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miércoles, 7 de noviembre de 2018

ABRIGO DE KOBEAGA, UN ASENTAMIENTO DEL EPIPALEOLÍTICO.



El Epipeleolítico es la etapa inmediatamente posterior al Paleolítico Superior de forma que los grupos humanos continuaron desarrollando una economía depredadora. En el norte cantábrico de la península Ibérica esa actividad estaba estrechamente vinculada con el mar.

En Vizcaya se sitúa el abrigo Kobeaga II, del que existe una preciosa maqueta en el Museo de Bilbao, habitado en esta época. El abrigo está abierto en la ladera suroeste de una pequeña dolina y se encuentra aproximadamente a una hora de camino de la actual línea costera.

La forma del abrigo obligó a los humanos a ocupar el espacio central, donde excavaron un agujero circular en cuyo fondo colocaron piedras arenisca para el hogar. Con el tiempo el hogar quedó cubierto por un conchero compuesto por lapas, mejillones y caracolillos.

La ocupación del abrigo de Kobeaga aconteció hacia el 5000 a.C. aproximadamente y se prolongó poco tiempo. Los arqueólogos piensan que fue temporal y recurrente. El objetivo de buscar refugio en el abrigo fue el marisqueo en la cercana costa.

sábado, 6 de febrero de 2016

DIETA PALEOLÍTICA.



¿Cazador o carroñero?, quizás nunca sabremos cual de estas actividades depredadoras fue más frecuente entre los homínidos del paleolítico africano. Lo que si es seguro es que los grandes herbívoros que pastaban por la sabana constituían la principal fuente de grasas y proteínas para nuestros antepasados. Con la recolección de miel, vegetales, raíces, frutos, semillas, insectos y otros pequeños invertebrados completaban la dieta alimenticia. La arqueología no ha encontrado pruebas que avalen la caza de grandes herbívoros (elefantes, rinocerontes, hipopótamos) hasta hace unos 150.000 años, pero si de especies más asequibles como caballos o ciervos.


El fuego significó un avance cuasi decisivo, facilitó la habitabilidad de las cuevas, proporcionando calor, luz, y cierta seguridad. Además hizo posible cocinar alimentos, algo que facilitaba su ingestión.  

sábado, 8 de agosto de 2015

PICAPEDRERO, CARNICERO, CARROÑERO, CAZADOR.



Los primeros australopitécidos tienen que haber utilizado las piedras de la misma forma cuando menos que los chimpancés actuales: como proyectiles para repeler a los intrusos y como martillos para partir nueces. Utilizándolas así se desprenderían de ellas ocasionalmente fragmentos con bordes lo bastante afilados como para atravesar pieles. Pero estos incidentes se producían en el contexto de actividades cuya eficacia no podía aumentarse por utilizar instrumentos afilados y, consiguientemente, no se aprovechaban sus posibilidades. Las lascas afiladas que se creaban por el rebote de las piedras lanzadas para ahuyentar a buitres y chacales, tenían más posibilidades de ser reconocidas como formas de cortar pieles duras, y trocear y deshuesar carne. El paso siguiente consistió en coger una piedra y estrellarla contra el suelo, y después buscar entre los restos las lascas más afiladas. Al final, se tomaba una piedra en cada mano y se golpeaba con cuidadosa precisión el borde de una de ellas, utilizando la otra como percutor. La percusión continuada no sólo producía lascas útiles; además, el propio núcleo del que se desprendían empezaba a adquirir bordes útiles para cortar y ser utilizado como hacha.

