martes, 23 de abril de 2013

CATEDRAL DE BURGOS

vorágine de sensaciones


Entre el río Arlanzón y el Castillo, a los pies del cerro, en la Plaza Santa María, se ubica la Catedral de Burgos, una auténtica joya arquitectónica que nos legaron los canteros, albañiles y maestros de obra, de esa mal llamada "Edad Oscura"


Proyectos así, siguen demostrando que en la Edad Media había luz, mucha luz, y muy buenos ingenieros capaces de elevar hacia el cielo construcciones semejantes. Además de todos los estilos arquitectónicos, el gótico es el más sugerente . 


Burgos, medieval y gótica, una de esas ciudades que evocan la fantasía, una de las perlas más brillantes de la geografía meseteña peninsular. 

En el año 1442 llegó a la ciudad un artista procedente del Norte de Europa, Hans (o Juan) de Colonia, que fue el encargado de construir las agujas que prolongan las torres hacia los cielos. 


Los primeros, y originales masones, nos transmitieron sus ¿ocultos? conocimientos a través de estos edificios. No se en qué consisten esos supuestos mensajes cifrados, pero mi espíritu es alcanzado por la belleza sublime de estos edificios góticos.


Observando los pináculos de su catedral arañando el firmamento, no puedo dejar de ver el escenario ideal para un cuento gótico, tragicómico, donde la luz benévola se entremezcla con las tinieblas, personajes macabros comparten escenarios con dulces chicas inocentes, y donde el bien y el mal (¿absolutos?) se dan la mano y acuñan las dos caras de una misma moneda.

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