sábado, 4 de abril de 2020

CASTELUL BRAN, EL NO CASTILLO DE DRÁCULA.




Ni el voivoda valaco del siglo XV Vlad III el Empalador, ni el célebre vampiro Conde Drácula creado por Bram Stoker, vivieron en el Castillo de Bran, enclave de larga historia y uno de los castillos mejor conservados y más visitados de toda Rumanía.

¿Por qué esa vinculación entonces con ambos personajes?. Cuando los primeros turistas llegaron a Rumanía preguntando por el Conde Drácula, el gobierno dirigido por Nicolae Ceaucescu, pensó que sería una buena (y lucrativa) idea ofrecer el magnífico castillo de Bran como el auténtico castillo de Drácula. Por otro lado, no existe referencia alguna de que el irlandés Bram Stoker se inspirase en ese castillo, ni en ningún otro de la geografía transilvano-valaca, para describir la morada infernal de su conde vampiro.



Bran no deja de ser un pequeño misterio, ya que muchos le siguen llamando el Castillo de Drácula, a pesar de que no tiene ninguna vinculación segura con el Empalador, y absolutamente ninguna con el personaje de ficción de Stoker.
La vaga conexión remota con Tepes se establece considerando la posibilidad de que el Empalador se hubiera alojado fugazmente en él durante algunas de sus incursiones al territorio de Tara Birsei. Aun así muchos viajeros – y multitud de turistas – siguen convencidos de que Bran es el auténtico castillo de Drácula. Algo que se comprende cuando se contempla de cerca la imponente silueta de la fortaleza que, colgaba de un macizo rocoso surgido de un bosque, eleva sus torreones y murallas sobre un fondo majestuoso de montañas. Eso le otorga un perfil misterioso y severo que concuerda con su laberíntico y sombrío interior, repleto de empinadas escaleras de caracol, escondrijos fantasmales y cámaras secretas, con retratos antiguos de voivodas y boyardos que contemplan al visitante con expresión siniestra.
La belleza agreste del paisaje, con frecuencia brumoso, que rodea al castillo y su lóbrega silueta han sido motivos suficientes para hacer de Bran la morada por antonomasia de Tepes, a pesar de que el Empalador no debió pisar nunca sus oscuros corredores. Pero se trata de una construcción impresionante, ajustada a lo que la gente piensa que debería ser el castillo de Drácula, así que si no é vero é ben trovato. Además, Bran cae cerca de una ruta turística importante que pasa por Sibiu y Poiana Brasov, en una de las zonas más hermosas de los Cárpatos.
Hay quien piensa que existe otra razón para la aureola draculiana de Bran. Durante la etapa de Ceaucescu, a los visitantes extranjeros deseosos de ver un castillo de Drácula se les llevaba a Bran, lo que ha contribuido a propalar el malentendido. La confusión se alimenta todos los días por el hecho de que la entrada del castillo se haya convertido en un zoco polvoriento de souvernirs y chucherías, el mercadillo sobre Drácula más cutre y frecuentado de Rumanía.
Fernando Martínez Laínez.
Tras los pasos de Drácula.


El castillo está enclavado en un lugar estratégico, el paso de Bran. Conocido desde época romana, los caballeros teutónicos construyeron una ciudadelas en el siglo XIII probablemente en el mismo lugar que ocupa hoy el castillo. La ciudadela fue destruida en sucesivas batallas.



