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domingo, 3 de enero de 2016

MEHTERHANÉ, UNA BANDA SONORA PARA LA GUERRA.



Desde el origen mismo de la guerra, los combatientes marchaban al campo de batalla al son que marcaban los tambores o las cuernas. Con el tiempo la música fue incorporada como un elemento más del mundo militar y los ejércitos desfilan acompañados por sus bandas. Y el primero de esos ejércitos que contó con una banda de música permanente fue el otomano.


Mehter era una unidad especial dentro de la élite del ejército, los jenízaros, y desempeñaban dos funciones; montar la tienda del estado mayor (incluida la del sultán) y disponer de una orquesta cuya música simbolizara el poder del soberano. Existen referencias a mehterhané otomanas desde finales del siglo XIII y entre los instrumentos que tocaban podemos enumerar tambores, clarinetes, triángulos, platillos, crótalos, timbales de guerra y bombos.


A la hora de entrar en batalla los timbales y clarinetes avanzaban en vanguardia, la música estimulaba el espíritu combativo de las tropas otomanas, y el estruendo también amedrentaba al enemigo, insuflando el miedo en el ánimo del enemigo. En los momentos más solemnes los músicos vestían de gala, colocaban los timbales sobre camellos (o elefantes) y desfilaban al tiempo que lanzaban proclamas orales al estilo “Rahim Allah”.


Especialistas griegos y armenios eran los encargados de fabricar los instrumentos, mantenerlos y custodiarlos en unas estancias cercanas a Topkapi. Esta música “alla turca” influyó en la música militar europea, como en las bandas militares de Napoleón y en composiciones como las famosas “Marchas turcas” de W.A. Mozart y de Beethoven.


lunes, 9 de noviembre de 2015

SOLIMÁN I "EL MAGNÍFICO"



Solimán I, hijo de Selim I, se mantuvo más de cuatro décadas en el poder (1520 – 1566), sumó a las conquistas de su padre, todo el esplendor cultural, ayudado por su arquitecto predilecto Sinan. Modernizó el gobierno, al tiempo que sus ejércitos se abrían paso hacia Poniente a golpe de masa. Y aunque en Occidente nos gusta llamarle “el Magnífico”, para los turcos es Solimán Kanuni, es decir, “el legislador”.

Perfeccionó la estructura y la operatividad del cuerpo de jenízaroes y los convirtió en el núcleo duro de sus ejércitos. Además consiguió la superioridad naval en el mar Mediterráneo. Sus victoriosas campañas parecía que no iban a tener fin, se extendió por Asia, en 1521 tomó Belgrado (una vieja aspiración) que convirtió en base de operaciones para lanzarse sobre Hungría. En 1526 aplastó a los húngaros en la batalla de Mohacs, ocupó Buda y sitió Viena apoyado por los reformistas y el rey de Francia, que estaban en guerra abierta contra el emperador Carlos V. La bella ciudad imperial se salvó de milagro, y fue el único fracaso reseñable en el currículum de Solimán. Como tantos otros guerreros, Solimán murió en el año 1566 durante una campaña en tierras húngaras.


Solimán creo el cuerpo de inválidos para atender a los jenízaros imposibilitados por heridas o por la vejez, y su reputación llegó a ser tan grande que, Francisco I, prisionero en Madrid tras su derrota en la batalla de Pavía, le escribió pidiendo auxilio. La respuesta del sultán no estuvo exenta de ingenio: “es propio de reyes y soberanos el ser hoy ricos y poderoso y hallarse mañana en cautiverio”.  

sábado, 7 de noviembre de 2015

MEHMET II



Mehmet II Fatih, se consideraba el próximo Conquistador del Mundo. Un auténtico hombre de estado del Renacimmiento, valiente, poco escrupuloso, culto y cruel. Mehmet fue nombrado sultán siendo casi un niño, poco más que un adolescente, cuando su padre Murad II, un tanto agotado de ejercer, decidió abandonar el poder. Sin embargo, para vestir de dramatismo su historia personal, los acuciante problemas obligaron a Murad II a retomar el poder, y a Mehmet solo le quedaba esperar, observar y aprender de la experiencia de su padre. Muerto Murad II, Mehmet puso todo su empeño en someter, de una vez y para siempre, al cuasi eterno Imperio Bizantino.

