La zona está llena de recuerdos megalíticos. Y la tradición
vasca los ha convertido en objetos que atestiguan la presencia remota
de los seres que conforman su más primitiva mitología. El Camino
peregrino, que no la carretera que hoy suelen seguir los visitantes
de aquellos lugares, al llegar al pueblo de Linzoain, toma la cuesta
que conduce a los altos de Erro. Allí, precisamente, en las
proximidades de donde el viejo camino peregrino vuelve a unirse a la
moderna carretera, hay tumbadas en el suelo tres enormes piedras. La
gente las llama Los Pasos de Roldán y, según la explicación
popular, la más grande marca la longitud del paso del héroe, la
mediana la de su mujer y la más pequeña la de su hijo.
Leyendas del Camino de Santiago. Juan G. Atienza.
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