Los hombres siempre han
disputado las tierras, han tratado en vano poseerlas. Unos se dedican
a defender la suya (a la que llaman patria), mientras que otros (más
ambiciosos) pretenden conquistarla. Thocomerius (conquistador o
heredero) fue, con toda probabilidad, el primer voivoda que tuvo el
dominio de una Valaquia integral y unida (sobre los territorios
adyacentes al río Olt). Este príncipe o voivoda, cuyo nombre ha
sido interpretado como búlgaro latinizado o bien de origen cumano, y
según un documento del rey húngaro Carlos Roberto I (de Anjou),
gobernó sobre las tierras que habían pertenecido (por separado) a Litovoi (al oeste del Olt) y a Seneslau (al oriente del mismo río).
Algunos historiadores
vinculan (y/o identifican) de forma poco clara y convincente a este
Thocomerius, con el legendario Negru Voda (o Radu Negru). En tiempos primigenios,
cuando se gestan las naciones y estados, los nombres y los hombres se
superponen, se funden de tal forma que no es posible bosquejar la
personalidad de ninguno de ellos, establecer con precisión su campo
de acción, ni mucho menos, separar lo histórico de lo legendario,
lo importante de lo accesorio (cuando lo segundo se convierte en lo
primero). Nos movemos en terrenos resbaladizos y recurrimos a estos
nombres (más que simples hombres) para sentirnos más seguros y
encarar con más propiedad (y garantías de éxito) la construcción
(que no reconstrucción) del pasado histórico.
Litovoi, Seneslau,
Thocomerius o Negru Voda, todos inscribieron su nombre (con letras de
oro) en el libro de la nación valaca, y todos son, de una manera más
o menos directa, ancestros del auténtico primer voivoda real,
histórico e independiente que merece ostentar tal título, el hijo
de Thocomerius, Basarab I, conocido como “el Fundador”.
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