Durante la Plena Edad
Media, el periodo cronológico donde surge la monarquía feudal en
Europa, el rey no podía reinar sin el apoyo de la nobleza,
simplemente era un “primus inter pares”, un primero entre
iguales, y para el ejercicio del poder necesitaba mantener el
equilibrio entre todos ellos. Han pasado varios siglos desde aquello,
pero algunas cosas (aunque parezca lo contrario) no han cambiado en
lo sustancial; en la actualidad los gobernantes tampoco pueden
desempeñar el poder sin el soporte de la nueva aristocracia. Ahora
la aristocracia no depende de la sangre, sino del dinero. Banqueros,
grandes empresarios (no confundir con el ciudadano humilde y
emprendedor que bastante tiene con lo que tiene) y medios de
comunicación conforman esa nobleza. En la Edad Media el rey debía
someterse a los caprichos y arbitrios de la Alta Nobleza (y por
supuesto del Clero). Si un noble necesitaba ayuda o protección el
monarca debía acudir en su ayuda, tal como hacen actualmente
nuestros políticos doblegándose ante los empresarios, salvando a
los banqueros, riéndole las gracias a los periodistas y dejando al
pueblo con el culo al aire.
Hace años que murió la
Sociedad Estamental (en 1789, 1812, o cuando ustedes prefieran) y los
derechos señoriales (incluyendo la pernada) fueron abolidos, pero en
el fondo, seguimos viviendo como siervos (y vasallos en el mejor de
los casos). La mayoría rendimos vasallaje a los bancos (los señores)
que nos conceden un pequeño feudo (llámase hogar), una viviendo en
usufructo (en la práctica nunca llega ser nuestra del todo, pues
nunca dejamos de contribuir por ella) y nosotros pagamos una renta
(casi) vitalicia. Del mismo modo que sucedía con los siervos de la
Edad Media, no podremos abandonarla cuando nos plazca, si no contamos
con el beneplácito del señor. Y si morimos antes de tiempo,
nuestros descendientes tampoco podrán abandonar la tierra antes de
saldar la deuda.
En algo si que hemos
mejorado (y mucho), los señores feudales no nos convocan para ir a
la guerra, simplemente nos piden introducir una papeleta en una
cajita cada cuatro años, y de esta manera queremos sentirnos
participativos y libres. Cambiamos los blasones de nuestros señores
por los colores de nuestro partido, los estandartes por la zamarra de
nuestro equipo y el feudalismo por el capitalismo.
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