Las primeras herramientas de piedra -las encontradas en Gona y el Omo (Etiopía)- revelan ya una diestra facilidad para seleccionar los materiales disponibles que mejor valiesen como núcleos y percutores, y para dar golpes precisos que soltasen lascas afiladas como cuchillas. Las experiencias llevadas a cabo por arqueólogos que han aprendido por sí mismos a fabricar réplicas de estas primeras herramientas de piedra demuestran que núcleos y lascas eran igualmente valiosos. Los golpes percutantes sobre una cara del extremo de un núcleo daban lugar a una gruesa herramienta de corte [chopping tool] capaz de cortar tendones y nervios y separar articulaciones. Las lascas sirven mejor para cortar pieles y trocear carne. Los núcleos gruesos sirven para machacar huesos y llegar al tuétano, y para partir cráneos y llegar a los sesos. Nicholas Toth, de la Universidad de Indiana, ha reproducido estas sencillas herramientas y las ha utilizado para cortar carne de elefantes y de otros animales grandes de piel dura. Sin lugar a dudas, los australopitécidos emplearon sus herramientas líticas en otras ocupaciones aparte de la de cortar carne de animales muertos. Toth descubrió que con un núcleo grueso se podían cortar las ramas rectas de los árboles y que con lascas pequeñas se podía tallar la punta de los palos de escarbar y convertirlos en lanzas. Otras lascas servían para raspar la carne, la grasa y el pelo de las pieles.

Después de empezar a utilizar herramientas, en el modo de vida de los australopitécidos probablemente resultaba también esencial algún tipo de recipiente. Los análisis de artefactos líticos encontrados en yacimientos de Tanzania, datados en unos dos millones de años, revelan que hay más lascas de las que pueden explicar las marcas que aparecen en los núcleos encontrados junto a ellas. Lo que sugiere que quien picase la piedra transportaba de un lugar de cortar carne a otro una provisión de lascas fabricadas previamente y quizá un núcleo pequeño y uno o dos percutores. Una bolsita de piel curtida, sujeta al pecho o al hombro con trozos de nervio, habría constituido un recipiente adecuado.

Con la fabricación de núcleos y lascas, palos de escarbar afilados, correas y bolsas de cuero, y el transporte y almacenamiento de herramientas materiales, se alcanzaron los límites del cerebro de los simios. Aunque, aislado, ninguno de estos artefactos o comportamientos hubiera estado fuera del alcance de las capacidadesde un chimpancé, su utilización en el marco de un sistema de producción cada vez más complejo basado en el carroñeo, la caza, la recolección y el escarbo requería capacidades cognoscitivas que sobrepasaban las de los primeros australopitécidos. La selección natural favoreció a los individuos que aprendieron antes a fabricar las mejores herramientas, que tomaron las decisiones más inteligentes sobre cuándo usarlas y que podían optimizar la producción con arreglo a los cambios diarios o estacionales de la cantidad o disponibilidad de los alimentos de origen animal y de origen vegetal. La selección de estas aptitudes puede explicar que el tamaño del cerebro del hábilis sea un 40 ó 50 por ciento mayor que el de los australopitécidos.

Pero, a pesar de contar con herramientas más complejas y un cerebro mayor, no existen pruebas de que el hábilis estuviese más dotado para la caza mayor. Su diminuta estatura y sus dedos curvos en pies y manos -que indican todavía que trepaba a los árboles para librarse de los depredadores- no sugieren intrepidez en la caza, y sus herramientas, por útiles que fuesen para el despiece de animales de gran tamaño, no tienen viso alguno de ser útiles para cazarlos.

Seguramente, nuestros antepasados siguieron siendo principalmente carroñeros hasta que apareció el primer erectus, hace 1,6 millones de años. Todo lo relacionado con el erectus sugiere la ocupación de un nicho ecológico basado en un nuevo estilo de subsistencia. Se trataba de una especie, considerablemente más alta que el hábilis, cuyos dedos de pies y manos habían perdido cualquier vestigio de agilidad arbórea. Sus herramientas consistían en lascas afiladas, nuevos tipos de núcleos trabajados por los dos lados y con forma de grandes hachas de mano oblongas y apuntadas, cuchillos y puntas. Los experimentos realizados con estos «bifaces» demuestran su utilidad como instrumentos para cortar carne de grandes animales. Además, las estrías microscópicas, consideradas como «marcas de corte», que presentan los huesos de animales asociados a herramientas del erectus proporcionan pruebas directas de que éstas se utilizaban para desmembrar animales y sacarles la carne. El erectus estaba probablemente capacitado también para utilizar las lascas y los núcleos con el fin de tallar, cepillar y afilar lanzas de madera.

