lunes, 26 de octubre de 2015

JENÍZAROS, FLOR Y NATA DEL EJÉRCITO OTOMANO.


Consumados arqueros, expertos en el arte de la esgrima, los jenízaros, flor y nata del ejército otomano, guardia pretoriana leal al sultán, formaban en batalla, un sólido frente, prácticamente imposible de romper. Este cuerpo, auténtica élite del ejército turco durante siglos, estuvo considerado una de las mejores infanterías de toda Europa. Un modelo de disciplina táctica para los ejércitos occidentales a partir del siglo XVI. 


Desde mediados del siglo XIV los turcos se fueron convirtiendo en una potencia de primer orden en Europa Centro Oriental. En un principio en sus ejércitos la élite social luchaba a caballo, pero esto planteaba algunos problemas, como cuando debían iniciar un asedio, combatir contra las recias armaduras de los caballeros europeos o maniobrar en terrenos complicados. Por otro lado, es probable que los turcos quedaran impresionados con la efectividad de los famosos almogávares, a los que vieron combatir en el Oriente Mediterráneo. Fuera como fuese, el caso es que en 1330 Orhán I creó el cuerpo de los jenízaros – yeni ceri o soldados nuevos – a partir de mil prisioneros cristianos a los que se les dio a elegir; ser vendidos como esclavos o convertirse al Islam y luchar por el sultán. A partir de 1362 estos jenízaros comenzaron a ser reclutados mediante un sistema de leva forzosa; devshirme


Concebidos como un ejército antifeudal, para contrarrestar el creciente poder de la aristocracia de rancio abolengo, los jenízaros combatían a pie. Se protegían con una armadura de láminas (más ligera que la europea) y eran expertos arqueros, capaces, tras un duro entrenamiento, de lanzar entre 20 y 25 flechas por minuto. Para la lucha cuerpo a cuerpo utilizaban el sable curvo, la lanza y el hacha. Tenían un modo de luchar defensivo, y según la índole de la posición, cavaban trincheras, elevaban trincheras o sembraban el campo de estacas (como en la batalla de Nicópolis 1396). En las batallas campales mantenían la posición en el centro, para fortalecer la infantería y cuando la caballería enemiga cargaba, los jenízaros la cubrían con una interminable lluvia de flechas (en el momento preciso la caballería turca lanzaba el contragolpe). En la batalla de Varna (1444) los jenízaros fueron capaces de resistir la carga de la caballería húngara preparando el terreno para la victoria turca. 


Otro de sus cometidos era lanzar el asalto definitivo a las ciudades asediadas, como en la conquista de Constantinopla.


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