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viernes, 23 de junio de 2017

CARACTERÍSTICAS DE LOS ASTROS ERRANTES.



Las estrellas, que señalamos que están errantes clavadas en el cielo, no nos están asignadas a cada uno de nosotros, como se cree vulgarmente, ni son brillantes para los ricos, mas pequeñas para los pobres, oscuras para los desafortunados, ni relucen según la suerte de cada cual, dado que no nacen y mueren con la persona correspondiente, ni cuando declinan significan que alguien se este extinguiendo. No es tan estrecha nuestra relación con el cielo como para que el resplandor de los astros sea, incluso en el, mortal por culpa de nuestro destino. Esas estrellas, cuando parece que caen, es que vomitan con una fuerte llamarada la sobrecarga del humor acumulado por exceso de alimentación, como también notamos entre nosotros que ocurre con el aceite al encender las lamparas.


En realidad, la naturaleza de los objetos celestes es eterna, ya que forman el entramado del universo y están determinados por su entramado, si bien afecta fundamentalmente a la tierra el influjo de las estrellas. Estas se pudieron conocer con tanto detalle a causa de sus efectos, su claridad y su tamaño, como demostraremos en el lugar correspondiente. Asimismo, la teoría de los círculos del cielo se expondrá con mas propiedad a propósito de la tierra, ya que se refiere enteramente a ella, aunque sin posponer mas los descubrimientos sobre el Zodiaco. Es tradición que Anaximandro de Mileto fue el primero que percibió su inclinación, osea el que abrió las puertas de la naturaleza en la Olimpiada quincuagésima octava; posteriormente Cleostrato descubrió sus signos, empezando por Aries y Sagitario, y mucho antes Atlante descubrió la propia esfera.


Dejando por ahora la configuración del mundo en si mismo, trataremos de los elementos restantes entre el cielo y las tierras. Es evidente que el astro mas elevado es el que denominan Saturno y por esta razón se ve muy pequeño. Recorre la órbita mayor y retorna a los treinta anos al punto inicial de su posición. Asimismo, la traslación de todos los astros errantes, y la del sol y la luna entre ellos, describe un curso inverso al del mundo, o sea, a la izquierda, y el de este, siempre en dirección a la derecha. Así, aunque con su rotación incesante de inconmensurable rapidez se eleven por encima del ocaso y se precipiten hacia el, sin embargo van en sentido opuesto, cada cual por su órbita. De este modo ocurre que el aire, al no estar concentrado en la misma dirección por el eterno torbellino del universo, no permanece inmóvil en forma de un globo inerte, sino que se difunde expandiéndose y distribuyéndose en virtud del impulso opuesto de los astros.


Pues bien, Saturno es de naturaleza gélida y rígida. La órbita de Júpiter esta muy por debajo de el y de ahí que la recorra con un movimiento mas acelerado en doce anos. El tercero es Marte, que algunos llaman Hércules, ardiente en llamas por la proximidad del sol; recorre su órbita aproximadamente en dos años y, por eso, por el calor excesivo de este y por el frío de Saturno, Júpiter al estar en medio de ambos se templa por la acción de los dos y resulta mas saludable. Por ultimo, el recorrido del sol es, por supuesto, de trescientos sesenta grados, pero para que su sombra coincida exactamente con las marcas, se añaden al ano cinco días mas la cuarta parte de otro. Por esta razón, cada cuatro años se intercala un día, para que la división de las estaciones concuerde con el curso del sol.


Gira por debajo del sol un astro inmenso llamado Venus que se mueve en dirección alterna y que, de acuerdo con sus propios sobrenombres, es rival del sol y de la luna. Asi que cuando sale temprano y aparece antes del amanecer recibe el nombre de Lucifero, ya que anticipa el día como otro sol; a la inversa, cuando resplandece por el poniente, se le llama Vespertino como si prolongara el día e hiciera las veces de la luna. Fue Pitagoras de Samos el primero que descubrió esta característica suya, aproximadamente en la cuadragésima segunda Olimpiada, que fue el ano 142 de la ciudad de Roma. Ademas, por su tamaño, esta por encima de todos los demás astros y tiene tanta luminosidad que los rayos de esta estrella son los únicos que producen sombra. También por eso figura con una amplia serie de nombres, pues unos la llamaron Juno, otros Isis y otros Madre de los Dioses. Por acción de su naturaleza se originan todas las criaturas en las tierras, ya que al impregnarse del rocío genital en sus dos nacimientos no solo da fecundidad a la tierra sino que ademas estimula la de todos los seres vivos. Recorre el curso del Zodiaco en trescientos cuarenta y ocho días sin separarse nunca del sol mas allá de cuarenta y seis grados, como opina Timeo.


