Al arte de la construcción
militar se opone el arte del asedio. Ingenieros y militares de todos
los tiempos han ideado máquinas para derribar torres, arrasar
almenas y abrir brechas en las murallas. El trabuco – o trebuchet –
es uno de los ingenios militares más eficientes de cuantos
utilizados durante el Medievo.
El trabuco de contrapeso (como el
expuesto en Trebuchet Park) fue inventado en el Oriente Mediterráneo
durante la primera mitad del siglo XII. La construcción de este tipo
de piezas fue consecuencia directa de la intensa actividad militar
que se estaba produciendo en ese territorio en el que habían
confluido diferentes tradiciones militares: la de Bizancio, la
musulmana y la que traían los cruzados occidentales. Se estaba
creando el caldo de cultivo necesario para que las piezas de
artillería experimentasen su evolución definitiva.
Esta máquina funcionaba con el
mismo principio que los ingenios de tracción, pero la fuerza humana
había sido sustituida por una caja rellena de tierra, arena, piedra
o plomo. Se buscaba obtener la mayor energía posible de la caída
del contrapeso, al mismo tiempo que se ganaba en precisión. Suponía
una notable respecto a las predecesoras, pues permitía disparar
proyectiles más pesados, que llegaban a alcanzar la media tonelada,
y a una distancia mayor.
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