El hijo de Ladislao
Lokietek reinó como Casimiro III el Grande y continuó la obra
política de su padre con un solo objetivo; la consolidación del
estado polaco. Para ello utilizó todos los recursos que tuvo a la
mano: apaciguó a la orden teutónica entregándole Pomerania, y
desde su indiscutible posición de poder quebró la obstinada
resistencia de la szlachta, consiguiendo de esta manera restablecer
la autoridad regia.
La política de Casimiro
dió mayor cohesión al estado polaco y en Visegrad – 1335 –
firmó un tratado a tres bandas con Hungría y Bohemia de
colaboración y reparto; que ada uno pueda ir a los uyo sin molestar
al vecino. Eliminó las pretensiones de los bohemios y conjuró la
latente amenaza húngara reconociendo a su sobrino, Luis el Grande
Hungría, heredero de Polonia.
Además el rey Casimiro
introdujo el principio de unidad legislativa y judicial mandando a
codificar el derecho consuetudinario tradicional en el estatuto de
Wislica (1364). Se trata del exponente ideológico de la autonomía
intelectual polaca.
Establece la capital en
Cracovia que además la convierte en el núcleo central de su reino y
un referente cultural gracias a la fundación de la Universidad (a
imitación de Praga). Preocupado por incentivar el desarrollo de su
país invitó a muchos judíos, que venían huyendo de los progroms,
a que se asentaran en sus tierras.
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