Por un motivo similar, aunque no por su tamaño ni por su influjo, el mas próximo a el es Mercurio, denominado por algunos Apolo, que se desplaza por una órbita inferior en un curso nueve días mas rápido, brillando ya antes de la salida del sol o ya después del ocaso, pero nunca a mas de veintidós grados de el, como ensenan Cidenas y Sosigenes. Por lo tanto, esta característica es peculiar de estos astros y no es compartida con los anteriormente mencionados, pues estos no solo se ve que están distantes del sol a una tercera y a una cuarta parte del firmamento sino que también se ven muchas veces enfrente de el. Ademas, todos ellos juntos dan otras vueltas mayores de giro completo, de las que se hablara a propósito del Gran Año.
Plinio el Viejo. Historia Natural II, 8.


domingo, 5 de octubre de 2014

MOSAICO DEL DIOS EÓN



Un mosaico romano del 200 d.C. procedente de una villa rural en las Sassoferrato (Las Marcas). 



Eón (o Aion) el Dios de la Eternidad, rodeado por la rueda del Zodíaco, a sus pies la gran madre Tellus (o Cibeles) recostada junto a la personificación de las cuatro estaciones del año. El ciclo del eterno retorno materializado en el mosaico conservado en la Gliptoteca de Munich. Si te gusta el arte clásico no debes perdertela.  

martes, 16 de abril de 2013

LOS SIGNOS DEL ZODIACO GOBIERNAN EL CUERPO HUMANO



"Entérate de que las partes del hombre están distribuidas entre los signos y que a sus propios mandatos están sometidos los miembros sobre los que aquéllos ejercen fuerzas específicas respecto del conjunto del cuerpo. A Aries, adalid de todos los signos, le corresponden la cabeza; a Tauro le tocan los hermosísimos cuellos; a Géminis, los brazos unidos a los hombros en equitativo reparto; el pecho está sujeto al poder de Cáncer; de Leo es el reino de los costados y la espalda; el bajo vientre cae dentro del lote propio de Virgo; Libra gobierna las nalgas, y Escorpio disfruta de las ingles; a Centauro se entregan los muslos; Capricornio rige ambas rodillas; las piernas son la jurisdicción del fluyente Acuario, y Piscis reclama sus derechos sobre los pies"
Marco Manilio. 
Astronómica, II, 453 - 465

MARCO MANILIO. POETA Y ASTRÓLOGO



Marco Manilio, que desarrolló su actividad literaria a comienzos del siglo I d.C., es un genuino representante de la poesía didáctica latina, tan característica de la época. Posiblemente vivió en Roma, aunque Richard Bentley sitúa su nacimiento en Asia, y F. Jacob sospechaba que tenía origen africano.

Manilio es autro de "Astronómicon" o "Astronómica", el más antiguo poema, que se conoce, sobre Astrología y Astronomía, compuesto ente el & y el 14 d.C., dedicado al emperador Tiberio y enraizado en la más pura tradición esotérica y astrológica alejandrina.

Astronómica está dividida en cinco libros, o capítulos - el último inconcluso - y en este poema, Manilio expone su concepción del Universo y del Hombre, basándose en sus propias observaciones, y en las doctrinas astronómicas - y astrológicas - orientales y helenísticas, con planteamientos estoicos inspirados en Posidonio. El poeta astrólogo postula la existencia de una razón que armoniza todo el Cosmos, incluyendo al Ser Humano.

El poema Astronómicon habla del Cielo, los Astros, los Signos del Zodiaco, de las Constelaciones, y especialmente del fuerte influjo que ejercen sobre los cuerpos terrestres. El sistema astrológico de las Doce Casas, aparece por vez primera en la obra de Manilio.

jueves, 24 de enero de 2013

GEOGRAFÍA DE IBERIA ESTRABÓN (XXXI)



