sábado, 21 de marzo de 2020

EL CONTROL DE LAS CATARATAS: LAS FORTALEZAS




La defensa de las fronteras de Egipto se organizó a partir de una cadena de fortalezas que iban desde el Norte hasta el Sur del país. Unas se construyeron para evitar el ataque imprevisible de los vecinos, otras con la finalidad de proteger el comercio, un lucrativo negocio monopolio de la Corona.

En Época Predinástica ya se documentan fortalezas y ciudades fortificadas, siendo las primeras representaciones las grabadas en las paletas. Sin embargo, para encontra las primeras evidencias arqueológicas debemos avanzar un poco en el tiempo, al Imperio Antiguo. De este primer período de esplendor quedan restos de las murallas en dos ciudades; El Kab y Hieracómpolis. La zona del Delta se fortificó para contener a los beduinos y a los pueblos asiáticos, aunque la línea de fortificaciones más importante fue la de la Baja Nubia, en la frontera meridional del país.

Igual que los castillos medievales, estas fortalezas surgen y se desarrollan con especial profusión en los tiempos más convulsos, como los tres Períodos Intermedios. De esta manera, al final del Primer Período Intermedio, el monarca Mentuhotep II levantó fortalezas desde Hieracómpolis hasta Elefantina, en el contexto de lucha contra la ciudad de Heracleópolis, que como no podía ser de otra manera, también se encontraba fortificada.

La mayoría de las fortalezas del Antiguo Egipto se concentran en las cataratas de Nubia, una de las regiones más complicadas de controlar y defender por la lejanía a los centros de poder. Estas fortificaciones al parecer tienen su origen con las primeras dinastías, pero fue durante el Primer Período Intermedio cuando experimentan su mayor desarrollo. La existencia de esta red de fortalezas enfatiza la naturaleza siempre inestable del control egipcio sobre Nubia.


Estas fortalezas enclavadas en las tierras de Nubia desempeñaban un doble cometido; comercial y propandístico. Por un lado,desde estas fortificaciones se protegían las rutas comerciales y controlaban las mercancías valiosas que procedían de las minas y del Sur, como las joyas y las pieles de leopardo. Por otro lado simbolizaban el poder político y la autoridad del faraón sobre estas alejadas regiones. Muchas de ellas se construyeron durante el Imperio Medio en la zona de la Segunda Catarata en época de Sesostris III, con el objetivo de convertir Nubia en una provincia poderosa y fácil de defender. Aquí el Nilo se estrecha y el paso de embarcaciones es más complicado, por ello las fortalezas tienen gran valor estratégico.

Sesostris III edifica o amplía trece fortalezas entre Elefantina y Semna, en el extremo meridional de la segunda catarata. Están establecidas en lugares elevados o en islas, y permiten vigilar a las tribus nubias. Están construidas con ladrillo, y cumplen un papel defensivo. Egipto está protegido por las murallas, los baluartes, las torres, los caminos de ronda de las plazas fuertes como Buhen, Mirgissa y Semna cuyo aspecto general no se aleja demasiado del de los castillos de la Edad Media. Paralelamente a su función estratégica, no es del todo imposible que estas instalaciones también hayan favorecido la implantación de un control aduanero.
Christian Jacq
El Egipto de los grandes faraones.

Tutmosis III, en particular, utilizará la red de fortalezas de Sesostris, edificios que tienen una triple función: militar, económica y sagrada. Incluían capillas dedicadas a los dioses y al monarca, servían como centros económicos y garantizaban la seguridad de las poblaciones locales y del propio Egipto.
Christian Jacq
Los Sabios del antiguo Egipto

La fortaleza de Buhen, próxima a la Segunda Catarata, se construyó durante la Dinastía IV para controlar el acceso a las minas y su riqueza. Buhen marcaba la frontera entre Kush y Wawat, que es el nombre que se daba a la Baja Nubia. Reforzada por los monarcas del Imperio Medio, en el Imperio Nuevo se creo una ciudad en su interior, momento a partir del cual, fue perdiendo relevancia militar. En la actualidad se encuentra bajo las aguas del lago Nasser.


Otra fortaleza bajo las aguas del Nilo es la de Qasr Ibrim, que estuvo en funcionamiento desde el Imperio Nuevo hasta el año 1812 cuando fue abandonada por los otomanos. En época egipcia y romana fue un destacado centro administrativo en la Baja Nubia, y posteriormente se convirtió en un importante bastión del cristianismo en la región.

Estas fortalezas se parecen, por su carácter y su finalidad, a los fuertes construidos por los ingleses en Norteamérica durante el primitivo período colonial, estando destinados no sólo a controlar las salvajes y guerreras tribus de la región, sino a servir también de centros comerciales donde se reunían y distribuían los productos locales: marfil, ébano, oro, pieles, plumas de avestruz, gomas, resinas y minerales. Por otra parte, estos fuertes eran auténticos núcleos de tipo urbano, a pesar de su pequeñez, en los cuales vivían las guarniciones con sus familias. Uno de ellos, por lo menos, recibió el nombre del monarca reinante, como les ocurrió a Fort William o a Fort George. Con sus enormes murallas de adobe, a menudo con un espesor de más de nueve metros, robustecidas por vigas maestras, sus fosos, sus complicados muros de contención, botafuegos, aspilleras, barbacanas y puentes levadizos, resisten cualquier comparación con un Château Gaillard medieval. Su punto más vulnerable, el aprovisionamiento de agua, estaba debidamente asegurado mediante unas escaleras y un pasadizo que conducían al cercano Nilo. Las guarniciones se mantenían en contacto unas con otras mediante frecuentes mensajes en los cuales se daba cuenta de los movimientos en un área determinada a las fortalezas vecinas.
Cyril Aldred.
Los egipcios.



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