Sin embargo, los carniceros no tienen por qué ser cazadores. Además, se echa algo de menos en la bolsa de herramientas del erectus (y en las herramientas del hábilis también). Ninguno de los núcleos o lascas tiene la característica de poderse insertar como punta en lanzas u otros proyectiles. Tal vez los erectus arrojasen certeramente sus lanzas de madera contra animales pequeños, pero sin puntas de piedra o de hueso resultaba improbable que perforasen a distancia las pieles de presas mayores y alcanzasen sus órganos vitales. La ausencia de puntas de piedra proyectiles refuerza la opinión de que el erectus era simplemente un carroñero más eficaz que los primeros homínidos, y que si alguno de ellos cazaba alguna vez, se trataba sólo de animales pequeños.

Personalmente, tengo dudas de que el erectus se contentase con ser principalmente carroñero y después cazador. Las manadas de animales grandes, visibles rápidamente, actuarían como una tentación constante de intervenir directamente para garantizar el suministro de su alimento preferido. Después de todo, el desarrollo de la tecnología lítica era en buena medida consecuencia del intento de los australopitécidos de explotar las ventajas nutritivas de la carne. Tras haber inventado cuchillos, martillos, hachas y recipientes con el fin primordial de facilitar sus actividades carniceras, el fracaso a la hora de inventar proyectiles con punta de piedra no indica necesariamente que el erectus no cazase de forma habitual. Antes al contrario, quizá indique sólo que no cazaban arrojando las lanzas desde lejos, sino clavándolas de cerca en su presa. La arqueología no proporciona pruebas para este razonamiento. Debemos volver empero a ciertas particularidades de la forma humana: nuestra falta de pelo en la piel, nuestras pieles con glándulas sudoríparas y nuestra capacidad para correr maratones. 
Marvin Harris "Nuestra especie".

jueves, 21 de mayo de 2015

GLOTÓN DEL JARAMA.



Una pequeña escultura que representa a un carnívoro, probablemente un glotón. Aunque carece de contexto estratigráfico, esta figurilla de marfil ha sido adscrita al periodo Magdaleniense. Su funcionalidad, más allá de un objeto de adorno, es totalmente desconocida, y su importancia radica en que es la única de estas características estilísticas hallada en la Meseta. Además se tratade uno de los escasos ejemplos conocidos de escultura de busto redondo documentado para el arte mueble peninsular.


El arte mueble es el mejor exponente del mundo simbólico de las sociedades humanas del Paleolítico Superior y se piensa que pudieron constituir un medio de comunicación (del que desconocemos sus códigos) además de funcionar como elementos identificadores de los diferentes grupos tribales y/o familiares.  

sábado, 9 de mayo de 2015

DESPIECE DE UN ELEFANTE PRIMITIVO.



La caza de un elefante, o el hallazgo de un cadáver de proboscídeo, durante el Paleolítico era motivo de alegría, pues su carne permitía disfrutar de un pantacruélico festín a los miembros de varias familias humanas. Los yacimientos de Áridos 1 y 2, en la llanura de inundación del río Jarama (Madrid), presentan excepcionales condiciones de preservación, lo que los convierte en ventanas al pasado del hombre. Se trata de episodios puntuales de la vida de los humanos de hace 400.000 años. En ambos yacimientos se documenta la intervención sobre un elefante muerto por causas naturales para obtener carne con la que alimentarse. Las muescas producidas por herramientas líticas junto a otros de dientes de hiena concretan la competencia por el acceso a los restos del paquidermo.  

jueves, 30 de abril de 2015

LOS ÚLTIMOS CAZADORES DE LA PREHISTORIA.



Los últimos cazadores de nuestra prehistoria vivieron durante el Magdaleniense, unos cuantos milenios antes de la domesticación de los primeros animales y plantas. Estos grupos basaron su economía en la captura del caballo o del reno en las regiones geográficas más septentrionales, o del ciervo y la cabra en otras áreas, como nuestra península Ibérica. Los cazadores solían acosar y abatir fundamentalmente a hembras y crías, o algún miembro débil de la manada. 


La especialización cinegética en grandes cuadrúpedos, se complementaba con la caza de pequeños mamíferos, la pesca, el marisqueo y la recolección de vegetales.  

domingo, 26 de abril de 2015

DIPROTODON



El mayor de todos los marsupiales que han pisado el planeta, habitó Australia hasta hace unos 40.000 años. Se trata de un enorme herbívoro del tamaño de un rinoceronte, emparentado con kolas y wombats. Se extinción se produjo poco tiempo después de la llegada de los primeros seres humanos al continente isla, y muy probablemente se convirtieron un una presa fácil y nutritiva pra los cazadores-recolectores del Paleolítico.  

martes, 24 de marzo de 2015

BISONTES



Venerados y cazados. Nuestros antepasados del Paleolítico europeo hicieron de este bóvido la pieza más apreciada en sus partidas de caza, y figura omnipresente en los santuarios rupestres franco-cantábricos.


La fuerza y la energía de la vida representados en esta criatura, que antaño pobló los bosques de toda Europa, una especie que tras ser aniquilada hasta el exterminio, ha sido recuperada gracias a la acción de Parques Zoológicos de toda Europa. 


El bisonte fue la pieza de caza mayor más importante para el hombre prehistórico, le proporcionaba comida diaria, abrigo, fuego y un caldo de cultivo perfecto para cocinar leyendas y plasmar obras de arte en las paredes de las cavernas. Unas pinturas que son definitorias de una época. 


Viven en rebaños de unos veinte individuos, que en invierno puede aumentar hasta el medio centenar, guiados por un macho adulto. El monte bajo y los espacios abiertos, una formación vegetal de bosque mixto es el hábitat de este enorme bóvido. El uro, el bisonte y el toro, tres bóvidos vinculados con el pasado (y el presente) de las sociedades europeas. 

domingo, 3 de noviembre de 2013

DELFÍN ALIMENTO DE NEANDERTALES



Los cetáceos siempre han estado muy vinculados a las costas andaluzas, especialmente en las inmediaciones del Estrecho de Gibraltar. 


Desde hace más de 20.000 años los Hombres de Neandertal que vivían a ambos lados del estrecho, cazaban y se alimentaban de estos cetáceos, sobretodo de delfines mulares y comunes.

jueves, 4 de abril de 2013

DE PIEZA DE CAZA, A CABEZA DE GANADO



DE ANIMALES Y DE HOMBRES.

Formando parte de una misma, y única Naturaleza, el ser humano (y los homínidos antecesores) y las diferentes especies de animales han compartido los diversos medios naturales del Planeta. A lo largo del tiempo el ser humano ha sabido aprovechar en beneficio propio esa relación.

Podemos establecer, a grandes rasgos, cuatro funciones que los animales han desempeñado para las Sociedades Humanas:

1 Como fuente de alimentos y de materias primas.

2 Como fuerza de trabajo en diferentes actividades.

3 Como importante, y a veces decisivo, apoyo en la guerra.

4 Como símbolos, tótems y deidades en la esfera espiritual. 

En algunas ocasiones, una misma especie ha representado varias de estas funciones, mientras que otras veces, una especie se ha dedicado en exclusiva para una de ellas.




LOS CAZADORES DEL PALEOLÍTICO.

Mucho antes de la domesticación de especies durante el Neolítico, las bandas del Paleolítico se dedicaban a la caza ocasional de algún animal. En numerosas ocasiones los hombres recurrían al carroñeo, aprovechando los restos de alguna pieza abandonada por otros depredadores. 

Cualquier animal era susceptible de ser cazado, aunque evidentemente algunas piezas ofrecían más peligros en ser abatidas. Normalmente, cada banda o tribu se dedicaba a cazar las especies más abundantes del medio natural que compartían, siendo habitual que un grupo humano se especializase en la caza de un determinado animal.

Los cambios climáticos, la estacionalidad y las migraciones de las manadas, provocaban que las hordas de cazadores siguiesen sus rutas, sin poder establecerse permanentemente en ningún lugar, hablamos, por tanto de Sociedades Nómadas. 

Gacelas, ciervos, renos, bisontes, caballos, mamuts . . . eran presas propicias para el depredador más voraz de todos los tiempos: el hombre. 

El cerebro inventa, y la mano, liberada de su función locomotora, fabrica armas, con las que compensar las evidentes desventajas biológicas, con respecto a la mayor parte de las especies animales.

Puntas de sílex, arcos y flechas, hachas de piedra, lanzas, trampas, emboscadas, fosos, todo era válido para conseguir la preciada pieza.

Del animal cazado se aprovechaba absolutamente todo; por supuesto la carne como alimento, pero también las astas, la piel, tendones, huesos, grasas, vísceras . . . No obstante, la importancia de la caza, el mayor aporte nutricional y calórico provenía de la actividad recolectora; frutos, raíces, mariscos, pequeños animalillos . . . 

Debemos mencionar también la pesca, en sus diferentes modalidades, fluvial, lacustre o marina, por su gran importancia. 



LOS PRIMEROS GANADEROS DEL NEOLÍTICO.

Sin que aún esté del todo claro, que actividad surgió antes, ganadería o agricultura, lo que está fuera de toda duda, es el hecho de que la domesticación de animales y plantas significó el hito más trascendental de la historia de la Humanidad; las sociedades pasan de ser nómadas y depredadoras, a sedentarias y productoras, con todos los cambios que estas innovaciones significaron en cualquier ámbito de la Sociedad Humana. 

A partir de este crucial momento el ser humano dispone de una fuente de recursos al alcance de la mano; a la carne, la piel y los huesos, ahora hay que añadir los huevos, la leche, la lana y los excrementos. 

A lo largo del Neolítico y a lo ancho del Mundo, se fueron domesticando diferentes especies de animales, mejorando, o mejor dicho, adaptando las especies a las necesidades humanas. Entre los animales más característicos domesticados por el hombre podemos citar; el perro, la cabra, la oveja, el cerdo, el buey, el asno, el caballo, el camello y las aves de corral. 

lunes, 25 de febrero de 2013

¿CUÁNDO COMENZÓ EL INTERÉS POR LA PREHISTORIA?


EL PALEOLÍTICO
a los ojos de un historiador de la Grecia Antigua


¿Cuándo comenzó el estudio de la Prehistoria? Hace dos mil años, los elocuentes sabios griegos (paradigma de la erudición) ya se preguntaban como habría sido la vida humana en tiempos remotos. Uno de esos griegos fue Diodoro Sículo, un historiador griego del siglo I a.C. que escribió una obra llamada Biblioteca Histórica. 

Biblioteca Histórica pretendía ser una Historia Universal desde los orígenes. En el libro primero de tan magna obra, Diodoro hace una descripción de las formas de vida de los hombres primitivos, y sorprendentemente, coincide en algunos puntos, con todo lo que sabemos hoy sobre la prehistoria de la Humanidad. 

"Y acerca de la primera génesis del universo, tales cosas hemos compilado; pero dicen que los primeros hombres llevaban un modo de vida desordenado y bestial, marchaban dispersos para buscar el pasto y alimentaban de las hierbas más tiernas y de los frutos que nacían espontáneamente de los árboles. Cuando eran atacados por las bestias, se ayudaban unos a otros instruidos por el interés, y al reunirse por el miedo comenzaron a reconocerse entre ellos poco a poco por sus características físicas. Al principio articulaban las palabras de modo ininteligible y confuso, poco a poco fueron colocando articulación a las palabras, y tras acordar señales entre ellos a cada uno de los objetos, comenzaron a realizar una comprensión de todas las cosas. Después de haber surgido estos grupos por toda la tierra habitada, no todos tenían el mismo lenguaje, sino que cada cual ordenaba sus palabras al azar. Por esta razón, surgieron muy diversos tipos de lenguaje y los primeros grupos formados se convirtieron en origen de todas las razas. Pues bien, los primeros hombres vivían de manera penosa ya que no habían encontrado ninguna de las cosas útiles para la vida: desnudos, sin conocimiento de la casa y del fuego y sin idea del alimento cultivado. Al desconocer la recolección de frutos silvestres no consiguen almacenar nada de los frutos en caso de necesidad y por eso muchos de ellos morían en los inviernos por el frío o la ausencia de alimento. Pero poco a poco fueron enseñados por la experiencia a refugiarse en las cavernas durante el invierno y a guardar los frutos que eran capaces de almacenar. Tras conocer finalmente el fuego y las restantes cosas útiles, inventaron de manera progresiva las artes y todo lo demás capaz de favorecer la vida en común. En resumen, la necesidad misma se convirtió en maestra de todo para los hombres y mostró el camino de manera de todo para los hombres y mostró el camino de manera conveniente en el aprendizaje de cada cosa para este noble animal, que tuvo como ayudantes en todas las circunstancias a las manos, la palabra y la agudeza de espíritu"
Diodoro de Sicilia I,  8.

domingo, 24 de febrero de 2013

MUJERES CAZADORAS DE LA PREHISTORIA




En relación al más remoto pasado humano, existe el tópico del hombre fuerte cazador y la mujer, más débil físicamente, que se queda cerca del campamento y que se dedica a la recolección de semillas, vegetales, pequeños mamíferos, mariscos e invertebrados varios, encargándose de suministrar la mayor parte de los nutrientes y del aporte calórico al grupo. En ese sentido, su actividad recolectora era fundamental para la supervivencia del clan. 

Pero no quedaba ahí la actividad de las valientes mujeres del paleolítico; ellas, también salían a cazar, formaban parte de las aguerridas partidas de caza, arriesgaban sus vidas al enfrentarse a presas que, en ocasiones, quintiplicaban su propio peso y tamaño, y luchaban codo con codo, con sus compañeros masculinos contra las más peligrosas criaturas del pleistoceno europeo.


Como ocurre siempre en prehistoria, el registro material es el encargado de ofrecer pruebas, que corroboran nuestras hipótesis. En Saint Germain la Riviere - cerca de Burdeos - una mujer fue enterrada acompañada de un ajuar funerario compuesto de puñales, cuernas de ciervo y variados útiles de sílex (hojas y láminas). Además la difunta aparece adornada con conchas - dispuestas en la cabeza - y con unos setenta caninos perforados de ciervo, en el codo. El rico ajuar con el que fue enterrada, es representativo de la importante posición social que esta mujer ostentó durante toda su vida, y su más que probable participación en actividades cinegéticas. 

Desde los albores de la sociedad humana, la mujer ha sido, es, y será garantía de su permanencia.

jueves, 14 de febrero de 2013

PESCADORES-MARISCADORES EN EL NILO durante las últimas fases de la Edad de Piedra



El río Nilo era, y sigue siendo, el principal ecosistema del noroeste de África y a partir de la última fase del Pleistoceno, el Valle del Nilo constituyó un hábitat favorable para grupos de cazadores-recolectores, que se especializaron en la pesca y recolección de moluscos en sus aguas. 

En el Norte, tierras de Egipto, encontramos una precoz industria laminar con 30.000 años de antigüedad. Mientras que en el Sur, Nubia, persistió aún la técnica de preparación de núcleos. Esta forma de talla fue progresivamante sustituida por una industria laminar y por la fabricación de útiles más pequeños; auténticos microlitos hace 15.000 años. 

La demografía en el Valle del Nilo dependía de la fluctuaciones de su régimen fluvial, que alternaba etapas de fuerte caudal, con épocas de bajo nivel de las aguas.


Hace entre 20.000 y 10.00 años el Valle del Nilo conoció un importante desarrollo cultural. Sus habitantes explotaban un ecosistema relativamente estable, en el que encontraban peces, moluscos y animales acuáticos como hipopótamos, roedores, cocodrilos y tortugas. Además en las selvas en galería adyacentes vivían bóvidos y antílopes, y de las estepas desérticas, llegaban gacelas y musmones. 

A esta etapa se asocian conjuntos líticos diferenciados. Las razones de esta diversificación pueden ser variadas; que el instrumental se corresponda con una actividad concreta, a las diferencias funcionales en relación a la variación en la explotación de los recursos estacionales o a la actividad de diversos grupos étnicos que desarrollan el utillaje lítico de forma peculiar.

Bajo las condiciones climáticas óptimas se vivía con relativa tranquilidad, mientras que cuando se tornaban adversas, los grupos humanos que habitaban las áreas marginales sufrían carestías y dificultades para conseguir alimentos, lo que los empujaría a enfrentamientos hostiles con otros grupos que trataban de defender su territorio en el valle. 

Tanto en Egipto como en Nubia, hace 40.000 años vivían los fabricantes de una forma evolucionada del musteriense, el jormusiense. Estos hombres podían pescar en las aguas del río y también cazaban grandes animales.  Estas industrias fueron sustituidas hace entre 19.000 y 15.000 años por una nueva forma de fabricar útiles, el halfiense, que usaban aún la técnica Levallois. Aparcen también piedras de moler, indicativo de la importancia de los vegetales para la alimentación.


La industria del Wadi Kubbaniya, 21.000 - 19.000 años - aparece asociada a una serie de campamentos asentados en dunas, que dominaban una ensenada formada por las aguas del Nilo durante un período árido. Los habitantes de estos campamentos producían laminillas y explotaban variados recursos, tales como pescado, aves migratorias y grandes mamíferos. La presencia de piedras para moler, nos sugieren la ingesta de gramíneas salvajes. 

Entre hace 12.000 y 10.000 años, las sociedades del Nilo tenían ya una organización territorial, como parece indicar el descubrimiento de dos grandes necrópolis en Nubia (Wendorf, 1968 y Armelagos, 1972), que se corresponden con hábitats ocupadas con regularidad. 

A veces aparecen sepulturas dobles y son frecuentes los microlitos mezclados con los restos óseos. A veces, estos microlitos aparecen clavados en el hueso (en la imagen los lápices señalan las puntas). ¿Pruebas de una muerte violenta?


En las sepulturas de la necrópolis de Yebel Sahaba parece haber indicios de combates colectivos, lo que podría ser uno de los más antiguos testimonios de luchas armadas. Hay que ver en estos enfrentamientos los efectos conjugados del crecimiento de la densidad demográfica, de una explotación más intensiva y diversificada del medio, la aceleración de la desecación del entorno y la competencia resultante de todo ello. 

En definitiva a finales del Pleistoceno, las sociedades del Valle del Nilo, con las debidas matizaciones, presentan las siguientes características:

*  Un modo de vida cada vez más sedentario.

*  Explotación intensiva de los recursos disponibles.

*  Aunque se cazan grandes mamíferos y aves, los grupos humanos se especializan en la pesca y el marisqueo.

*  Importancia del consumo de plantas, especialmente de cereales silvestres, como se desprende del hallazgo de piedras de moler (Tushka en Nubia).

jueves, 10 de enero de 2013

CULTURA JOMON

En los inicios del Japón

La Cultura Jomon, basada más en la caza y la pesca, que en las prácticas agrícolas, se extendió por un conjunto de pequeñas islas situadas en el extremo más oriental de Asia. Se originó por la evolución de las culturas paleolíticas de la región alrededor del 10.000 a.C. y se alargó en el tiempo hasta el 400 a.C. cuando fue sustituida por la cultura agrícola conocida como yayoi.

La cultura jomon se desarrolló en un ámbito netamente insular, por tanto apenas recibió influencias externas procedentes de los vecinos continentales, algo totalmente paradigmático de la Civilización Japonesa, el aislamiento. Este aislamiento propició el surgimiento de formas de vida peculiares e independientes.

Las características esenciales del complejo cultural de Jomón son las siguientes:
  • Un sistema económico basado en el trinomio caza-pesca-recolección
  • Fabricación y utilización de cerámica. Los períodos de la historia jomón se corresponden a la cronología de sus cerámicas. En total los arqueólogos han datado seis tipos de cerámica
  • Uso del arco para actividades cinegéticas
  • Domesticación del perro
  • Existencia de una sólida estructura social
  • Realización de empresas marítimas a bordo de embarcaciones huecas.

La cerámica es uno de los elementos más significativos de la cultura jomón. Se utilizaban como recipientes, pero también servían para hervir alimentos, como atestigua la decoloración producida por fuegos secundarios. La aparición de cerámica en yacimientos del período jomón es un hecho poco frecuente entre poblaciones de cazadores-recolectores de cualquier parte del mundo.

Hervir alimentos permitió a los jomón explotar muchos recursos vegetales que no era posible consumir crudos, y además posibilitó disponer de alimentos suficientes en cualquier época del año dentro de un radio no excesivamente amplio, sin necesidad de tener que desplazarse. Por tanto, a partir de esto, fue posible la vida sedentaria en poblados.

La típica aldea jomón se organizaba disponiendo las viviendas alrededor de una especie de plaza central, contando además con fosas de almacenamiento. Aquí tenemos otros rasgo original, los jomón son el único pueblo de cazadores-recolectores que estaban en disposición de ir acumulando “cosas”. La mayoría de los grupos de cazadores-recolectores reducen al mínimo sus posesiones, para así facilitar su continuo nomadeo.

