martes, 10 de marzo de 2020

EL PODER POLÍTICO DE LOS SACERDOTES.




En las Civilizaciones de la Antigüedad la religión desempeñaba un papel crucial, para organizar la sociedad (y darle un sentido a su propia existencia) y legitimar el poder político. En ese sentido, Egipto no fue una excepción y los faraones la utilizaron para justificar su posición de predominio social y político. El culto a los dioses, además, presidía la vida de todo el pueblo, de forma que el clero que se ocupaba de ello, alcanzó importantes prerrogativas en el terreno de la política. Veamos brevemente como evolucionó el poder de ese sacerdocio a lo largo de los tres milenios (y pico) de historia egipcia.

El desarrollo de esta destacada casta sacerdotal comenzó ya en tiempos del Imperio Antiguo. En esta primera época el clero más importante era el de Re, que tenía su capital en la ciudad de Heliópolis. El auge del clero heliopolitano coincidió con el cambio de enterramiento, que ahora se hacía en el interior de una pirámide, símbolo solar. El faraón Keops, viéndolas venir, intentó reducir la influencia de este clero, y para ello colocó a sus familiares y allegados en los principales cargos políticos y también religiosos.

La siguiente dinastía, la V, es conocida como heliopolitana, debido a las prerrogativas e influencia que llegó a ejercer el clero solar, que disfrutaba de grandes posesiones y exención de impuestos (como los monasterios y obispados en la Edad Media europea, lo que parece ser una constante histórica). La progresiva disminución del tamaño de las tumbas reales se ha puesto en relación, precisamente, con el gran aumento del poder del clero. La ciudad de Heliópolis, antigua On, que se había convertido en el centro del culto al dios sol Re, era la capital religiosa del país y el centro neurálgico del poderoso clero, que influía (y mucho) en las decisiones y actuaciones del faraón. En el entorno se construyeron pirámides y obeliscos, símbolos solares.

Hacia el año 2450 a.C se produce un cambio, representado por la V dinastía. Al sur de Giza, en Abusir y Saqqara, hay una serie de pirámides menores que de modo bien visible dan cuenta de la decadencia del poder real. Es probable que el cambio de dinastía esté en relación con un movimiento religioso, pues parece obra de los sacerdotes de Heliópolis, cuya teología triunfa durante el siglo y medio en que la dinastía V se mantiene.
A Tovar, W Rölling, I Gamer-Wallert
Historia del Antiguo Oriente.

Durante el Imperio Medio, el fulgurante ascenso de los monarcas al trono estuvo acompañado por la importancia creciente del clero de Amón en Tebas, y la reunificación polític siguió una unificación religiosa entorno al dios Amón, convertido ahora en dios oficial. Poco a poco el clero de Amón fue acaparando cargos y enormes extensiones de tierra. Tebas, la ciudad de Amón, fue capital religiosa a partir del Imperio Medio. La influencia del clero de Montu, un dios originario de Tebas, había aumentado con los faraones de la dinastía XI, pero desde Amenemenes I, Amón se convirtió en dios nacional.

El clero de Amón poseía en Tebas dos grandes recintos, el templo de Karnak y el conjunto de Luxor dedicado al dios Amón. Ambos recintos estaban comunicados por la gran avenida de las esfinges de tres kilómetros de longitud. El trazado de la avenida permitía al pueblo contemplar la estatua del dios levantada por los sacerdotes.

Los sacerdotes de Amón ganaron prestigio social, e influencia política, acaparando los cargos más importantes de la administración y del gobierno. En algunos momentos el conflicto con el faraón era frontal y abierto, como sucedió durante el reinado de Akhenatón, que declaró la guerra al Gran Sacerdote de Amón e instauró el culto único al dios Atón. Tras la muerte de Akhenatón las aguas volvieron a su cauce, y el clero tebano volvió a disfrutar de sus privilegios.

Durante el Imperio Antiguo y Medio, el sacerdocio había sido una profesión en su mayor parte no organizada, siendo el principal del distrito el sumo sacerdote ex officio del dios local, aunque podía estar asistido por diversos sacerdotes subordinados. Sin embargo, durante el Imperio Nuevo, al dedicarse unos recursos considerables a los dioses del Estado, como Amón de Tebas, Ptah de Memphis y Ra-Harakhte de Heliópolis, el sacerdocio se convirtió en una profesión muy especializada. Los sumos sacerdotes son a la vez administradores y eclesiásticos. Así, Amón tenía no sólo cuatro profetas o sumos sacerdotes, y una serie de sirvientes menores hasta los que hacían las ofrendas florales, sino todo un equipo seglar, un jefe de camareros y supervisor de su granero, almacenes, ganado, cazadores, campesinos, tejedores, artesanos, joyeros, escultores, carpinteros, diseñadores, archivos y policía, constituyendo un auténtico enclave dentro del Estado faraónico. Todos estos cargos y las oficinas correspondientes tenían que cubrirse con escribas experimentados, aunque su grado de perfeccionamiento fuera muy diverso, lógicamente.
Cyril Aldred.
Los egipcios

Durante el Tercer Período Intermedio la unidad del país quedró quebrada de nuevo, los faraones en el Delta y los grandes sacerdotes de Amón en Tebas. Tras los disturbios que caracterizaron esta etapa se produjo la reunificación y durante la dinastía XXII el clero siguió conservando su poder, y aunque en período ptolemaico fue la única clase social que mantuvo sus privilegios, su estrella se fue apagando paulatinamente, alejándose cada vez más del pueblo.


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