio, burlándose, responde que con esto el hombre trata de halagar a Graco, denominando ciudades a los baluartes, como se hace en los desfiles triunfales. Y no deja quizá de ser cierto lo que dice, pues tanto los generales como los historiadores se dejan arrastrar fácilmente a este tipo de embuste por embellecer los hechos. Es el caso también de los que sostienen que pasan de mil las ciudades de los iberos, los cuales me parece que llegan a este número otrogando el nombre de ciudades a las aldeas grandes. Porque ni la naturaleza del país puede admitir muchas ciudades por su escasez de recursos ni por su aislamiento y primitivismo, ni su modo de vida ni sus acciones, salvo los de la costa del Mar Nuestro, sugieren nada de esto: son salvajes los que viven en aldeas, y como ellos la mayoría de los pueblos iberos; y tampoco dulcifican fácilmente las costumbres las ciudades cuando son multitud los que viven en los bosques para daño de sus vecinos. 

14 Al sur de Celtiberia.
A continuación de los celtíberos están, hacia el Sur, los que ocupan el macizo de la Oróspeda y la región del Sucron, los sedetanos hasta Carquedón y los bastetanos y oretanos casi hasta Málaca.

jueves, 10 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXII)


11 Los cerretanos.
Del propio Pirene, la vertiente ibérica es rica en árboles de toda especie y en particular de hoja perenne, pero la céltica está desnuda, y en cuanto a la zona central, configura valles con buenas condiciones de habitabilidad. Los ocupan en su mayor parte los cerretanos, de raza ibérica, entre los cuales se preparan excelentes jamones que rivalizan con los de Cibira y proporcionan no pocos ingresos a sus gentes. 

12 Fronteras y ríos de Celtiberia.
Rebasando la Idúbeda se halla inmediatamente Celtiberia, vasta y heterogénea; la mayor parte de ella es escabrosa y está bañada por ríos, pues a través de ella discurren el Anas, el Tago y otros cuantos ríos que, yendo a parar al mar occidental, tienen su origen en Celtiberia. De éstos, el Durio pasa por Numancia y Serguncia, y el Betis, teniendo sus fuentes en la Oróspeda, fluye a través de Oretania hacia la Bética. Al norte de los celtíberos viven los berones, limítrofes de los cántabros coniscos y surgidos también ellos de la migración celta, a los cuales pertenece la ciudad de Varia, emplazada en el paso de Íber. Son vecinos también de los bardietas, a los que ahora llaman bárdulos. Por Occidente hay algunas tribus de astures, calaicos y vacceos y también de vetones y carpetanos, por el Sur los oretanos y todos los demás bastetanos y edetanos que habitan la Oróspeda, y, al Oriente, la Idúbeda.

martes, 8 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXI)



9 La Vía Augusta.
Por las inmediaciones de la ciudad corre también un río que tiene su origen en el Pirene; su desembocadura sirve de puerto a los emporitanos, que son bastante diestros en tejer lino.
 Son dueños de la tierra del interior, que parte es buena y parte es productora de un esparto de los menos útiles y de junco lacustre; la llaman Campo Juncario. Algunos ocupan asimismo las estribaciones del Pirene hasta los Trofeos de Pompeyo, por donde se pasa de Italia a la llamada Iberia exterior y principalmente a la Bética. Esta vía se acerca a veces al mar y a veces se aleja, sobre todo en sus tramos occidentales. Conduce a Tarracon desde los Trofeos de Pompeyo a través del Campo Juncario, Seterras y el campo llamado en lengua latina del Hinojo, porque produce hinojo en abundancia, y de Tarracon al paso del Íber por la ciudad de Dertosa; desde allí pasando a través de Sagunto y la ciudad de Sétabis, se separa gradualmente del mar y llega al Campo Espartario, que es como si dijésemos Juncal; es extenso y está falto de agua, y produce un esparto propio para trenzar cuerdas que se exporta a todas partes y principalmente a Italia. Antes, pues, ocurría que la vía, larga y dificultosa, iba por medio de este campo y por Egelasta, pero ahora la han construido junto al mar, tocando tan sólo el Juncal y yendo a parar al mismo sitio que la antigua, a la región de Castalon y Obulcon, por las que atraviesa la vía hacia Córduba y Gádira, los emporios más importantes. Obulco dista de Córdoba unos trescientos estadios. Dicen los historiadores que César llegó en veintisiete días de Roma a Obulcon y su campamento, cuando se disponía a emprender la batalla de Munda.