Tomó Constantinopla, fortaleció el poder turco en Europa y lo gobernó con mano firme. Reorganizó la administración estatal, se apoyó en los jenízaros para reforzar la autoridad imperial y tenía su cabeza un ambicioso proyecto imperial, integrar en un inmenso estado a turcos, mongoles, cristianos y musulmanes.

Después de su éxito en Constantinopla y aprovechando el terrible impacto, anexionó Grecia, completó la conquista de Serbia a pesar de su derrota ante las puertas de Belgrado (cuya defensa dirigió Janos Hunyadi), y sometió con éxito Valaquia (con Vlad III como enemigo y aliado) y Albania (aunque solo tras la muerte de Jorge Castriota “Skanderbeg”). Como colofón proyectó invadir Italia y disponía incluso de una base de operaciones en Otranto, tomada después de una audaz campaña, pero el fracaso en el intento de conquistar la isla de Rodas frustró este ambicioso sueño.

Mehmet II, una mente inquieta, poseía una educación excepcional, era políglota (era capaz de hablar árabe, persa, hebreo, griego y latín), cultivaba por igual aficiones literarias e intereses científicos, y encargó la construcción de un lujoso palacio, Topkapi. Poco después del revés en Rodas, el sultán conquistador murió, posiblemente envenenado, por su médico Yakub Pasa, que trabajaba para los venecianos. Como castigo fue linchado por los fieles jenízaros. En el momento de su muerte, Mehmet era el sultán más grande de su glorioso linaje.


martes, 3 de noviembre de 2015

SIPAHIS, CABALLEROS FEUDALES OTOMANOS.



La espina dorsal de la caballería otomana estaba formada por los sipahis, una suerte de caballero feudal. Estos sipahis recibían un feudo en virtud de sus méritos, en este caso la nobleza de cuna no era un motivo legal para heredar uno de estos feudos. Y de acuerdo con la envergadura de las tierras entregadas, el sipahi estaba obligado a aportar un determinado número de caballeros armados. Obligados a acudir a la llamada de guerra, si hacían caso omiso, perdían su feudo. No tenían permitido ni vender, ni donar, ni legar a sus herederos el feudo. Los hijos de los grandes señores recibían al principio un pequeño feudo para poner a prueba sus aptitudes militares y su lealtad. El albanés Jorge Castriota, caballero sipahi, desertó del ejército del sultán después de combatir en varias ocasiones para él y reclamó para si el principado de su padre – Gjon Castriota – que había sido fragmentado en pequeños feudos. 

Los sipahis eran un efectivo cuerpo de caballería moderno y muy superior a los anquilosados caballeros pesados de la Europa Occidental. Armados con maza y arco, eran capaces de realizar complejos movimientos, desplegarse y reagruparse sin perder nunca la cohesión. Se complementaban perfectamente con los jenízaros. En batalla cubrían los flancos y estaban destinados a la ofensiva, una vez que los jenízaros habían desbaratado el ataque enemigo. Las dos alas sipahis penetraban entre los caballeros previamente contenidos por las flechas de los jenízaros y tenían el privilegio de decidir el resultado definitivo de la batalla. Otro de sus cometidos era lanzar el asalto definitivo a las ciudades asediadas, como en la conquista de Constantinopla. 



sábado, 31 de octubre de 2015

AKINDSCHIS, CABALLERÍA LIGERA OTOMANA.



Rápidos jinetes, armados con espada, escudo, una lanza y una maza, campaban a su anchas y lanzaban mortíferos ataques en el lugar menos esperado por los incautos enemigos cristianos. Akindschis es el nombre de la caballería turca dedicada a merodear, la rapiña, a rápidas incursiones y a la guerra de guerrillas. Era una cuerpo irregular, reclutado entre los capas menos favorecidas de la sociedad y se trataba del último vestigio de la ancestral caballería de las estepas. Formaban con sipahis y jenízaros la base del poderoso (y por momentos imbatible) ejército otomano. 

