sábado, 23 de mayo de 2015

CASTILLO DE LA CONCEPCIÓN Y LA HISTORIA DE CARTAGENA.



El infante Alfonso arrebató Cartagena a los musulmanes. Sentado ya en el trono de Castilla, Alfonso X ordenó levantar una Torre del Homenaje en el Cerro de la Concepción, que en pocos años se transformó en un pequeño castillo, desde el cual se dominaba toda la ciudad y se controlaba el puerto, auténtico pulmón de la vida económica de Cartagena.


El Castillo de la Concepción fue un punto de suma importancia para la ciudad, como lugar estratégico hasta su abandono en el siglo XVIII. Desde principios del Tercer Milenio alberga un centro de interpretación de la milenaria historia de Cartagena.


Para el origen de los sistemas de abastecimiento de agua se han planteado dos hipótesis: su revestimiento de mortero hidráulico y su tipología hacen pensar en un origen romano, pero según otros planteamientos estos depósitos pudieron formar parte de una construcción defensiva levantada por los bizantinos.


En el año 209 a.C. el brillante general romano Publio Cornelio Escipión "el Africano" arrebató la ciudad a los cartagineses, empezando a inclinar a su favor los destinos de la Segunda Guerra Púnica. En época del primer emperador, Augusto, Cartago Nova experimentó una intensa transformación urbana, cuyo elemento más espectacular, y mejor conservado en la actualidad, es su teatro.

Aunque los visigodos destruyen la ciudad en el siglo VII, durante el periodo islámico irá recuperando poco a poco su importancia en el ámbito mediterráneo. Las fuentes árabes se refieren a Cartagena como Qartayana al - Halfa, la traducción del nombre latino-bizantino, Cartago Spartaria. Desde el siglo X, viajeros y geógrafos musulmanes destacan la importancia de su puerto.


En torno al Cerro de la Concepción, se asentaba la medina amurallada, muy próxima a la dársena. En la parte más alta se dispone el recinto fortificado más importante, la Alcazaba. Los textos hacen referencia a la existencia de mezquitas.

De los territorios dependientes de Cartagena se obtienen los recursos necesarios para el abastecimiento de la ciudad. Además el puerto permite la llegada de las más variadas mercancías. Al -Umari (ss XIII - XIV) escribe que "los víveres abundan en ella y siempre están a buen precio".

En el centro de interpretación se exponen una serie de reproducciones de armas y armaduras medievales.


Casco de tiras con nasal, siglos VI - X.


Yelmo de tonel de de calva plana del siglo XII.


Chapelina de los siglos XIII - XV.


Barbute o celete del siglo XV.


Capacete del siglo XIII.


Sugar loaf, siglos XII - XIV y cota de malla desde época romana hasta el siglo XVI.



En el año 1245 las huestes del infante don Alfonso (el futuro rey Alfonso X) conquistaron Cartagena. Algunos años después, en 1264, los pobladores de origen musulmán de todo el Reino de Murcia se rebelan ante la nueva situación política. Las tropas reales vuelven a tomar la ciudad y es en este momento cuando comienza el auténtico asentamiento cristiano.

A finales del siglo XIII, Jaime II de Aragón invade el adelantamiento murciano y Cartagena no se volverá a integrar en la Corona de Castilla hasta los Tratados de Torrellas- Elche (1304 - 1305).


Privilegio rodado de Fernando III concedido a Cartagena según el Fuero de Córdoba, el 16 de Enero de 1246 en Jaén.


Sello de Alfonso X como "Rey de Romanos", aspirante al Sacro Imperio, de 1266.


En el momento de su incorporación a Castilla, Cartagena queda, como el resto del Reino de Murcia, en un estado de frontera en permanente hostilidad con Granada, Aragón y el Norte de África. En la práctica esto se traduce en una vida llena de dificultades para los nuevos colonos cristianos. Por ello, las leyes que otorgan los reyes castellanos, los fueros de la ciudad, pretenden incentivar el asentamiento de población gracias a beneficios fiscales, y a la posibilidad de ascenso social y económico. El gobierno municipal es ejercido por el concejo que ejercía su jurisdicción sobre un amplio territorio.


La reinstauración del Obispado de Cartagena fue un proyecto de suma importancia para relanzar la influencia de la ciudad y beneficiarla de las ventajas que supone alojar al poderoso gobierno episcopal. La nueva diócesis abarcaba buena parte del sureste peninsular incluyendo toda la extensión del reino de Murcia. Pero pronto se hace patente la peligrosidad de la nueva sede y el proceso de despoblamiento, que se traduce en el traslado del obispo a la capital del reino en 1291.

Alfonso X, aspirante al trono imperial como hijo de Beatriz de Suabia, patrocinó en 1272, la creación de la Orden Militar de Santa María de España, con una clara vocación marinera y cuya sede conventual se instaló en Cartagena. Su puerto es un acceso privilegiado (y seguro) al mar Mediterráneo, desde el que se puede controlar todo el ámbito europeo.


El constante estado de beligerancia provoca que la mayor dedicación económica de los habitantes de Cartagena fuese la ganadería, pues siempre es posible poner a salvo los rebaños detrás de las muralla. Además, la situación desértica convierte al Campo de Cartagena en un gran pastizal donde vienen a pastar reses de otras tierras. Precisamente la exportación de la lana castellana por el puerto cartagenero es con toda probabilidad su movimiento comercial más destacado, llevado a cabo por mercaderes genoveses y castellanos. La pesca es otra de las actividades claves para el cartagenero de la Baja Edad Media.

El agotamiento castellano, la emigración mudéjar y el continuo contexto de guerra en el territorio ayudan a explicar el proceso de despoblamiento que sufre el Reino de Murcia a lo largo de toda la Baja Edad Media. Los pocos vecinos que residen aquí, lo hacen militarizados y armados, parapetados detrás de las murallas de las ciudades, mientras que el campo se va convirtiendo en un auténtico desierto. Cartagena queda aún más expuesta, ante la incertidumbre del Mediterráneo medieval.



En 1313 el nieto de Fernando III, don Juan Manuel, adelantado mayor del Reino de Murcia, y uno de los hombres más influyentes de su tiempo, consigue titularse señor de Cartagena. En 1346 después de una dramática crisis la ciudad vuelve al patrimonio de la corona. En 1465, el desentendimiento castellano sobre las cuestiones mediterráneas provoca que don Pedro Fajardo, también adelantado mayor del Reino de Murcia, logre el señorío de Cartagena. Habrá que esperar hasta 1503 para que la ciudad revierta definitivamente a los dominios de la Corona Castellana.  


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