En un territorio perteneciente a la cuenca hidrográfica del Guadiana, en el centro (más o menos) de la provincia de Ciudad Real, a escasos kilómetros de la capital, sobre un suelo apacible, se enclava Carrión de Calatrava. Su quietud aparente invita al caminante a dar un paseo por su rectilíneas calles, entre las casas de grandes dimensiones, típicas del urbanismo manchego. Con todo, lo más interesante que ofrece Carrión está más allá del núcleo de población. En su término municipal se localizan las ruinas de Calatrava la Vieja y a unos tres kilómetros, en el paraje la Dehesa, uno de los frecuentes hervideros del Campo de Calatrava.
Un blasón coronado y dos cuarteles. En el superior la cruz de Calatrava, símbolo que identifica a la Orden. En el cuartel inferior la cercana fortaleza elevándose sobre las aguas del río Guadiana.
Podemos intuir el origen de Carrión en algunas de las alquerías o aldeas dependientes de la vieja fortaleza de Calatrava. Posteriormente sus destinos caminarían parejos a los de la orden militar surgida en estas tierras. Más tarde, el núcleo de Carrión se benefició del abandono y despoblación de Calatrava.
La iglesia dedicada a Santiago Apóstol, construida entre finales del siglo XV y principios del XVI es el edificio religioso más destacado de Carrión, y centro neurálgico de la devoción popular. Templo gótico con retoques renacentistas, cabalga entre dos épocas, dos estilos artísticos, dos formas diferentes (pero complementarias) de concebir el mundo.


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