Se organizaban en unidades de diez, cien y mil efectivos, y en campañas de gran envergaduua, actuaban como avanzadilla del ejército principal, aseguraban puentes y capturaban prisioneros para interrogarlos. Tremendamente eficaces, su fuerza consistía en la rapidez con que penetraban en los territorios cristianos fronterizos. Combatían por dos motivos; la guerra santa y el botín (no recibían un sueldo). Los ejércitos cristianos que se enfrentaban con los turcos no disponían de unidades de este tipo. Cuando la caballería pesada nobiliaria lograba alcanzar el campo de batalla, los rápidos akindschis ya habían regresado a su campamento después de haber saqueado los campamentos enemigos. 


lunes, 26 de octubre de 2015

JENÍZAROS, FLOR Y NATA DEL EJÉRCITO OTOMANO.


Consumados arqueros, expertos en el arte de la esgrima, los jenízaros, flor y nata del ejército otomano, guardia pretoriana leal al sultán, formaban en batalla, un sólido frente, prácticamente imposible de romper. Este cuerpo, auténtica élite del ejército turco durante siglos, estuvo considerado una de las mejores infanterías de toda Europa. Un modelo de disciplina táctica para los ejércitos occidentales a partir del siglo XVI. 


Desde mediados del siglo XIV los turcos se fueron convirtiendo en una potencia de primer orden en Europa Centro Oriental. En un principio en sus ejércitos la élite social luchaba a caballo, pero esto planteaba algunos problemas, como cuando debían iniciar un asedio, combatir contra las recias armaduras de los caballeros europeos o maniobrar en terrenos complicados. Por otro lado, es probable que los turcos quedaran impresionados con la efectividad de los famosos almogávares, a los que vieron combatir en el Oriente Mediterráneo. Fuera como fuese, el caso es que en 1330 Orhán I creó el cuerpo de los jenízaros – yeni ceri o soldados nuevos – a partir de mil prisioneros cristianos a los que se les dio a elegir; ser vendidos como esclavos o convertirse al Islam y luchar por el sultán. A partir de 1362 estos jenízaros comenzaron a ser reclutados mediante un sistema de leva forzosa; devshirme


Concebidos como un ejército antifeudal, para contrarrestar el creciente poder de la aristocracia de rancio abolengo, los jenízaros combatían a pie. Se protegían con una armadura de láminas (más ligera que la europea) y eran expertos arqueros, capaces, tras un duro entrenamiento, de lanzar entre 20 y 25 flechas por minuto. Para la lucha cuerpo a cuerpo utilizaban el sable curvo, la lanza y el hacha. Tenían un modo de luchar defensivo, y según la índole de la posición, cavaban trincheras, elevaban trincheras o sembraban el campo de estacas (como en la batalla de Nicópolis 1396). En las batallas campales mantenían la posición en el centro, para fortalecer la infantería y cuando la caballería enemiga cargaba, los jenízaros la cubrían con una interminable lluvia de flechas (en el momento preciso la caballería turca lanzaba el contragolpe). En la batalla de Varna (1444) los jenízaros fueron capaces de resistir la carga de la caballería húngara preparando el terreno para la victoria turca. 


Otro de sus cometidos era lanzar el asalto definitivo a las ciudades asediadas, como en la conquista de Constantinopla.


miércoles, 21 de octubre de 2015

EL DEVSHIRME.



El “devshirme” era una institución turca otomana desarrollada en época de Murad II, encaminada a crear una guardia de corps completamente leal al Sultán y a la Sublime Puerta. El devshirme se basaba en el reclutamiento forzoso de jóvenes cristianos destacados, hijos de vasallos y de príncipes, de señores y de campesinos sometidos, originarios principalmente en los Balcanes. Estos jóvenes cristianos eran separados de su familia, trasladados a territorio turco, convertidos al Islam, instruidos e incorporados al ejército. Algunos de ellos ganaron gran reputación luchando, paradójicamente, contra el turco, como el infame Vlad el Empalador , o el señor albanés Jorge Castriota "Skanderbeg" .... otros por el contrario prestaron grandes servicios al Imperio. Obligados a jurar fidelidad vitalicia, eran utilizados para contrarrestar el creciente poder de la abolenga aristocracia turca. Mehmet II, sin ir más lejos, se apoyó en ellos para enfrentarse a sus enemigos íntimos, y de paso fortalecer su poder. 

