martes, 10 de junio de 2025

CLASSE, ANTIGUO PUERTO DE RÁVENA.

 


Classe o Civitas Classis, era el antiguo puerto de la ciudad de Rávena, una base permanente para la flota imperial romana. Situado en las lagunas internas que rodean Rávena, era un puerto natural muy seguro. Para llegar al mar los romanos construyeron un canal hasta el Adriático.




En la basílica de San Apolinar Nuovo, en el centro histórico de Rávena (junto a las ruinas del Palacio de Teodorico) se custodia un mosaico de Classe y su puerto, con la apariencia que debían tener en algún momento de la Antigüedad Tardía.


Hasta la invención de la locomotora de vapor, una de las grandes innovaciones, y elemento clave de la Revolución Industrial, y la posterior construcción de miles de kilómetros de vías férreas, eran los medios líquidos – ríos, mares, lagos – las principales vías de comunicación. El volumen mayoritario de intercambios comerciales, especialmente los de larga distancia, se realizaban a través de los transportes marítimo y fluvial. Por este motivo era fundamental contar con buenos puertos para auspiciar el crecimiento del comercio y mantener contactos y comunicaciones entre las regiones. Rávena contaba con el puerto de Classe, situado a unos seis kilómetros del núcleo urbano. Fundado como puerto militar en tiempos del emperador Augusto, alcanzó gran importancia durante el Bajo Imperio, y entre los siglos VI y VII fue el puerto más grande y activo de toda la costa adriática italiana. Classe fue a Rávena lo que Ostia a Roma.




En la actualidad, el monumento que centra todo el interés de los que llegamos hasta aquí es San Apolinar in Classe. La basílica romana transformada en templo cristiano.



Silencio (casi) sepulcral. Las chicharras ponen la banda sonora a una tarde estival mediterránea.




En el altar San Apollinare sustituyó a Augusto. Los cristianos modificaron las funciones de la basílica convirtiéndola en la base de la iglesia medieval.




Justiniano ordenó la conquista de estas tierras y arquitectos y artistas bizantinos levantaron este precioso edificio.



Construida en el siglo VI en honor de san Apolinar, primer obispo de Rávena. Tres naves, la central más alta y ancha que las laterales, y un ábside ornamentado con vistosos mosaicos.




La separación de naves se materializa con arcadas de medio punto que se sustentan en columnas de base cuadrada. El que durante nuestra visita el edificio esté vacío le otorga un aspecto de grandiosidad.



Los maestros de la musivaria elaboraron espectaculares mosaicos que recubren el ábside. La luz del Sol, como Dios mismo, ilumina las brillantes teselas de oro. Maravillas artísticas de la Antigüedad Tardía.



Una cruz de gran tamaño enmarcada en un circulo y el santo Apolinar con los brazos elevados presiden el conjunto que decora el ábside.






Colección de sarcófagos datados entre los siglos IV al VIII.


"El centro creador de esta iconografía es probablemente Palestina. El arte de Rávena, único de esta época que presenta un grupo de obras bastante importante para permitir un análisis de estilo monumental, acaso refleja el arte de la corte bizantina. Apresurémonos, no obstante ,a decir que esta afirmación contiene una gran parte de hipótesis. En la misma Constantinopla no se han conservado imágenes figuradas de esta época, así es que no podemos concluir su existencia más que por deducciones'. El arte y el hombre. Dir. René Huyghe.



San Apolinar está situado en el centro de un prado verde, ataviado con la casulla eucarística del sacerdote oficiante. Los seis corderos de ambos lados simbolizan a los Doce Apóstoles.



Otros tres corderos, con los rostros dirigidos hacia la cruz central, simbolizan a Pedro, y a los hermanos Juan y Santiago, testigos de la Transfiguración. San Mateo cuenta en su evangelio que Cristo los condujo a una montaña alta y se transfiguró en su presencia. Y en lo alto aparecieron Moisés y Elías hablando con Él. En el mosaico ambos profetas emergen de las nubes y la gloria de Cristo se expresa mediante una cruz inscrita en un disco de un profundo azul tachonado de estrellas.



En lo más alto surge la mano de Dios Creador entre las nubes. Este esquema global carece de antecedentes iconográficos y no volvió a repetirse.


"En realidad, el arte bizantino no es producto de una ciudad ni de una región determinadas. Es resultado de una evolución del arte grecorromano, cuyas causas son múltiples a nuestro parecer". El arte y el hombre. René Huyghe.




Desde el 2012 cinco búfalas dirigen sus pesados pasos hacia el Monumento Patrimonio de la Humanidad, una obra del artista Davide Rivalta. Las esculturas pacen tranquilamente ante la mirada de los visitantes que se acercan para posar junto a ellas.






El búfalo de agua se cría (fundamentalmente) en la región italiana de la Campania desde aproximadamente el siglo XI. Encontramos búfalos en otras regiones europeas, como la llanura húngara. La leche de estas búfalas es el ingrediente principal de uno de los quesos italianos más famosos, la mozzarella.



La literatura y la pintura se funden en Classe con la bella arquitectura. En los pinares que rodean la ciudad situó Bocaccio una de los relatos de su Decamerón, la historia de Nastaglio degli Onesti. Paseando, triste y melancólico, por estos lares, tuvo el protagonista Nastaglio una horrenda visión; una joven muchacha desnuda perseguida por dos perros y un caballero.




El caballero alcanza a la joven, le extraer el corazón del cuerpo y se lo lanza a los perros para que lo devoren. Inmediatamente la escena vuelve a repetirse como una condena sin fin. La joven y el caballero son fantasmas que sufren castigo eterno, ella por tratarlo con desdén, y él por suicidarse. El artista del Renacimiento Sandro Botticelli realizó una serie de cuatro cuadros narrando la historia completa. Tres de ellos se exponen en el Museo del Prado en Madrid.



Classe es la antesala, o el epílogo, perfecto de una visita a Rávena.

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