jueves, 28 de mayo de 2015

GRAVENSTEEN - CASTILLO DE LOS CONDES DE FLANDES.



La muralla, la iglesia (o catedral) y el castillo eran los elementos arquitectónicos que definían la ciudad medieval. La hermosa Gante ya no cuenta con murallas, pero a orillas del río Lys aún permanece en pie el castillo de los Condes de Flandes, en el interior del centro urbano.

A finales del siglo XII el conde Felipe de Alsacia, el hijo de Teodorico, construyó esta fortaleza en el centro de Gante, un lugar estratégico para controlar el río, la ciudad y sus gentes. A veces era necesario para estos nobles protegerse del propio pueblo. Un castillo que termina convirtiéndose en el símbolo del poder de los condes.


Un foso con agua rodea el castillo y recrea su aspecto original medieval, pues para su conservación ha sido necesario acometer la restauración de sus elementos.

Balduino I, primer conde, construyó aquí el primer fuerte para defender el asentamiento de los normandos, utilizando la madera para edificarlo. Las construcciones siguientes la piedra fue sustituyendo paulatinamente el maderamen otorgando mayor consistencia al castillo. Posiblemente la parte más antigua que se conserva sea la Torre del Homenaje, desde la que es posible divisar toda la ciudad.


Felipe de Alsacia, hijo de Teodorico, cuando regresó de las cruzadas, reconstruyó el castillo que adoptó la forma que conocemos en la actualidad. Desde este momento el castillo simbolizó la autoridad de los condes, puestos en duda en más de una ocasión por los ricos (y levantiscos) burgueses de Gante. Como el castillo no contaba con excesivos lujos, el conde Luis II, dedició trasladar su residencia a Hof ten Walle (el lugar donde nació el futuro Carlos V). El consejo de Flandes, mayor tribunal de la época, estableció en el castillo su sede.


Y como la imaginación es el alimento del alma humana podemos permitirnos el lujo de fabular. Teodorico de Alsacia, padre del constructor del castillo, trajo desde Tierra Santa, la Santa Sangre de Cristo y la depositó en Bruselas. Algunos años más tarde, Chretien de Troyes, un poeta francés, dedicó a Felipe su obra más famosa y enigmática, el Cuento del Grial. Un Felipe que viajó por oriente, peregrinó a Santiago y reconstruyó la fortaleza de Gante. A la luz de estos acontecimientos, permitimos a la fantasía volar libremente, e imaginar que el Santo Grial, la reliquia de las reliquias, bien pudo ser custodiada en este castillo antes de desaparecer definitivamente.


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