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sábado, 19 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXVIII)





2 Plaga de conejos.
A la fecundidad de la tierra se suma el hecho de no hallarse allí fácilmente ninguno de los animales dañinos, pues dicen que ni siquiera los lebratos son indígenas, sino que alguien llevó desde la costa de enfrente un macho y una hembra, que engendraron una prole que desde el principio fue tan numerosa que derribaban casas y árboles con sus galerías subterráneas, y, como dije, las gentes se vieron obligadas a recurrir a los romanos. En cambio ahora la facilidad de su caza no permite que prevalezca el daño, sino que los propietarios disfrutan con provecho de su tierra. éstas son pues las islas del lado de acá de las llamadas Columnas de Heracles.

3. Gádira.
Junto a las Columnas hay dos islitas, a una de las cuales denominan isla de Hera, incluso hay quienes llaman Columnas a éstas. Del lado de allá de las Columnas a éstas. Del lado de allá de las Columnas está Gádira, de la cual tan sólo hemos dicho que dista de Calpe más o menos setecientos cincuenta estadios; se halla en las cercanías de las desembocadura del Betis. Pero hay mucho más que decir sobre ella; pues sus habitantes son los que envían una flota más numerosa y de mayores barcos tanto el Mar Nuestro como al Exterior, a pesar de no habitar una gran isla, de no ocupar mucho de la costa de enfrente y de no haberse apoderado de otras islas, sino que la mayoría viven en el mar, siendo pocos los que se quedan en casa o pasan su tiempo en Roma. Y sin embargo, por su población parecería que no va por detrás de ninguna ciudad, exceptuada Roma; al menos, he oído decir que en uno de los censos recientes se estimó en quinientos el número de gadiranos del orden ecuestre, número que no se da en ninguna de las ciudades itálicas salvo en Patavium (Padua). Y, con ser tantos, ocupan una isla de no mucho más de cien estadios de longitud, y de anchura en algunos puntos incluso de sólo un estadio. Al principio habitaban una ciudad muy pequeña; pero Balbo Gaditano, el que logró el triunfo, les construyó otra que llaman Nueva, y a la ciudad constituida por ambas, Gemela, que a pesar de no tener más de veinte estadios de perímetro no padece estrechez. Porque son pocos los que residen en ella, debido a que todos pasan la mayor parte del tiempo en el mar y a que otros viven también en la costa de enfrente, y sobre todo, por sus ventajas naturales, en la islita vecina, de la que, contentos con el lugar, han hecho como una "ciudad enfrentada" de Gemela. Pero, en comparación, vive poca gente en ésta y en el puerto que Balbo les edificó en la costa continental. La ciudad está emplazada en la zona oeste de la isla, y muy próximo a ella, en el extremo, está el santuario de Crono, junto a la islita; el Heraclion se encuentra al otro lado, al Este, por donde la isla se aproxima más al continente, estando separada de éste por un estrecho de alrededor de un estadio. Y dicen que el santuario dista de la ciudad doce millas, haciendo coincidir el número de trabajos con el de millas; sin embargo la distancia es mayor, casi tanta como la longitud de la isla. La longitud de la isla se mide de Poniente a Levante. 

martes, 20 de noviembre de 2012

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (VII)



5 Los canales y la navegación en el Mediterráneo.
    Así pues, habiendo observado los habitantes la naturaleza del lugar y que los esteros podían aprovecharse con la misma finalidad que los ríos, fundaron en sus orillas, como en las de los ríos, ciudades poderosas y otros asentamientos. Entre ellas se cuentan Asta, Nabrisa, Onoba, Osonoba, Menoba y otras muchas. Además en algunos lugares se han abierto canales en vista de que el comercio, tanto en el interior como el exterior, se efectúa entre muchos puntos. Contribuyen igualmente a la navegación sus confluencias interiores, con ocasión de las altísimas mareas que se derraman sobre los istmos que separan los cauces y los tornan navegables, de modo que puede pasarse de los ríos a los esteros y de éstos a aquéllos. El comercio marítimo se efectúa en su totalidad con Italia y Roma, con una buena travesía hasta las Columnas, excepto alguna dificultad en las cercanías del Estrecho, y una buena navegación de altura en el Mare Nostrum. Pues los recorridos, gracias a un clima sereno, tienen un buen fin, sobre todo si son de altura; y esto representa una ventaja para los barcos mercantes. Los vientos de alta mar soplan también con regularidad. Contamos además con la calma actual por haberse puesto fin a las piraterías, de forma que existen unas condiciones extremadamente favorables para los navegantes. Posidonio no obstante dice que advirtió algo singular en su regreso desde Iberia, y es que por aquella parte del mar hasta el Golfo Sardo los euros soplaban como etesios, y que por ello no desembarcó en Italia sino a duras penas a los tres meses, después de haber sido desviado de su ruta a las islas Gimnesias, a Sardon y a otras zonas de Libia frente a éstas. 

6 Materias primas e industrias. El conejo.
    De Turdetania se exporta trigo y vino en cantidad, y aceite no sólo en cantidad, sino también de la mejor calidad. Se exporta asimismo cera, miel y pez, mucha cochinilla y un bermellón no inferior a la tierra sinóptica. Los astilleros funcionan allí con madera del país, en su territorio hay minas de sal y no pocas corrientes de ríos salobres, y tampoco escasea la industria de salazón de pescado, procedente tanto de la zona como del resto del litoral de más allá de las Columnas, que no va a la zaga de la salazón del Ponto. Antes figuraba en primera línea su igualmente abundante paño, pero ahora lo hace la lana, de la que hay más producción que de lanas coraxinas. Y en belleza es insuperable: los carneros para cría se compran al menos en un talento. Insuperables son también los tejidos ligeros, como los que fabrican los salacietas. 

    Es inagotable asimismo la riqueza en ganado de toda especie y en caza, siendo en cambio raras las alimañas, con excepción de los lebratos zapadores que algunos llaman leberides: al comerse las raíces estropean las plantas y las simientes, y esto ocurre en casi toda la extensión de Iberia, llega hasta Masalia y estraga incluso las islas. Se dice que los habitantes de las Gimnesias enviaron una vez una embajada a los romanos con la petición de tierras, por ser, según decían, expulsados de las suyas por estos animales, ya que no podían hacerles frente a causa de su número. Y ciertamente, quizás en una lucha tan grande - que no siempre tiene lugar - contra un azote devastador, habría necesidad de semejante auxilio (como en el caso de serpientes y ratones de campo), pero en una situación ordinaria se han hallado modos diversos de cazarlos. Crían especialmente con este propósito hurones salvajes de los que se dan en Libia, que sueltan, luego de ponerles un bozal, en dirección a las madrigueras. Éstos, con sus uñas, arrastran fuera los que agarran o los obligan a huir hacia la superficie, y los hombres que están allí apostados los cazan cuando se precipitan fuera.
   De la abundancia de exportaciones de Turdetania hablan a las claras el tamaño y el número de sus barcos, pues sus enormes naves mercantes navegan rumbo a Dicearquia y Ostia, el puerto de Roma, rivalizando casi en número con las libias.

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