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martes, 15 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXV)



17 Tocados. Dureza de los iberos
También podría considerarse de índole bárbara el tocado de algunas mujeres que ha descrito Artemidoro: pues dice que en algunos lugares llevan collares de hierro que tienen unos ganchos doblados sobre la cabeza que avanzan mucho por delante de la frente, y que cuando quieren cuelgan el velo en estos ganchos de modo que al ser corrido da sombra al rostro, y que esto lo consideran un adorno. En otros lugares se colocan alrededor un disco redondeado hacia la nuca, que ciñe la cabeza hasta los lóbulos de las orejas y que va poco a poco desplegándose a lo alto y a lo ancho. Otras se rapan tanto la parte delantera del cráneo que brilla más que la frente. Otras mujeres, colocándose sobre la cabeza una columnilla de un pie más o menos de alto, trenzan en torno el cabello y luego lo cubren con un velo negro.

Además de estas insólitas costumbres se han visto y se han contado muchas otras cosas de todos los pueblos de Iberia en general, pero especialmente de los del Norte, relativas no sólo a su valor, sino también a una crueldad y falta de cordura bestiales. Por ejemplo, en la guerra de los cántabros, unas madres mataron a sus hijos antes de ser hechas prisioneras, y un niño, estando encadenados como cautivos sus padres y hermanos, se apoderó, por orden de su padre, de un acero y los mató a todos, y una mujer a sus compañeros de cautiverio lo mismo. Y uno, al ser llamado a presencia de unos soldados borrachos, se arrojó a una hoguera. Estos rasgos son comunes también a las tribus célticas, tracias y escitas, y es común también la valentía de sus hombres y mujeres; pues éstas trabajan la tierra, y cuando dan a luz sirven a sus maridos acostándolos a ellos en vez de acostarse ellas mismas en sus lechos. Frecuentemente incluso dan a luz en las tierras de labor, y lavan al niño y lo envuelven en pañales agachándose junto a un arroyo. En Ligústica, dice Posidonio que le refirió su huésped Carmoleon, una masaliota, que había contratado hombres junto con mujeres para cavar una fosa, y que, al llegarle los dolores, una de las mujeres se apartó no lejos del trabajo y regresó inmediatamente al mismo, después de dar a luz, para no perder su salario. Y él, que la veía realizar las faenas con fatiga sin conocer al principio la causa, lo supo ya tarde y la dejó ir, luego de darle el salario; y ella, llevando al niño a una fuente, lo lavó y lo envolvió en lo que tenía y lo llevó sano y salvo a su casa.

18. Plagas. Matriarcado. Devotio. 
No es exclusivo de los iberos el ir de dos en dos a caballo y que en las batallas uno de ellos lucha a pie, ni tampoco es exclusiva la cantidad de ratas, a las que muchas veces han seguido epidemias. Esto es lo que les sucedió en Cantabria a los romanos, hasta el punto de que los cazadores de ratas percibían unas primas según un baremo hecho público gracias a lo cual consiguieron a duras penas salvarse; les sobrevino junto con esto la escasez de trigo y de otras vituallas, y recibían víveres de Aquitania no sin dificultad por lo accidentado del terreno. De la insensatez de los cántabros se cuenta también lo siguiente: que unos que habían sido hechos prisioneros y clavados en cruces entonaban cantos de victoria. Cosas como ésta podrían, pues, servir como ejemplos de cierta rudeza en las costumbres; pero otras, quizá poco civilizadas, no son sin embargo salvajes, como el hecho de que entre los cántabros los maridos entreguen dotes a sus mujeres, que sean las hijas las que queden como herederas y que los hermanos sean entregados por ellas a sus esposas; porque poseen una especie de ginecocracia, y esto no es del todo civilizado. Es ibérica también la costumbre de llevar encima un veneno, que obtienen de una planta parecida al apio, indoloro, para tenerlo a su disposición en situaciones indeseables, así como el consagrarse a aquellos a quienes se vinculan hasta el punto de morir voluntariamente por ellos.

lunes, 18 de junio de 2012

AGAROS


Una tribu escita, según Apiano. Tolomeo da el nombre de Agarus a un río, posiblemente se trataba de un afluente del Istro (Danubio).
Eran especialistas en venenos de serpiente y en sus antídotos, y por ello se dedicaban a asistir a los Reyes. Ponían al servicio de reyes extranjeros, como a Mitrídates del Ponto, sus conocimientos como curanderos y los inmunizaban contra los venenos.

"A Mitrídates lo curaban los agaros, una tribu escita, que usaban del veneno de las serpientes como medicina y, por esta razón, siempre acompañaban al rey".
Apiano. Sobre Mitrídates 88.

La relación entre la serpiente y la medicina, aparece claramente reflejada en el texto de Apiano, un simbolismo que llega hasta nuestros días, pues la serpiente sigue siendo un icono presente en las Farmacias.  
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