10 La Idúbeda y ciudades del interior.
Todo el litoral a partir de las Columnas hasta la frontera de los iberos con los celtas es como he descrito. La región continental, me refiero a la del interior de los montes Pirineos y del flanco septentrional hasta los astures, está delimitada principalmente por dos cordilleras. De ellas, una es paralela al Pirene, comenzando en territorio cántabro y terminando en el Mar Nuestro, y la llaman Idúbeda (Sistema Ibérico); la otra, que va desde mitad de la costa hacia Poniente, desviándose hacia el Sur y la costa que empieza en las Columnas, en su origen es poco elevada y está desprovista de vegetación. Atraviese el denominado Campo Espartario, y luego enlaza con el bosque que queda al interior de Carquedón y de la zona de Málaca; se conoce con el nombre de Oróspeda (Sistemas Béticos). Entre el Pirene y la Idúbeda corre el río Íber, paralelo a ambas cordilleras, que recibe su caudal de los ríos que descienden de allí y de otros cursos de agua. A orillas del Íber está la ciudad llamada Cesaraugusta, y Celsa, una colonia que tiene una travesía por un puente de piedra. La región está habitada por muchos pueblos, pero el más conocido es el de los denominados yacetanos. Éste empieza en la falda del Pirene, se ensancha hacia la llanura y llega a los alrededores, que pertenecen a los ilergetes, de Ilerda y Osca, no muy lejos del Íber. En estas ciudades y en Calagurris, ciudad de los vascones, sostuvo Sertorio sus últimas batallas, y tras su expulsión de entre los celtíberos, en la costa, en Tarracon y Hemeroscopio, finalizando sus días en Osca. Y en Ilerda fueron luego derrotados Afranio y Petreyo, los generales de Pompeyo, por César el dios. Dista Ilerda del Íber, yendo hacia el Oeste, ciento sesenta estadios, de Tarracon hacia el Sur alrededor de cuatrocientos sesenta, y de Osca hacia el Norte quinientos cuarenta. A través de estas regiones pasa la calzada que va desde Tarracon hasta los últimos vascones de la orilla del Océano, los de la zona de Pompelon y de la ciudad, al borde mismo del Océano, de Oyasun, calzada de dos mil cuatrocientos estadios, hasta los mismos confines de Aquitania con Iberia. 
Los yacetanos son aquellos en cuyo territorio guerreaba en tiempos Sertorio contra Pompeyo, y luego del hijo de Pompeyo, Sexto, contra los lugartenientes de César. Al interior de Yacetania, hacia el Norte, está el pueblo de los vascones, donde se encuentra la ciudad de Pompelon, que es como si dijéramos Pompeyópolis.


sábado, 22 de diciembre de 2012

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XX)



7 Tarracon
Entre la desembocadura del Íber y los Promontorios del Pirene, donde se alzan los Trofeos de Pompeyo, la primera ciudad es Tarracon, que no tiene puerto, pero que está situada en un golfo y provista suficientemente de las demás ventajas, y actualmente su población no es menor que la de Carquedón; pues reúne los requisitos para la estancia de los gobernadores y es como la metrópolis, no sólo de la región de a este lado del Íber, sino incluso de la mayor parte de la del otro, y por otra parte las islas Gimnesias, sitas en su proximidades, y Ebuso, islas dignas de mención, reafirman la posición ventajosa de la ciudad. Eratóstenes sostiene que también posee puerto, pero según el testimonio en contra de Artemidoro, no ofrece siquiera condiciones para el anclaje.

8  Emporio y Rodo.
Todo el litoral que va desde las Columnas hasta este punto escasea en puertos, pero desde aquí la costa que sigue tiene ya buenos puertos, y es fértil la tierra de los leetanos, lartolayetas y otros pueblos semejantes hasta Emporio. Esta ciudad es una fundación de los masaliotas, distante del Pirene y de la frontera de Iberia con Céltica unos doscientos estadios. Esta costa es próspera en todos los aspectos y tiene buenos puertos. Allí se encuentra también Rodo, un poblado perteneciente a los emporitanos, aunque algunos afirman que es fundación de los rodios. Tanto allí como en Emporion veneran a la Ártemis Efesia, pero la causa la expondremos en el capitulo referente a Masalia. Los emporitanos vivían antes en una islita cercana a la costa, que actualmente recibe el nombre de Ciudad Antigua, pero ahora viven en tierra firme. La ciudad es doble, dividida en dos por una muralla, por haber tenido anteriormente como cohabitantes a algunos indicetes, los cuales, aunque se regían con leyes propias, quisieron por razones de seguridad tener en común con los griegos el recinto amurallado, y éste fue doble, dividido por una muralla medianera. Pero con el tiempo convergieron hacia la misma constitución política, mezcla de leyes bárbaras y griegas, cosa que sucedió también en otros muchos lugares.

