martes, 21 de abril de 2020

ABIDOS Y SAQQARA, PRIMERAS NECRÓPOLIS.




Las primeras capitales de Egipto fueron Tinis y Menfis, y cada una de ellas tuvo su necrópolis: Abido y Saqqara. Existe una explicación de índole religiosa para ello. La tradición ancestral en Abidos estaba basada en el culto a Osiris, mientras que en Saqqara se estaba creando desarrollando una nueva concepción a partir de la doctrina solar de la cercana Heliópolis. En Abido se enterraron los soberanos predinásticos (antecesores de los reyes históricos) pero hoy sabemos que los faraones de la Dinastía I también fueron sepultados en Abidos y no en Saqqara. Las grandes tumbas de Saqqara pertenecían a los nobles que sirvieron a estos reyes. Algunos de estos nobles eran muy poderosos e intentaban emular a sus señores y tener enterramientos asociados a su tumba.

En el sur, Abydos siguió siendo el principal centro de culto y se ha sugerido que fue durante la I Dinastía cuando los pequeños asentamientos predinásticos, que han dejado unas pruebas arqueológicas más efímeras, fueron reemplazados por una ciudad construida con ladrillo. Los reyes de la I Dinastía fueron enterrados en esta ciudad, otro indicio de los orígenes altoegipcios del Estado.
Kathryn A Bard.
Historia del Antiguo Egipto. Oxford. Edición de Ian Shaw.

Lo que es claramente visible en el cementerio de Abydos es la ideología de la realeza, tal cual está representada en el culto mortuorio. El desarrollo de la arquitectura monumental simbolizó un orden político a una escala desconocida hasta entonces, con una religión estatal encabezada por un dios-rey mediante la cual se legitimaba el nuevo orden político. Gracias a la ideología y su forma simbólica material, manifestada en las tumbas, unas creencias relativas a la muerte ampliamente difundidas pasaron a reflejar la organización social jerárquica de los vivos y del Estado controlado por el rey: una transformación del sistema de creencias motivada políticamente y que tuvo consecuencias directas en el sistema socioeconómico. Al rey se le concede el enterramiento más elaborado, símbolo de su papel como mediador entre los poderes del más allá y sus súbditos difuntos, mientras que la creencia en un orden terrenal y cósmico proporcionaría al Estado del Dinástico Temprano una cierta cohesión social.
Kathryn A Bard.
Historia del Antiguo Egipto. Oxford. Edición de Ian Shaw.

Durante estos primeros tiempo se practicaban los sacrificios humanos. La mastaba real estaba rodeada por un muro y alrededor de éste se iban disponiendo las tumbas subsidiarias. En estas se han hallado restos de mujeres que formaban parte del harén real, cortesanos, enanos, sirvientes e incluso los perros favoritos del rey: todos fueron sacrificados, y formaron el séquito de su señor en el más allá. Alrededor de la tumba de Dyer había hasta 338 tumbas subsidiarias de miembros del séquito real.

Nancy Lowell, que ha estudiado los esqueletos de algunas de esas tumbas subsidiarias, sugiere que sus dientes presentan pruebas de muerte por estrangulación. Es posible que funcionarios, sacerdotes, criados y mujeres de la casa real fueran sacrificados para servir al rey en la otra vida.
Kathryn A Bard.
Historia del Antiguo Egipto. Oxford. Edición de Ian Shaw.


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