lunes, 31 de agosto de 2020

LA GUILLOTINA.





Inventada por el médico, y también diputado francés, Joseph Ignace Guillotín, la guillotina pretendía hacer más humanitarias (¿una muerte indolora?) e igualitarias las ejecuciones. La guillotina se convirtió en el símbolo del Terror, fue el instrumento utilizado para decapitar a los condenados a muerte, algo reservado desde la Antigüedad para la nobleza. En ese sentido el pueblo llano había conseguido igualarse con los grupos privilegiados de la sociedad.

Una alta puerta sin puerta, un marco vacío. En lo alto, suspendido, el filo mortal.Tuvo varios nombres: la Máquina, la Viuda, la Afeitadora. Cuando decapitó al rey Luis, pasó a llamarse la Luisita. Y por fin fue bautizada, para siempre, la Guillotina.
En vano protestó Joseph Guillotin. Una y mil veces alegó que no era hija suya esa verduga que sembraba el terror y atraía multitudes. Nadie escuchaba las razones de este médico, enemigo jurado de la pena de muerte: dijera lo que dijera, la gente seguía creyendo que era el papá de la primera actriz del espectáculo más popular de las plazas de París.
Y la gente también creyó, y sigue creyendo, que Guillotin murió guillotinado. En realidad, él echó el último suspiro en la paz del lecho, con la cabeza bien pegada al cuerpo.
La guillotina trabajó hasta 1977, cuando un modelo ultrarrápido, con mando eléctrico, ejecutó a un inmigrante árabe en el patio de la prisión de París.
Eduardo Galeano Espejos. Una historia casi universal.


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