miércoles, 14 de octubre de 2015

BATALLA DE ANKARA. EL DÍA QUE LOS MONGOLES CASI DESTRUYEN EL IMPERIO OTOMANO.



Tras la victoria en Kosovo (1389) los turcos, comandados ahora por Bayaceto I “el Rayo”, avanzaban hacia Hungría, pero un grave peligro amenazaba en la retaguardia, y obligo a los turcos a detener la marcha, dar media vuelta y defender su propia tierra; nos referimos a Tarmelán que había arrasado Asia Central y ahora hacía los mismos en Anatolia.


El choque brutal entre turco y mongoles (en el fondo hermanos de raza) tuvo lugar en la llanura de Ankara el 20 de julio del año 1402, y aunque la victoria fue para los señores de las estepas, el combate resultó tan duro y sangriento, que a Tarmelán (Timur Lang – Timur el Cojo) se le quitaron las ganas de continuar avanzado hacia Occidente. Eso sí, se llevó un suculento trofeo: el propio sultán Bayaceto.

Tarmelán ordenó envenenar los pozos y cuando los turcos llegaron al campo de batalla se encontraban en un estado lamentable. El tiempo que necesitaron los turcos para descansar fue aprovechado por el caudillo mongol para despegar su poderoso ejército, situando en el frente a los impresionantes elefantes de la India. El ejército de Bayaceto contaba con tropas serbias mandadas por su cuñado Stefan Lazarevic (curiosamente los padres de ambos se enfrentaron y murieron en Kosovo), aunque esta ayuda fue inútil. Los mongoles desbordaron a los turcos, y aunque el bravo sultán resistió junto a sus jenízaros hasta la caída de la noche, la derrota fue total. Bayaceto cayó prisionero del caudillo mongol. 

Tras la derrota en Ankara, el Imperio Otomano parecía abocado a su fin, pero la fortaleza se mide por el número de veces que somos capaces de levantarnos tras la caída. Y el turco volvió a ponerse en pie. 




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