Cada cinco años, los muchachos cristianos entre diez y quince años debían presentarse ante los funcionarios que realizaban la selección en la zona europea. Los más cualificados eran elegidos para el servicio, y el número solía oscilar entre 2.000 y 12.000, de acuerdo con las necesidades del momento. Los chicos seleccionados eran sometidos a un durísimo programa de integración total. Eran desvinculados de sus familias, aprendían turco, y según sus aptitudes (y actitudes) podían acceder a cualquier puesto de la corte, incluido el de Gran Visir. La mayoría se alistaban en el cuerpo de los jenízaros y pasaban a formar parte de la infantería más reputada de toda Europa.


miércoles, 14 de octubre de 2015

BATALLA DE ANKARA. EL DÍA QUE LOS MONGOLES CASI DESTRUYEN EL IMPERIO OTOMANO.



Tras la victoria en Kosovo (1389) los turcos, comandados ahora por Bayaceto I “el Rayo”, avanzaban hacia Hungría, pero un grave peligro amenazaba en la retaguardia, y obligo a los turcos a detener la marcha, dar media vuelta y defender su propia tierra; nos referimos a Tarmelán que había arrasado Asia Central y ahora hacía los mismos en Anatolia.


El choque brutal entre turco y mongoles (en el fondo hermanos de raza) tuvo lugar en la llanura de Ankara el 20 de julio del año 1402, y aunque la victoria fue para los señores de las estepas, el combate resultó tan duro y sangriento, que a Tarmelán (Timur Lang – Timur el Cojo) se le quitaron las ganas de continuar avanzado hacia Occidente. Eso sí, se llevó un suculento trofeo: el propio sultán Bayaceto.

Tarmelán ordenó envenenar los pozos y cuando los turcos llegaron al campo de batalla se encontraban en un estado lamentable. El tiempo que necesitaron los turcos para descansar fue aprovechado por el caudillo mongol para despegar su poderoso ejército, situando en el frente a los impresionantes elefantes de la India. El ejército de Bayaceto contaba con tropas serbias mandadas por su cuñado Stefan Lazarevic (curiosamente los padres de ambos se enfrentaron y murieron en Kosovo), aunque esta ayuda fue inútil. Los mongoles desbordaron a los turcos, y aunque el bravo sultán resistió junto a sus jenízaros hasta la caída de la noche, la derrota fue total. Bayaceto cayó prisionero del caudillo mongol. 

Tras la derrota en Ankara, el Imperio Otomano parecía abocado a su fin, pero la fortaleza se mide por el número de veces que somos capaces de levantarnos tras la caída. Y el turco volvió a ponerse en pie. 




miércoles, 29 de abril de 2015

ORHAN I



Orhan I, bey del recién nacido Imperio Otomano entre 1326 y 1359, hijo de Osmán I fundador de la dinastía Osmanlí y Otomana, y de la princesa turcomana Malhun Hatun, conquistó Bursa que convirtió en capital y suma a sus dominios Bitinia y Nicomedia. Orhan comenzó a organizar el estado turco otomano, estructuró la administración, creó una moneda propia y preparó el arma definitiva para las futuras conquistas: en poderoso ejército. Este ejército esta formado esencialmente por tres cuerpos: los akinci, una caballería ligera y tropa de choque, los sipahis, formada por caballeros feudales, y los jenízaros, guardia personal del emir y auténtico cuerpo de élite dentro del ejército. 

lunes, 16 de febrero de 2015

MURAD I



Murad I (o Amurates), de madre cristiana bizantina, llamado "el Divino" - Hüdavendigar - fue un activo y enérgico sultán (el primero en utilizar este título, abandonando el de emir) otomano, amante del lujo, que conquistó Tracia, Galípolis y Adrianópolis, que pasó a llamarse Edirne y se convirtió en capital, derrotó en batalla a servios y búlgaros, reorganizó el afamado cuerpo de los jenízaros (implantando el reclutamiento obligatorio entre los vasallos cristianos) y un complejo aparato burocrático inspirado en el bizantino, y que finalmente murió en la recordada batalla de Kosovo (1389). Su hijo Bayaceto I se proclamó sultán en allí mismo, con el cadáver de Murad todavía caliente. 
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