Felipe V introduce en España una
serie de reformas intentando crear un estado similar al francés. Con
la promulgación de los decretos de Nueva Planta se eliminan las
leyes y los fueros de la Corona de Aragón, y se les impone el modelo
castellano. El objetivo de la aplicación de estas medidas era
implantar en España el sistema centralista francés.
Aprovechando la derrota de la
Corona de Aragón en la Guerra de Sucesión suprime, a través de los
Decretos de Nueva Planta, sus instituciones (incluyendo Cortes,
Generalitat y Diputaciones). A partir de este momento España pasa a
ser un estado centralizado, se acabaron aquellos reinos heredados del
Medievo.
Felipe V también impulsó la
castellanización de toda la política estatal, de forma que el
idioma castellano era único y oficial para todo el reino, al tiempo
que se elevan las instituciones castellanas, como el Consejo de
Castilla o las Cortes, a la categoría de instituciones estatales.
También se modificó el sistema
administrativo. Para sustituir el antiguo sistema de Consejos de los
Austria, creó las Secretarias de Estado y del Despacho (precedentes
de los Ministerios). Además dividió el territorio español en
Capitanías dirigidas por capitanes generales nombrados directamente
por el monarca. Se crearon los intendentes, funcionarios que
representaban al gobierno central a nivel local. Por otro lado se
procede a profesionalizar las fuerzas armadas.
Esta reforma de la administración
también afectó al imperio americano. Allí se crearon dos nuevos
virreinatos: Nueva Granada y la Plata. Todo este programa fue continuado
por su sucesor Fernando VI.
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