90 Numancia es rodeada con un muro
No mucho después,
estableció dos campamentos muy próximos a Numancia y puso al frente
de uno de ellos a su hermano Máximo, en tanto que él en persona se
encargaba del otro. A los numantinos, que con frecuencia salían
fuera de la ciudad en orden de combate y le provocaban a la lucha, no
les hacía caso alguno, porque consideraba más conveniente cercarlos
y reducirlos por hambre que entablar un combate con hombres que
luchaban en situación desesperada. Y después de establecer siete
fuertes en torno a la ciudad, (comenzó) el asedio y escribió cartas
a cada una (de las tribus aliadas indicando el número de tropas) que
debían enviar. Tan pronto como llegaron, las dividió en muchas
partes y también subdividió a su propio ejército. A continuación,
designó un jefe para cada una de esas partes y ordenó rodear la
ciudad de una zanja y una empalizada. La circunferencia de Numancia
era de veinticuatro estadios, y aquélla de los trabajos de
circunvalación, de más del doble de esa cifra. Todo este espacio de
terreno fue dividido y asignado a cada una de esas partes y se les
ordenó que, si los enemigos lanzaban un ataque contra un punto
determinado, se lo indicaran con una señal; durante el día, con un
trapo rojo colocado sobre la punta de una alta pica, y de noche, con
fuego, a fin de que, tanto él como Máximo, pudieran ayudar a los
necesitados corriendo junto a ellos. Una vez que tuvo adoptadas todas
las medidas y podía ya rechazar eficazmente a los que trataban de
impedirlo, cavó otro foso detrás, no lejos de aquél, lo fortificó
con una empalizada y construyó un muro de ocho pies de ancho y diez
de alto sin contar las almenas. Erigió torreones a lo largo de todo
este muro, a intervalos de cien pies. Como no le fue posible
prolongar el muro de circunvalación alrededor de la laguna
adyacente, la rodeó de un terraplén de igual anchura y altura que
las de la muralla para que sirviera a manera de muralla.
91 Corte de las comunicaciones por el
río.
De este modo, Escipión
fue el primero, según creo, que cercó con un muro a una ciudad que
no rehuía el combate. El río Duero fluía a lo largo del cinturón
de fortificaciones y resultaba de mucha utilidad a los numantinos
para el transporte de víveres y para la entrada y salida de sus
hombres. Éstos, buceando o navegando por él en pequeños botes,
pasaban inadvertidos o bien lograban romper el cerco con ayuda de la
vela, cuando soplaba un fuerte viento, o sirviéndose de los remos a
favor de la corriente. Como no podía unir sus orillas por ser ancho
y muy impetuoso, construyó dos torreones, en vez de un puente, uno
en cada orilla y desde cada uno colgó, con cuerdas, grandes tablones
de madera que dejó flotar a lo ancho del río, y que llevaban
clavados numerosos dardos y espadas. Estos tablones, entrechocando
continuamente, debido a la corriente que se precipitaba contra las
espadas y los dardos, no permitían pasar a ocultas ni a quienes lo
intentaban nadando, sumergidos o en botes. Y esto era lo que en
especial deseaba Escipión que, al no poder establecer contacto nadie
con ellos ni tampoco entrar, no tuviesen conocimiento de lo que
sucedía en el exterior. De este modo, en efecto, llegarían a estar
faltos de provisiones y de material de todo tipo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario