En el Renacimiento hubo mucho arte y mucho humanismo, pero también fue una época de ambiciones políticas, diplomacia y guerra. Las grandes levas en masa aún no se habían inventado (será necesario esperar a la Revolución Francesa) y las pequeñas ciudades estado italiana tenían que recurrir a ejércitos mercenarios para librar esas batallas, de las que en ocasiones dependía su propia supervivencia. El mercenariado es tan antiguo como la propia guerra, pero en la Italia medieval y renacentista vivió una auténtica edad de oro, se trata de los famosos condotieros, muchos de los cuales lograron amasar una fortuna. Condotiero deriva de condotta, término que se refiere al contrato que firmaba el capitán de los mercenarios y el gobierno que pagaba por sus servicios. El inglés John Hawkwood, o Giovanni Acuto, como era conocido en Italia, era uno de los soldados mercenarios de Florencia más célebres a finales del siglo XIV. Al contrario que muchos otros compañeros de armas, Acuto sirvió a la ciudad fielmente y rara vez renegó de sus contratos de servicio (práctica habitual entre algunos mercenarios). Gracias a su actitud, su eficacia en el campo de batalla y como incentivo para los otros condotieros que trabajaban para Florencia en el siglo XV, la ciudad encargó al pintor Paolo Ucello pintar en el interior de la Catedral de Santa María del Fiore un monumento ecuestre ficticio (la escultura de bronce hubiese sido demasiado cara).


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