jueves, 20 de diciembre de 2012

GEOGRAFÍA DE IBERIA
ESTRABÓN (XIX)

5. Individualismo de los iberos.
Por lo que respecta a las andanzas de los griegos entre los pueblos bárbaros, podría pensarse que la causa fue el haber estado éstos divididos en pequeñas tribus y reinos que, por orgullo, no se mezclaban entre sí, por lo cual eran débiles contra los que atacaban desde fuera. Este orgullo alcanzó su máxima expresión entre los iberos, a lo que se añadía su trapacería innata y su falta de sencillez. Pues, a pesar de ser prontos en el ataque y bandidos por su género de vida, no se atrevían sino a pequeñas empresas, no acometiendo las importantes por no poder contar con grandes ejércitos ni confederaciones. Porque, si hubieran querido unir sus armas, no les habría sido posible a los cartagineses atacar y someter impunemente a la mayor parte de ellos, ni aún antes a los tirios, luego a los celtas, que ahora se llaman celtíberos y berones, ni al bandido Viriato ni a Sertorio después, ni a cualesquiera otros que ansiaban acrecentar sus reinos. Los romanos, en luchar contra los iberos parte por parte y pueblo por pueblo emplearon un largo tiempo, sometiendo ya a unos ya a otros, hasta que los tuvieron a todos bajo su poder casi a los doscientos años o aún más. Pero voy a volver a la descripción.

6 Litoral Cartagena-Ebro.
A continuación está pues Carquedón la Nueva, fundación de Asdrúbal, sucesor de Barca, el padre de Aníbal, que es con mucho la más poderosa de las ciudades de esta región, pues cuenta con la seguridad de su emplazamiento, con un sólido amurallamiento, puertos, un lago y las minas de plata de las que hemos hablado. Tanto allí como en los lugares cercanos prolifera la industria de salazón. Es éste el mayor emplazamiento comercial de las mercancías llegadas por mar para las gentes del interior, y de productos locales para todas las del exterior.
La costa que va desde aquí hasta el Íber se interrumpe más o menos a la mitad con el río Sucron y su desembocadura y la ciudad del mismo nombre; discurre desde la cordillera colindante con la cadena montañosa se queda por encima de Málaca y de la zona de  Carquedón, es vadeable a pie y casi paralelo al Íber, y dista de Carquedón un poco menos que del Íber. Entre el Sucron y Carquedón hay tres poblados de masaliotas no muy lejos del río. El más conocido de ellos es Hemeroscopio, que posee sobre el cabo un santuario muy venerado de la Ártemis Efesia, del cual se sirvió Sertorio como base de operaciones para sus empresas marítimas por estar bien defendido y ser propio de piratas y visible desde muy lejos para los que lleguen por mar. Se llama Dianio, es decir, Artemisio, y tiene cerca unas minas de hierro que rinden bastante y dos islotes, Planesia y Plumbaria, y más al interior un lago salado de cuatrocientos estadios de perímetro. A continuación, la Isla de Heracles ya junto a Carquedón, que llaman Escombroaria por los escombros que allí se pescan, con los que se prepara el mejor garum. Está a una distancia de veinticuatro estadios de Carquedón.
Siguiendo al otro lado del Sucron en dirección a la desembocadura del Íber, encontramos Sagunto, fundación de los zacintios, al destruir la cual, contra lo que había pactado contra los romanos, desencadenó Aníbal la segunda guerra contra los cartagineses. Cerca se hallan las ciudades de Querroneso, Oleastro y Cartalia; y en la travesía misma del Íber, la colonia Dertosa. El Íber corre hacia el Mediodía teniendo sus fuentes en territorio cántabro y es paralelo, a través de una gran llanura, a los montes Pirineos.

lunes, 17 de diciembre de 2012

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XVIII)



