Sirmión, joya de penínsulas e islas,
bañada por los dos Neptunos
con lagos cristalinos y ancho mar,
¡con qué placer y alegría vuelvo a
verte,
cuando me parece mentira haber dejado
atrás
las llanuras de Bitinia y volver a
verte sano y salvo!.
¿Hay mayor felicidad que estar libre
de preocupaciones,
cuando el alma deja su carga y,
fatigados
de un largo viaje, llegamos a nuestro
hogar
y descansamos en nuestro añorado
lecho?
Este único placer compensa todas las
fatigas.
¡Salud, querida Sirmión, alégrate
con tu dueño!
¡Alegraos también vosotras, aguas
cristalinas del lago,
y reid cuantas risas haya en casa!
Catulo, Poesías, 31.
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