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martes, 14 de mayo de 2019

TRIADA MEDITERRÁNEA.




Desde la más remota Antigüedad, tres han sido los principales cultivos que los campesinos mediterráneos han cuidado con mimo, tres cultivos, que después de tres milenios, forman parte de la cultura mediterránea, en cualquiera de sus cálidas orillas: el trigo, la vid y el olivo. Para griegos y romanos constituyeron el eje de la agricultura, y los pilares del comercio. Relacionada con esta producción agrícola se desarrolla una destacada industria cerámica.


Sus derivados, pan, vino y aceite, constituyen la base y esencia de la afamada dieta mediterránea. Tres cultivos que requieren de horas de sol, mucho reposo y tranquilidad, y poca agua. Molinos, almazaras y lagares complementan el paisaje tradicional mediterráneo. Si además disponemos de un pequeño rebaño de ovejas, ya tenemos la comida perfecta: pan con aceite, queso y vino. Sin olvidar las abejas y la dulce miel. . . 

viernes, 12 de abril de 2019

VINO EN LA RUTA XACOBEA.




El peregrino busca (y encuentra) refugio y consuelo en el vino. También calma los dolores del cuerpo y atempera el sufrimiento del espíritu. Además el Camino Francés discurre por deliciosas comarcas vinícolas. Aquí lo realmente complicado es encontrar un caldo de mala calidad.

domingo, 4 de noviembre de 2018

JIMERA DE LÍBAR.



Jimera de Líbar a medio camino entre el Valle del Guadiaro y la alta montaña, es un acogedor pueblecito en la comarca pintoresca de la Serranía de Ronda, en pleno parque Natural de Grazalema.


El municipio Jimea de Líbar (en algún punto entre las sierras de Cádiz y Málaga) se divide en dos barrios, la estación, a orillas del río Guadiaro, y el pueblo (propiamente dicho) en la montaña. La plaza de San Roque es el centro neurálgico del bario bajo, justo enfrente de la estación.


Los alrededores del pueblo se caracterizan por las hazas dedicados a los cultivos de secano y por las huertas, vinculadas a los cursos de agua permanente, olivares y almendrales.


Hasta estos picachos llegó el lusitano Viriato en sus correrías, y aquí cerquita se produjo una refriega entre pompeyanos y cesarianos en la famosa guerra civil que enfrentó a estos dos grandes generales imprescindibles para comprender la historia de Roma.


Sus casa y calles se adaptan, como no podría ser de otra manera, a la topografía del terreno. El paisaje cambia casi imperceptiblemente del terreno abrupto poblado por las típicas encinas y los alcornoques, a las suaves parcelas de olivar, viñedo y las huertas que bajan al valle a beber. Las pequeñas orquídeas florecen acá y allá llenando el paisaje con sus colores y fragancias.


Al igual que sucede con las poblaciones del entorno, Jimena de Líbar vincula sus orígenes, primero con los asentamientos prehistóricos en cerros y cavernas, que usaban los lugares de agregamiento y reunión como la Cueva de la Pileta, y en segundo lugar, con la presencia histórica del Islam en estas tierras serranas. La toponimia nos cuenta que Jimea nació como Inz Almaraz, un emplazamiento que significa fortaleza o castillo de mujer.


Sobre ese castillo se construyó la iglesia del pueblo, en cuyos cimientos se ha encontrado un cementerio musulmán.


La localidad, que en tiempos se llamaba Ximena o Ximera, alcanzó su apogeo demográfico entrado el siglo XIX. Pero cuando excavamos en las arenas del tiempo descubrimos elementos arqueológicos vinculados con los fenicios, que posiblemente comerciarían con los habitantes de la zona y los restos de un ramal de la calzada romana que unía Acinipo (Ronda) con el campo de Gibraltar y la bahía de Algeciras.


El buitre leonado campa a sus anchas, aunque también son visibles otras rapaces emblemáticas de la península Ibérica, como el águila real.




domingo, 16 de julio de 2017

TOURNON – SUR – RHONE.



Tournon – sur – Rhone es una pequeña localidad francesa con siglos de historia y de duro trabajo a sus espaldas. Las aguas del río le regalan la vida.


A orillas del Ródano (ambas dos) se extiende la población de Tournon -sur-Rhone, una típica población medieval, con su castillo y sus iglesias de piedra. Poco a poco, pasito a pasito, vamos conociendo Francia en toda su inmensidad y grandeza.


El Rhone – Ródano – es una impresionante vía de comunicación desde la época prehistórica (o protohistórica). El castillo de Tournon cumplía la misión de proteger el río, defender la región y asegurarse de cobrar los pertinentes impuestos.



Sobre el río, la roca, y sobre la roca muros y torreones del castillo.