Frente a la amenaza turca, que ansiaba expandirse por Valaquia, y mantener a raya a los propios valacos (especialmente después de la batalla del río Ialomita, 1369), el rey Luis el Grande construyó ciudadelas y fortalezas en las fronteras del Reino de Hungría. Para asegurar la defensa de Transilvania, el control y la vigilancia del paso de Bran era esencial. Consecuentemente, el 19 de noviembre de 1377, el rey emitió en un castillo de Eslovaquia, el primer documento del castillo Bran, por el cual la gente de Brasov obtuvo el privilegio para construir la fortaleza por sus propios poderes y a su propio coste. Con vistas a lograr los ingresos necesarios para su construcción, a la ciudadela se le otorgó el dominio que consistía en villas y las Tierras de Barsa (Tara Barsei) que comprendían: Zarnesti y Tohan (que perteneció al dominio de Bran hasta 1395); Budila (separada del dominio de Bran en 1410), y Baciu, Cernat, Turches y Satulung (mencionadas en un documento de 1456 como localidades pertenecientes al dominio); Zizin, Purcareni, Tarlungeni, Crizbav y Apata son reconocidas como posesiones de Bran, pero no antes de 1500. Los habitantes de las villas que rodeaban la fortaleza, tenían que proteger la frontera. La ciudadela era comandada por un castellano o alcaide, además de ser el capitán de la guarnición, que inicialmente, consistía en bandidos ingleses y hombres de armas. Este alcaide también era administrador y tenía la jurisdicción sobre su población.

Consecuente con la preparación para el ataque de los turcos, en una reunión celebrada en Severin entre el rey de hungría y emperador alemán, Segismundo de Luxemburgo y Mircea el Viejo, príncipe de Valaquia, a finales de 1406, la ciudadela de Bran pudo ser entregada al voivoda de Valaquia (Tara Romaneasca). El sucesor de Mircea, Mihail (1418 – 1420), controló el paso de Bran hasta 1419, cuando el rey Segismundo transfirió los derechos de la ciudadela a la comunidad szekler. Bajo Janos Hunyadi, la ciudadela de Bran, era gobernada por el voivoda de Transilvania. En 1498 la ciudadela y el dominio fueron prometidos a la gente de Brasov. Por una escritura emitida por Gheorghe Rákoczi II, príncipe de Transilvania (1648 – 1660), el 25 de abril de 1651, la cercana Brasov se convirtió en dueño legal de la ciudadela de Bran y el dominio.




Con el inicio del siglo XVIII, la ciudadela perdió su importancia estratégica y se transformó en un edificio administrativo, así como residencia del castellano. Hasta 1836, el edificio de aduana situada debajo del castillo era donde los mercaderes pagaban las tasas de un 3.3% del valor de los bienes que se movían entre Valaquia y Transilvania. Después de la revolución de 1848, la Primavera de los Pueblos, el dominio feudal de Bran fue abolido (liberalismo triunfante). En 1877 (cien años antes de mi nacimiento) el castillo fue ocupado por tropas austro-húngaras. Después de un juicio que se prolongó hasta 1883, el castillo fue devuelto a la ciudad de Brasov. Desde julio 22, 1888, cuando comenzaron la reforma del edificio, el castillo fue usado como oficina del Distrito Forestal de la ciudad de Brasov.



El 1 de diciembre de 1920 el Concejo Municipal de Brasov donó el castillo a la reina María, esposa de Fernando I, en reconocimiento a sus esfuerzos para unificar las diferentes regiones de Rumanía en una gran nación. El monumento fue renovado y rediseñado por el jefe de arquitectos de la casa real, Karel Liman, y convertido en la residencia veraniega del rey Fernando y la reina María. María abandonó el castillo por deseo de su hijo, la princesa Ileana de Rumanía, archiduquesa de Austria, quién tomó posesión de la fortaleza en 1938. Después de la expulsión del rey Miguel I (1927 – 30, 1940 – 1947) de Rumanía, la princesa Ileana y su familia fueron forzados abandonar su hogar en el castillo por las autoridades comunistas y exiliarse del país. El castillo fue apropiado por el estado rumano en 1956, convertido en museo de historia y arte medieval, y abierto al público en 1957.


El 26 de mayo de 2006 el castillo de Bran fue restituido por el estado rumano a los hijos de la princesa Ileana – Dominic, María y Elizabeth – y desde el 18 de mayo de 2009, está dirigido por una compañía rumana creada por ellas.



