Los últimos años del siglo
XVIII y los primeros del XIX señalan la transición de la Edad
Moderna a la Contemporánea. Caracterizará este nuevo período el
extraordinario progreso alcanzado por el desarrollo científico y
técnico, cuyos fundamentos son: el racionalismo (toda realidad puede
ser científicamente analizada según principios racionales); el
empirismo (la experiencia de los hechos produce su conocimiento); el
pragmatismo (el grado de verdad de una teoría reside en su valor
práctico). Se generalizan la fe en el progreso y el utilitarismo y
surgen nuevas condiciones económico-políticas que harán posible la
formación de los grandes imperios capitalistas y la europeizacion del
mundo (imperialismo). Valores y formas de vida burguesa se
consolidan, al tiempo que se acentúa el moderno centralismo
administrativo (burocratismo). Al mundo anunciado en el plano teórico
por la Ilustración, se llegará gracias a un doble proceso
revolucionario:
Las revoluciones políticas, que
derribarán el absolutismo y darán lugar a nuevas formas de gobierno
basadas en la voluntad de la mayoría, la igualdad ante la ley, la
libertad individual y un derecho natural racionalista. A consecuencia
de ellas, la sociedad estamental (feudalismo) se transforma en una
sociedad de clases burguesa (capitalismo).
Elaborada en Inglaterra (Locke),
la la nueva teoría política se realiza parcialmente en Norteamérica
y se afirma en Europa con la Revolución Francesa. Frente a la
supervivencia de ciertas formas feudales y al imperialismo
napoleónico se desarrollará, posteriormente una conciencia
nacional.
La revolución industrial que,
partiendo de Inglaterra, transformará, gracias al maquinismo, los
métodos tradicionales de producción (artesanía, manufacturas,
trabajo a domicilio) en formas de producción industrial masiva. En
el mercado mundial, la supremacía comercial dará paso
progresivamente a la supremacía industrial. En Inglaterra, el
capital invertido en la industria procede de las colonias, la deuda
pública, el sistema tributario y el proteccionismo. La oposición
entre las clases configuradas por la nueva sociedad industrial –
empresarios privados (capitalistas) y obreros asalariados
(proletarios) -, así como sus contradicciones, serán posteriormente
denunciadas por el socialismo.
Atlas Histórico Mundial.
Herman
Kinder/Werener Hilgemann/Manfred Hergt.
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