Los señores de Tournon construyeron y ampliaron el castillo entre los siglos XIV y XVI, en un estilo arquitectónico que bascula del gótico final a las formas características del Renacimiento.


La cama con dosel sigue ocupando la cámara de una joven, Helena de Tournon, que vivió y murió de amor aquí.



La colegiata románica, dedicada a San Julián, es otro de los históricos edificios de la ciudad.



Viñedos descienden colina abajo y rodean el antiguo torreón desde el que vigila atenta Notre Dame.  


viernes, 12 de mayo de 2017

EL PERÍODO CÁLIDO MEDIEVAL.



El clima en Europa en el Período Cálido Medieval (también llamado Optimo Climático Medieval), entre el año 700 y el 1300, fue por lo general más cálido que el actual. El apogeo del período debió alcanzarse hacia el año 1100. Fue una época de clima tan suave que el cultivo de la vid se extendió por el sur de Inglaterra. El Mediterráneo debió sufrir sequías más agudas y al parecer, más al este, el nivel del Mar Caspio descendió de nivel. Los glaciares suizos se retiraron a cotas más altas (Broecker, 2001). Creen los historiadores medievales que entre el año 1000 y el 1300 la población de Europa se multiplicó por tres o cuatro. Coincidió probablemente con un clima óptimo que favoreció la actividad agrícola.

Lo más notable históricamente fue la expansión vikinga. Pueblos de origen escandinavo dejaron sus hogares para aventurarse en tierras lejanas. Los vikingos de Suecia cruzaron el Báltico y se establecieron en tierras eslavas, alrededor de Novgorod; después, desde allí, yendo hacia el sur, llegaron hasta Constantinopla. Los vikingos de Dinamarca, dirigiéndose al oeste, ocuparon y se hicieron fuertes en el sur de Gran Bretaña y en Normandía. Desde los años 800 navegaron hacia el sur por la costa de Francia y de la Península Ibérica, dejando huellas de su presencia en rías como las de Mundaka (Erkoreka, 1995) y entraron finalmente en el Mediterráneo arrebatando Sicilia a los árabes entre el 1060 y el 1091.

Los vikingos de Noruega se aventuraron aún más lejos: hacia el noroeste del Atlántico. Después de ocupar gran parte de las islas Británicas e islas septentrionales, entre el año 870 y el 930 se asentaron en Islandia. Aprovecharon un período en el que las aguas de aquellos mares se libraron del hielo y gozaron de un clima más cálido.

Más tarde, siguieron la aventura viajera y al mando de Erik el Rojo, que había sido expulsado de Islandia por criminal, arribaron a lo que llamaron exageradamente Groenlandia, tierra verde, en donde lograron crear durante unos siglos una colonia relativamente boyante, de unos 5.000 miembros, a la que no le faltaron sus propios obispos.

Ocuparon especialmente el fondo de dos fiordos situados en la costa oeste de la isla, ya que la costa este, bañada por una corriente fría que desciende del Artico, es más inhóspita. Allí, aprovechando los pastos de verano, se dedicaron a criar ganado, especialmente vacuno, lo cual no les debió resultar nada fácil. De hecho los restos que quedan de los establos indican que las vacas eran extraordinariamente menudas. Mantenían contactos con Islandia y con el continente, a donde exportaban pieles y marfil de morsa. A cambio importaban hierro y madera, de la que la isla, a excepción de algunos bosquetes de abedules, estaba muy mal surtida. Su estancia allí estaba agravada por su mala relación con los inuit, un pueblo esquimal que, gracias probablemente al buen tiempo de aquellos siglos y a la descongelación de gran parte del hielo costero del mar de Baffin, habían avanzado hasta Groenlandia desde el oeste, desde Alaska y el área de Bering.

Partiendo de Groenlandia, los vikingos hicieron pronto incursiones por las costas de América, que denominaron Vinland. Desde el principio encontraron también el rechazo de los indios americanos. En las sagas se cuenta que en el primer contacto con estos, de un grupo de nueve hombres, los vikingos mataron a ocho. Mal comienzo. No es por eso de extrañar que el único campamento que se ha hallado con trazas de la estancia vikinga se encuentra en L’Anse of Meadows, en la costa de Terranova. Sí se han encontrado algunos objetos suyos en algún que otro sitio más al interior, quizás acarreados hasta allí por los indios y no por los propios vikingos.

