viernes, 13 de marzo de 2020

VILELA.




Abandonamos Ribadeo, penetramos poco a poco, casi sin darnos cuenta en la montaña, y dejamos a nuestra espalda el río Eo y el mar. La niebla inunda los valles lejanos mientras que sobre nuestras cabezas tenemos un azul brillante e inmaculado.



Avanzamos a buen ritmo durante las primeras horas de la mañana, cuesta arriba, hasta que llegamos a la aldea de Vilela, donde encontramos a más peregrinos que en los días precedentes. Personalmente no me gustan las muchedumbres. A partir de esta jornada el camino se torna 100% gallego.



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