El origen del problema es de base
económica: las colonias vieron en la metrópoli un freno para su
desarrollo económico (y por ende, social) pues Inglaterra intentaba
monopolizar la economía de las Trece Colonias. Por otro lado las
ideas de la Ilustración iban calando entre los miembros de la
burguesía acomodada y culta que estaba tomando conciencia de la
situación, y de su propia madurez política.
El rey Jorge III, y sus
ministros, llevaban una línea política autoritaria. Los gastos
ocasionados por la Guerra de los Siete Años obligaron al gobierno
británico aumentar los impuestos en las colonias americanas. Las
relaciones económicas con la metrópoli se regían por un pacto
colonial, en virtud del cual las materias primas de las colonias se
intercambiaban en exclusividad por productos británicos
manufacturados. Después de la Guerra de los Siete años el gobierno
inglés decidió que sus colonias pagaran impuestos por la
importación de productos como el azúcar, papel sellado, vidrio,
plomo o té.
Estos intentos de monopolio y de
injerencia, generan malestar y tensión en las colonias. Las
protestas consiguieron que se retiraran todas las tasas salvo las del
té. El boicot a este producto culminó en 1773 en Boston con el
llamado Motín del Té. Las autoridades inglesas respondieron
cerrando el puerto y anulando las libertadas políticas.
Los colonos reunidos en el
Congreso de Filadelfia acordaron no importar mercancías británicas
y comenzar a reclutar sus propias milicias. La guerra era inevitable.
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