Cámara de Guardia. La exposición documental incluye la historia del castillo de Bran, un panel con los retratos de los líderes de Transilvania y de Tara Romaneasca, quienes jugaron un importante rol en la historia y en la imagen del Castillo. También fotografías de finales del siglo XIX y comienzos del XX correspondientes a la reina María y a la princesa Ileana.


Vestíbulo. Durante el período de entreguerras se instaló aquí el cuarto de baño para la Reina María. La exhibición actual incluye distintas piezas domésticas de los siglos XIX – XX.



Pasadizos secretos. Todos los castillos medievales (los reales, los literarios, y no hablemos ya de los cinematográficos) cuentan con pasadizos secretos, que servían para pasar de una estancia a otra (a una reunión secreta, al encuentro con el amante) lejos de las miradas inquisitoriales de familiares y sirvientes. Habitualmente no son ni localizables ni visitables, pero en Bran pudimos utilizar no de ellos (lo mejor de toda la visita); una escalera que comunica la primera planta con la tercera.



La biblioteca está decorada en un estilo ecléctico, según los gustos de la reina María.


La loggia se transformó en comedor veraniego durante el periodo de entreguerras. Los comensales podían refrescarse aquí con el aire procedente de las cercanas montañas, y combatir así el tórrido verano continental.


La terraza fue construida en el viejo ático de madera durante los trabajos de restauración acometidos durante los años '20 y '30. Desde aquí se puede ver el lado sur de la antigua aduana y la vieja carretera comercial protegida por un muro defensivo. Los centinelas de la fortaleza podían vigilar el área que se extiende entre los montes Bucegi y las montañas de Piatra Craiului.


No podía faltar la réplica del famoso cuadro anónimo de Vlad III, conservado en el castillo de Ambrass en el Tirol.

Así como el diablo evita el agua bendita, haga lo propio con el castillo de Bran (Törzburg), al sur de Brasov. El castillo, levantado en el siglo XIII por la Orden de Caballeros Teutones y reconstruido por los ciudadanos de Kronstadt (Brasov), corresponde con tal exactitud al cliché de los castillos de Drácula que ni siquiera los turistas norteamericanos lo aceptan como residencia del príncipe Vlad Tepes. Elguía para extranjeros muestra el dormitorio de Drácula, amueblado con una voluminosa cama con un dosel rococó que provoca la risa general; el filme y la realidad se superponen.
Ralf Peter Martin.
Los Drácula.
Vlad Tepes, el Empalador y sus antepasados.

Ni de lejos es este el castillo más hermoso que hayan visto mis ojos. Demasiada gente. Una prostitución de la historia al servicio del señor supremo: el dinero. Demasiada gente subiendo por las escaleras a la caza del vampiro. No se si entre los conocimientos de Van Helsing estaba la historia medieval de los Balcanes. Si es así, el reputado erudito neerlandés sabía de sobra que Rumanía puede presumir de príncipes y caudillos medievales más valiosos que Vlad III: Basarab I, Mircea cel Batran, Stefan cel Mare, Janos Hunyadi, superaron con creces las habilidades políticas y militares de Drácula. No obstante Vlad Tepes tuvo que medirse con un fantástico adversario: Mehmet II.


De la roca emerge la fortaleza (mucha fama y pocas nueces). Los alrededores del castillo convertidos en un lucrativo parque de atracciones. En las salas es omnipresente la figura de la reina María (turbadoramente hermosa en todos los sentidos). Nada hay aquí del famoso Empalador, pero llegó a ser – por deseo expreso del conducator Ceaucescu – el castillo oficial del Conde Drácula. La historia convertida en una pantomima. Cientos de visitantes deambulan, cámara en mano, como zombies descerebrados (yo mismo entre ellos), por las interesantes dependencias del castillo.


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