Al final, hacia el año 1300, el clima de nuevo se fue enfriando. El estrecho que separa Groenlandia de Islandia se cerraba frecuentemente debido al avance hacia el sur de la banquisa ártica marina. La navegación se hacía imposible. La incomunicación, el frío y el acoso de los Inuit —que tuvieron que bajar desde el Artico persiguiendo a las focas y, a su vez, huyendo del frío— acabó con el asentamiento de los vikingos. El último obispo murió hacia 1378. Los viajes a Vinland fueron desde entonces sólo recuerdos y leyendas (Ogilvie, 2000). Durante muchos inviernos de los siglos siguientes el avance de la banquisa hacía que la propia Islandia quedase toda ella rodeada por hielos, trayendo zozobras y tiempos difíciles, según narran las crónicas históricas islandesas.
Antón Uriarte Cantolla

Historia del Clima de la Tierra.

martes, 12 de febrero de 2013

BREVE HISTORIA DEL VINO



Dudas razonables nos impiden saber si Adán fue tentado por una manzana o por una uva.

Sí sabemos, en cambio, que hubo vino en este mundo desde la Edad de Piedra, cuando las uvas ya fermentaban sin ayuda de nadie.

Antiguos cánticos chinos recetaban el vino para aliviar las dolencias de los tristes.

Los egipcios creían que el dios Horus tenía un ojo de sol y otro de luna, y el ojo de luna lloraba lágrimas de vino, que los vivos bebían para dormirse y los muertos para despertarse.

Una vid era el emblema del poder de Ciro, rey de los persas, y el vino regaba las fiestas de los griegos y de los romanos.

Para celebrar el amor humano, Jesús convirtió en vino el agua de seis tinajas. Fue su primer milagro.
Galeano. Espejos. 
Una historia casi universal.

miércoles, 6 de febrero de 2013

MOSAICO DE LAS ESTACIONES



Expuesto en el Museo de Santa Cruz de Toledo, este mosaico del siglo III d.C.,  confeccionado con mármol, caliza, malaquita y pasta vítrea, fue hallado en la Vega Baja de Toledo.


En el centro de la composición un medallón figurando el mar con varias de sus criaturas; peces, moluscos, crustaceos . . . 


En las esquinas del mosaico aparecen las personificaciones de las cuatro estaciones, con objetos y plantas relativas a la época del año. En la imagen el otoño y las uvas.


El verano, las espigas de trigo y la hoz.


La primavera florida.


El frío invierno y el fruto del olivo.


En los espacios intermedios se colocan unos semicírculos con diferentes elementos en su interior. 

lunes, 14 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXIV)



15 Iberia y los iberos. 
Los iberos eran, por decirlo así, todos peltastas y de armamento ligero debido a su vida de bandidaje, como dijimos de los lusitanos, y usaban venablo, honda y puñal. A las fuerzas de infantería se había sumado también la caballería, estando adiestrados los caballos en marchar por montaña y en arrodillarse prontamente a una orden cuando la ocasión lo exigía. 
En Iberia hay muchos corzos y caballos salvajes. En algunos lugares las lagunas se llenan de cisnes y especies afines, y también muchas avutardas. Los ríos crían castores, pero este castóreo no tiene las mismas propiedades que el póntico, pues son exclusivas del póntico las virtudes medicinales, como sucede con otros  productos. Por ejemplo, según dice Posidonio, el cobre chipriota es también el único que lleva calamina, vitriolo azul y espodio. Particularidad de Iberia ha dicho Posidonio que es el que las cornejas no sean negras y que los caballos de los celtíberos, que son moteados, cambien de color cuando se trasladan a la Iberia exterior. Dice que se parecen a los caballos partos, pues son veloces y mejores corredores que los demás. 

16 Algunas costumbres raras.
Hay un gran número de raíces útiles para tintes. En cuanto al olivo, vid, higuera y plantas de este tipo, la costa ibérica del Mar Nuestro las procura todas en abundancia, y con profusión también la costa exterior. Sin embargo el litoral oceánico del Norte se ve privado de esto a causa del frío, y el resto más que nada por la negligencia de sus gentes y por vivir no según un ritmo ordenado sino más bien según una necesidad y un impulso salvajes, con costumbres envilecidas; a no ser que se piense que viven ordenadamente los que se lavan y se limpian los dientes, tanto ellos como sus mujeres, con orines envejecidos en cisternas, como dicen de los cántabros y sus vecinos. Esto y el dormir en el suelo es común a iberos y celtas. 

Algunos dicen que los calaicos no tienen dioses, y que los celtíberos y sus vecinos del norte hacen sacrificios a un dios innominado, de noche en los plenilunios, ante las puertas, y que con toda la familia danzan y velan hasta el amanecer. Y que los vetones, cuando entraron por primera vez en un campamento romano, al ver a algunos de los oficiales yendo y viniendo por las calles paseándose, creyeron que era locura y los condujeron a las tiendas, como si tuvieran que o permanecer tranquilamente sentados o combatir. 

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