3 Fundaciones míticas
Tras ésta se encuentra Ábdera, también ella fundación fenicia. Al interior de estos lugares, en la zona montañosa, aparece Odisea y en ella el santuario de Atenea, según han dicho Posidonio, Artemidoro y Asclepiades de Mirlea, un hombre que fue maestro de letras en Turdetania y publicó una Descripción de sus pueblos. Éste mantien que como recuerdos del viaje de Odiseo hay colgados en el santuario de Atenea escudos y tajamares; y que algunos de los que fueron en la expedición con Teucro vivieron entre los calaicos, y que existen allá ciudades, una llamada Helenos y otra Anfílocos, porque Anfíloco habría muerto allí y porque sus compañeros habrían llegado en sus andanzas hasta el interior. Dice que se tiene testimonio de que algunos de los que iban con Heracles y de los que partieron de Mesenia se establecieron en Iberia, y que los laconios sometieron una parte de Cantabria no sólo lo sostiene él, sino también otros. Cuentan también que hay una ciudad Opsicela en el país, fundación de Ocelas, el que cruzó el mar con Antenor y sus hijos en dirección a Italia. Y como ha dicho Artemidoro, hay quienes, dando crédito a los mercaderes gadiritas, están convencidos de que los que viven en Libia más allá de Maurusia, junto a los etíopes occidentales, son llamados lotófagos porque se alimentan de loto, una especie de hierba con su raíz, que no necesitaban beber - aunque no tienen tampoco de qué, por la falta de agua - y que se extienden hasta la región de más allá de Cirene. Otros a su vez son llamados lotófagos son los que habitan una de las dos islas fronteras a la Sirte Menor, Méninx.

4 Homero, geógrafo.
No es de extrañar que el poeta haya compuesto así la leyenda sobre el vagabundeo de Odiseo, de manera que la mayor parte de lo que narra sobre él se sitúa más allá de las Columnas, en el Mar Atlántico; pues lo comprobado por observación concordaba con los lugares y demás aspectos imaginados por él, de modo que no dejaba sin verosimilitud la ficción. Tampoco es de extrañar que algunos, dando crédito a esas mismas historias  a los extensos conocimientos del poeta, hasta convirtieran en hipótesis científicas la poesía de Homero, como hicieron Crates de Malos y algunos otros. Pero otros acogieron semejante intento tan ásperamente que no sólo desterraron al poeta, como si fuera un labrador o un segador, de toda la ciencia geográfica, sino que tomaron por locos a los que acometieron dicha interpretación. Pero a añadir defensa, enmienda u otra cosa por el estilo a lo dicho por aquéllos no se ha atrevido ninguno de los maestros de letras ni de los conocedores de las matemáticas; y, sin embargo, a mi entender es posible defender mucho de lo que dijeron y corregirlo, especialmente todo aquello con lo que Piteas confundió a los que le creyeron por desconocimiento de los lugares occidentales y septentrionales que bordean el Océano. Pero dejemos esto, que exigiría un tratado extenso y específico.

domingo, 16 de diciembre de 2012

GEOGRAFÍA DE IBERIA
ESTRABÓN (XVII)

4 DE LAS COLUMNAS A LOS PIRINEOS. TRIBUS DEL INTERIOR.

1 Medidas de la costa.
Lo que resta de Iberia es la costa, que da al Mar Nuestro, desde las Columnas hasta el Pirene y toda la zona al interior de ésta, de anchura varia y de longitud algo mayor de cuatro mil estadios, mientras que la del litoral queda dicho ya que es dos mil estadios aún más larga. Dicen que desde Calpe, la montaña de las Columnas, hasta Nueva Carquedón hay dos mil doscientos estadios, y que esta costa está habitada por bastetanos, a los que también se llama bástulos, y en parte también por oretanos. Desde allí hasta el Íber hay aproximadamente otros tantos estadios: esa parte de la costa la ocupan los edetanos. De la orilla de aca del Íber hasta el Pirene y los Trofeos de Pompeyo, mil seiscientos, y la habitan unos cuantos pueblos edetanos, y el resto, los denominados indicetes, divididos en cuatro tribus.