Una de las claves del éxito de estas poblaciones jomón, fue su relación con el entorno y su capacidad para incluir en su dieta todo tipo de alimentos. En ese sentido podemos mencionar entre sus piezas de caza mayor, a ciervos, jabalíes, osos y gamuzas, complementados con animales de menor tamaño como el lobo, el zorro, el mapache, la liebre e incluso al rata, y así hasta 60 especies; prácticamente la totalidad de los mamíferos existentes en el archipiélago del Japón, eran susceptibles de acabar en el estómago de esta gente. Al ingente aporte de carne de mamífero hay que añadir el consumo de más de 300 especies de moluscos, más de 70 de peces y más de 35 de aves.

En cuanto a los vegetales, los yacimientos nos informan de más de 300 especies que pudieron ser consumidas, teniendo en cuenta además que diferentes partes de una planta, raíz, tallo, hoja, flor, semilla, podían servir de alimento.

El empleo y consumo de esta ingente cantidad de especies, tanto animales como vegetales, requería de ir recopilando amplios conocimientos sobre los mismos.

“El empleo de tal variedad de recursos alimentarios requería, sin embargo, una gran cantidad de conocimientos, que los grupos jomon debieron intentar adquirir. En otras palabras, los pueblos jomon comprendieron la necesidad de diversificar su dieta y de disponer de los conocimientos necesarios para ello y se dedicaron conscientemente a alcanzar ese objetivo. En esto consistió la denominada “estrategia de desarrollo sostenible” que adoptaron los pueblos jomon y que ilustraba bien las relaciones que estos grupos mantenían con su entorno”
Tatsuo Kobayashi


Un aspecto importante es que muchas de esas especies animales y vegetales no era posible consumirlas crudas. Por este motivo los jomon tuvieron que inventar y descubrir diferentes técnicas de hacerlas comestibles. El hervir determinados frutos, como castañas o bellotas, no solo posibiliba su consumo, sino que sobre todo, permitía eliminar el tanino, el amargor, y en ocasiones, incluso el veneno.

Hablando de venenos. En la actualidad uno de los manjares más exquisitos de la cocina japonesa es el pez globo, un pez extraordinariamente venenoso, que lo hace a la vez muy peligroso. En Japón hace falta una licencia especial para servirlo en restaurantes. Sin embargo, en yacimientos jomon se han encontrado abundantes mandíbulas de peces globos, lo que demuestra, una vez más, la capacidad de los jomon para extraerles el veneno y poder degustarlos.

A pesar de todo lo apuntado sobre caza, pesca y recolección, los jomon también eran capaces de producir alimentos vegetales, como frijoles y calabazas, aunque a pequeña escala y sin adoptar modos de vida agrícola. Este hecho aconteció en Japón a partir del siglo IV a.C. con la introducción del arroz.

En cuanto a la domesticación de animales, está probado que lo hicieron con el perro y es bastante probable que hicieran lo propio con el jabalí.

Para conservar y almacenar alimentos disponían de tres técnicas, el ahumado, el secado y la fermentación. Estas técnicas contribuyeron a la estabilidad nutricional de los jomon, pues tenían alimentos prácticamente todo el año.

En su vida diaria, para realizar todas estas tareas descritas, los jomon contaban con lanza, arco y flecha, junto a trampas fosos para la caza. Anzuelos, arpones, redes y barreras para la pesca. Herramientas como cestas, vasijas, martillos, cuchillos, piedras de afilar, hachas y punzones. La mayor parte de este utillaje formó parte de la vida jomon desde sus inicios, y sufrió pocas modificaciones durante toda su existencia.

Hacia el año 700 a.C. pobladores procedentes de la península de Corea introdujeron el cultivo del arroz en el noroeste de la isla de Kyushu. La cultura jomon comenzó a recibir influencias de esta nueva forma de vida. No obstante, la cultura jomon de cazadores-recolectores-pescadores, siguió manteniendo su personalidad hasta el 300 a.C., cuando fueron definitivamente sustituidos por la cultura agrícola de los yayoi.
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