8 Explicación astronómica de las mareas.
Pero no comprendo cómo Posidonio, que en otros aspectos presenta a los fenicios como un pueblo extraordinario, les atribuyó en este caso más torpeza que perspicacia. Pues el día y la noche se miden por las revoluciones del Sol, que unas veces está bajo tierra y otras brilla sobre ella; y dice Posidonio que el movimiento del Océano está sujeto a un ciclo periódico semejante al de los astros y que, acorde con la Luna  se eleva sobre el horizonte a la altura de una constelación zodiacal, comienza el mar a hincharse y a inundar sensiblemente la tierra hasta que la Luna toca el meridiano celeste, mientras que al declinar el astro se retira de nuevo poco a poco hasta que la Luna está sobre su ocaso a la altura de una constelación zodiacal. Luego se mantiene al mismo nivel todo el tiempo que tarda la Luna en llegar a su propio ocaso, y, más aún, el tiempo que emplearía en alejarse del horizonte, bajo la tierra, a la altura de un signo. Después va subiendo otra vez hasta el momento en que el astro toca el meridiano bajo la Tierra, luego inicia su retirada hasta que la Luna, que sigue su marcha circular hacia Levante, está a un signo de distancia del horizonte, y se queda en ese mismo nivel hasta que se eleva un signo por encima de la Tierra, para iniciar de nuevo la subida. Éste, según Posidonio, es el ciclo diario. 

El mensual consiste en que los flujos y reflujos alcanzan su máxima amplitud durante las conjunciones de la Luna con el Sol y luego disminuyen hasta el cuarto creciente; de nuevo crecen hasta llegar al plenilunio y disminuyen otra vez hasta el cuarto menguante; luego recomienzan las crecidas hasta las conjunciones, siendo estas crecidas mayores en duración y rapidez.

Del anual dice que tuvo noticia por las gentes de Gádira, que aseguraban que tanto las crecidas como las retiradas del mar alcanzaban su punto máximo en el solsticio de verano. Imagina él que van disminuyendo desde el solsticio hasta el equinoccio, que comienzan de nuevo a crecer hasta el solsticio de invierno y que después vuelven a disminuir hasta el equinoccio de primavera, para crecer luego hasta el solsticio de verano. 

Pues bien, si estos movimientos periódicos se producen cada día y cada noche, subiendo dos veces el mar y dos veces retirándose, y esto con regularidad, tanto de día como de noche, ¿cómo es posible que tenga lugar a menudo durante la bajamar la subida de nivel del pozo y raras veces la falta de agua, o muchas veces pero no con la misma frecuencia? O, admitámoslo, incluso con la misma frecuencia: ¿cómo se explica que los gadiranos no hayan sido capaces de observar este fenómeno que ocurre diariamente, cuando han podido observar los ciclos anuales a partir de hechos que sólo se producen una vez al año? Y, sin embargo, es evidente que Posidonio les da crédito, porque incluso colige que las sucesivas bajadas y crecidas del mar se producen de solsticio a solsticio y de ahí vuelta a comenzar. Y bien, no es en absoluto verosímil que siendo tan perspicaces no hubieran visto lo que sucedía y creyeran no obstante lo que no sucedía.

9 Influencia del Zodíaco en las mareas. 
Dice Posidonio que Seleuco, el del Mar Eritreo, refiere la cierta irregularidad y la cierta regularidad de estos fenómenos a las variaciones de los signos del Zodíaco; pues cuando la Luna está en los signos equinocciales se normalizan las mareas y cuando está en los solsticios se observa una irregularidad tanto en la extensión como en la rapidez, y en los demás signos la relación depende de su proximidad al equinoccio o al solsticio. Cuenta que habiendo pasado él mismo en el Heraclion de Gádira varios días durante el solsticio de verano en torno al plenilunio, no pudo constatar las variaciones anuales; sin embargo, en torno a la conjunción de aquel mes observó en Ilipa un gran cambio en el reflujo del Betis en relación con los anteriores, en los que ni siquiera cubría la mitad de la altura de sus orillas, mientras que en esa ocasión el agua se desbordaba hasta el punto de poder los soldados coger agua allí mismo (pero Ilipa dista del mar unos setecientos estadios); y que a pesar de que las llanuras costeras estaban cubiertas por la pleamar hasta una distancia de treinta estadios hacia el interior, de tal modo que incluso se formaban islas, midió la altura del agua en el basamento del templo de Gádira y en el del dique que protege el puerto y no cubría ni diez codos; y aunque se conceda el doble de esta longitud por las crecidas que se producen de vez en cuando, ni siquiera así presentaría el aspecto que presenta en las llanuras la magnitud de la pleamar. Este fenómeno, según se ha comprobado, es general en todo el contorno del litoral oceánico, pero lo que le ocurre al río Íber - asegura Posidonio - es extraño y peculiar, porque a veces sube de nivel independientemente de las lluvias y de las nieves cuando cobran intensidad los vientos del Norte, y atribuye la causa a la laguna que atraviesa, pues bajo el ímpetu de los vientos irían a parar a él las aguas lacustres. 
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