2 Málaca, Menace, Sexi.
Comenzando parte por parte desde Calpe, hay primero una cordillera montañosa que pertenece a Bastetania y a los oretanos, con un bosque frondoso y de altos árboles, que separa la costa del interior. También allí se dan con profusión las minas de oro y otros minerales. La ciudad más importante de esta costa es Málaca, distante de Calpe lo mismo que Gádira; es un emporio para los nómadas de la costa de enfrente y tiene grandes saladeros. Algunos piensan que esta ciudad es la misma que Menace, más alejada de Calpe, fue destruida hasta los cimientos, aunque conserva vestigios de una ciudad griega, en tanto que Málaca, más cercana, es de configuración fenicia. A continuación está la ciudad de los saxitanos, con cuyo nombre se designan también sus salazones.

lunes, 10 de diciembre de 2012

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XVI)


7 Montañeses del Norte.
Todos los montañeses son austeros, beben normalmente agua, duermen en el suelo y dejan que el cabello les llegue muy abajo, como mujeres, pero luchan ciñéndose la frente con una banda. Comen principalmente chivos, y sacrifican a Ares un chivo, cautivos de guerra y caballos. Hacen tambien hecatombes de cada especie al modo griego, como dice Píndaro:

de todo sacrificar cien.

Realizan también competiciones gimnásticas, de hoplitas e hípicas, con pugilato, carrera, escaramuza y combate en formación. Los montañeses, durante dos tercios del año, se alimentan de bellotas de encina, dejándolas secar, triturándolas y luego moliéndolas y fabricando con ellas un pan que se conserva un tiempo. Conocen también la cerveza. El vino lo beben en raras ocasiones, pero el que tienen lo consumen pronto en festines con los parientes. Usan mantequilla en vez de aceite. Comen sentados en bancos construidos contra el muro y se sientan en orden a la edad y el rango. Los manjares se pasan en círculo, y a la hora de la bebida danzan en corro al son de flauta y trompeta, pero también dando saltos y agachándose, y en Bastetania danzan también las mujeres junto con los hombres cogiéndose de las manos. 

Todos los hombres visten de negro, sayos la mayoría, con los que se acuestan también sobre jergones de paja. Utilizan vasos de madera, igual que los celtas. Las mujeres van con vestidos y trajes floreados. En vez de moneda, unos <...> y los que viven muy al interior se sirven del trueque de mercancías, o cortan una lasca de plata y la dan. A los condenados a muerte los despeñan y a los parricidas los lapidan más allá de las montañas o de los ríos. Se casan igual que los griegos. A los enfermos, como antiguamente los egipcios, los exponen en los caminos para que los que la han pasado les den consejos sobre su enfermedad. Para las subidas del mar y los pantanos usaban, hasta la época de Bruto, embarcaciones de cuero, pero hoy día incluso las talladas a partir de un solo tronco son ya raras. Su sal es púrpura, pero blanca una vez molida. Este, como he expuesto, es el género de vida de los montañeses, y me refiero a los que jalonan el flanco norte de Iberia: calaicos, astures y cántabros hasta llegar a los vascones y el Pirene; pues el modo de vida de todos ellos es semejante. Pero temo dar demasiados nombres, rehuyendo lo fastidioso de su transcripción, a no ser que a alguien le agrade oír hablar de los pleutauros, bardietas, alotriges y otros nombres peores y más ininteligibles que éstos.

8 La Paz Romana.
 Pero su ferocidad y salvajismo no se deben sólo al andar guerreando, sino también a lo apartado de su situación; pues tanto la travesía por mar como los caminos para llegar hasta ellos son largos, y debido a la dificultad en las comunicaciones han perdido la sociabilidad y los sentimientos humanitarios. Actualmente padecen en menor medida esto gracias a la paz y la presencia de los romanos, pero los que gozan menos de esta situación son más duros y brutales. Y por otra parte, existiendo como existe en algunos pueblos una miseria derivada de los lugares y montañas donde viven, es natural que se acentúe tan extraño carácter; pero ahora, como dije, han dejado todos de luchar: pues con los que aún persistían en los bandidajes, los cántabros y sus vecinos, terminó el César Augusto, y los coniacos y los que viven junto a las fuentes del Íber, los plentuisos, en vez de saquear a los aliados de los romanos, luchan ahora a favor de éstos. Y Tiberio, sucesor de aquél, apostando un cuerpo de tres legiones en estos lugares por indicación de César Augusto, no sólo los ha pacificado, sino que incluso ha civilizado ya a algunos de ellos.

sábado, 8 de diciembre de 2012

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XV)


