Dos notas caracterizan las
revoluciones políticas de fines del siglo XVIII en las sociedades
occidentales, a las que se llega, como se ha indicado ya, en virtud
de un proceso combinado de cambios históricos y a partir de unas
circunstancias determinadas: la revolución económica, unida a la
revolución social y a la revolución intelectual, desembocan en la
revolución política. Estas dos notas son: en primer lugar, tanto la
revolución americana como la revolución francesa no pueden ser
consideradas como hechos aislados, sino formando parte de la
totalidad de los movimientos revolucionaarios que afectan al mundo
occidental-atlántico en esa época, y entre las cuales tales
revoluciones son las más destacadas y representativas, pero no las
únicas; y en segundo lugar, aunque circunstancias concretas explican
el desencadenamiento de la revolución en cada país, los movimientos
revolucionarios americano y francés, en general, tienen unas causas
comunes, que residen en la estructura de la sociedad con el
crecimiento de la burguesía, en la evolución de la economía con el
desarrollo industrial, en la evolución de la economía con el
desarrollo industrial, en la crítica ideológica con la formulación
del liberalismo, y en la coyuntura política con la crisis del
Antiguo Régimen. Este es, en síntesis, el estado actual de la
cuestión, y así lo recogen, entre otros muchos, Godechot, Lefebvre,
Touchard y A. Kaspi, aunque Vovelle por su parte ha expuesto una
revisión de esta interpretación de acuerdo con más recientes
tendencias historiográficas.
Sobre la revolución e
independencia de Estados Unidos, tanto Godechot como Kaspi han
resumido recientemente el planteamiento de las cuestiones, centradas
en esta pregunta: ¿guerra de independencia o revolución social?, a
la que contestan con tres opiniones, según el estado actual de
investigación: para unos, el conflicto americano fue una revolución
más radical que la revolución francesa, mientras que para otros se
trató sólo de una guerra política de independencia, sin que
impliccara profundas transformaciones económicas y sociales, y una
tercera postura intermedia, que acabará por predominar, opina que
fue al mismo tiempo una guerra política por la independencia por
parte de los colonos americanos contra el gobierno inglés, y también
una revolución económica y social de carácter democrático, aunque
en un sentido más moderado, realizada por unos grupos sociales
burgueses y liberales frente a los principios absolutistas,
tradicionales y jerárquicos europeos. En todo caso, añade Godechot,
la revolución fue decisiva y resultó victoriosa en ambos sentidos,
como revolución política por la independencia, y como revolución
social y económica por los principios liberales, y no fue seguida,
como en Europa, de una contrarrevolución. Su influencia se extendió
opr el resto del continente americano y llegó hasta Europa, al
constituirse por primera ver recién obtenida la independencia, un
Estado de acuerdo con las ideas revolucionarias, liberales y
democráticas de la época.
Introducción a la historia
contemporánea. 1
La Era de las Revoluciones. José U.
Martínez Carreras.
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