5 Ártabros y montañeses.
Los que viven más alejados son los ártabros, en las proximidades del cabo que llaman Nerio, que separa los flancos occidental y norte. En sus cercanías viven celtas, emparentados con los de las orillas del Anas. Dicen que en una ocasión en que hicieron allí una campaña militar éstos junto con los túrdulos, se sublevaron tras pasar el río Limea, y que luego de la revuelta, como sobreviniera la pérdida de su jefe, permanecieron en el lugar dispersos; y por esto es por lo que el río sería llamado Olvido. Tienen los ártabros numerosas ciudades agrupadas en el golfo que los navegantes que tienen relación con estos lugares denominan Puerto de los Ártabros. Hoy día se llaman arrotrebas a los ártabros.

Son alrededor de treinta las tribus que se reparten el territorio entre el Tago y los ártabros, pero a pesar de ser próspera la región por sus frutos, pastos y abundancia de oro, plata y metales análogos, la mayoría de ellos pasaban la vida apartados de la tierra, en piraterías y en continua guerra entre sí y contra sus vecinos de la otra orilla del Tago, hasta que los pacificaron los romanos, haciéndolos bajar al llano y convirtiendo en aldeas la mayor parte de sus ciudades, aunque también asociándose a algunas como colonos en mejores condiciones. Fueron los montañeses los que originaron esta anarquía, como es natural; pues al habitar una tierra mísera, y tener además poca, estaban ansiosos de lo ajeno. Los demás, al tener que defenderse, quedaron por fuerza en la situación de no poder dedicarse a sus propias tareas, de modo que también ellos guerreaban en vez de cultivar la tierra. Y sucedía que la tierra, descuidada, quedaba estéril de sus bienes naturales y era habitada por bandidos.

6 Los Lusitanos.
Dicen que los lusitanos que son hábiles en las emboscadas y exploraciones, vivos, llevan armamento ligero, y son expertos en las maniobras. Tienen un escudo pequeño de dos pies de diámetro, cóncavo por delante y sujeto con correas porque no lleva abrazadera ni asas, y portan además un puñal o un cuchillo. La mayoría viste cotas de lino; son raros los que las usan de mallas y cascos de tres penachos, y los demás, cascos de nervios. Los de a pie llevan grebas y varios venablos cada uno. Algunos usan también lanzas, cuyas puntas son de bronce. Se dice que algunos de los que habitan en las inmediaciones del río Durio siguen un modo de vida lacónico (espartano), que utilizan dos veces al día los alipterios, toman baños del vapor que se desprende de piedras candentes, se bañan en agua fría y hacen una sola comida al día, con limpieza y sobriedad. Los lusitanos son dados a los sacrificios y examinan las entrañas sin separarlas del cuerpo; se fijan además en las venas del costado y adivinan palpando. Hacen también predicciones por las entrañas de sus cautivos de guerra, a los que cubren con sayos. Luego, cuando son heridos por el arúspice en las entrañas, adivinan en primer lugar por la forma en que caen. Cortan las manos de los prisioneros y consagran las diestras.

jueves, 6 de diciembre de 2012

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XIV)



3 Fronteras de Lusitania.
Al norte del Tagus la Lusitania es el mayor de los pueblos ibéricos y el combatido por más tiempo por los romanos. Delimitan este país por el lado sur el Tagus, por el Oeste y Norte el Océano y por el Este los carpetanos, vettones, vacceos y galaicos como pueblos más importante, pues los demás no son dignos de mención por su pequeñez y oscuridad; no obstante algunos autores, al contrario que los actuales, llaman lusitanos también a éstos. Los calaicos son, por la parte oriental, vecinos del pueblo de los astures y de los celtíberos, y los demás, sólo de los celtíberos. 

La longitud de Lusitania es de tres mil estadios, pero la anchura, delimitado por el flanco oriental hasta la costa del lado opuesto, es mucho menor. La zona oriental es alta y escarpada, pero la región que se extiende a sus pies es toda llana hasta el mar, si exceptuamos unos cuantos montes de poca altura. Por ello dice Posidonio que Aristóteles achaca incorrectamente a la costa de Iberia y de Maurusia las pleamares y bajamares, pues sostiene que el mar se agita en flujos y reflujos porque los salientes son altos y escarpados, y reciben y vuelven a rechazar el oleaje con dificultad. Mas al contrario, a decir verdad, son por lo general arenosos y poco elevados. 

4. Ríos de Lusitania. 
El país del que hablamos es fértil y está recorrido por ríos grandes y pequeños, que discurren todos desde Levante paralelos al Tagus. Casi todos son también navegables, y son los que más arena aurífera poseen. Los más conocidos después del Tagus son: el Mundas, que permite una corta navegación, lo mismo que el Vacua. A continuación el Durio, que viene de lejos pasando por Numancia y otros muchos asentamientos de celtíberos y vacceos y que es navegable en grandes embarcaciones casi ochocientos estadios. Luego hay otros ríos y tras ellos el del Olvido, que unos llaman Limea y otros Belión; también éste procede de territorio celtíbero y vacceo. El Benis, que sigue después (otros lo llaman Minio), es con mucho el mayor de los ríos de Lusitania, navegable asimismo un tramo de ochocientos estadios. Dice Posidonio que también éste viene desde territorio cántabro. Delante de su desembocadura hay una isla y dos diques con fondeaderos. Además, la naturaleza es allí digna de alabanza, porque los ríos tienen las orillas elevadas y con capacidad para recibir el mar en sus cauces cuando sube la marea, por tanto no se desbordan ni anegan las llanuras. Este río constituye el límite de la expedición de Bruto, pero más allá existen otros cuantos ríos, paralelos a los mencionados.

domingo, 2 de diciembre de 2012

GEOGRAFÍA DE IBERIA
ESTRABÓN (XIII)

3. LAS COSTAS ESTE Y NORTE. ETNIAS QUE LAS OCUPAN.

1 Del Promontorio Sagrado a la boca del Tago.
Según se comienza de nuevo desde el Promontorio Sagrado hacia el otro lado de la costa, el que llega hasta el Tago, hay primero un golfo; a continuación un cabo, el Barbario, y allí cerca se halla la desembocadura del Tago, hasta la cual hay, navegando en línea recta, . . . mil estadios. Hay también esteros en el lugar, de los cuales uno avanza más de cuatrocientos estadios a partir de la mencionada torre, y en sus orillas se reposta agua . . . Salacia. El Tagus tiene de boca una anchura de unos veinte estadios y una profundidad tan grande que puede ser remontado por embarcaciones con capacidad para diez mil ánforas. En las llanuras del interior forma el río dos esteros cada vez que sube la marea, de modo que puede surcarse como un mar en ciento cincuenta estadios y hace navegable la llanura, configurando en el estero superior una islita de unos treinta estadios de longitud y de anchura algo menos que de longitud, con hermosos bosques y viñedos. Se halla la isla a la altura de Moron, ciudad bien emplazada sobre un monte cercano al río, distante del mar unos quinientos estadios, también con suelo fértil en los alrededores y una navegación sin obstáculos en un gran trecho incluso para grandes barcos, y el resto, para lanchas fluviales. Más allá de Moron puede remontarse un tramo aún mayor. Sirviéndose de esta ciudad como base de operaciones sostuvo Bruto, el conocido por Galaico, la guerra contra los lusitanos y los sometió. Junto a la corriente del río fortificó Olisipon para tener expedita la navegación río arriba y el transporte de víveres, de tal modo que, de las ciudades del Tago, son éstas las más poderosas. El río, por otra parte, es abundante en peces y está lleno de moluscos. Discurre, teniendo sus fuentes entre los celtíberos, a través de vetones, carpetanos y lusitanos hacia el Poniente equinoccial, siendo paralelo en parte de su trayecto al Anas y al Betis y alejándose luego de ellos cuando se desvían hacia la costa meridional.

2 Tribus del interior.
Los pueblos que se encuentran al interior de las regiones mencionadas son los oretanos, que son los más meridionales y se extienden hasta el litoral del lado de acá de las Columnas, más allá hacia el Norte los carpetanos, a continuación vettones y vacceos, por cuyo territorio pasa el Durio, que tiene travesía en la ciudad de Acontia, perteneciente a los vacceos, y en último lugar los galaicos, que ocupan gran parte de la zona montañosa. Por eso y por ser los más difíciles de vencer, al que sometió a los lusitanos le proporcionaron ellos mismos el sobrenombre e hicieron que a la mayoría de los lusitanos se les denomine hoy galaicos. Las ciudades más poderosas de Oretania son Castalon y Oria.
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